14 de diciembre: Jueves de Oración por las Vocaciones

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Por: Vocaciones Jesuitas Colombia
Diciembre 13, 2017

"Queridos amigos en el Señor, en esta fecha seguimos abordando el texto “Promover las vocaciones a la vida consagrada, prioridad pastoral inaplazable”. Que este texto nos aliente a cultivar nuestro ministerio vocacional para bien de la Iglesia y de la Compañía de Jesús. Dios nos bendiga a todos."

"PARA NUESTRA REFLEXIÓN Y RENOVACIÓN

Abordando el tema de “por qué la pastoral vocacional es una tarea inaplazable”, hoy vamos a mirar dos razones más. Este texto, que pareciera exclusivo para promotores vocacionales, también puede ser orado como herramienta que aliente nuestra vocación y nuestra misión.

II. POR QUÉ LA PASTORAL VOCACIONAL ES PRIORIDAD INAPLAZABLE

2.- La inestimable aportación de la Vida Consagrada al vigor de la vida eclesial y a la salud de la vida social

Lumen Gentium dedica a los Religiosos el capítulo 6º. En el número 45 sostiene que aunque los religiosos no pertenecen a la estructura jerárquica de la Iglesia “el estado de vida que consiste en la profesión de los consejos evangélicos… pertenece sin discusión a la vida y santidad de la Iglesia”.

Tanto el “ser” de la Vida Consagrada como su “hacer” son vitales para el vigor eclesial en cualquier coyuntura. Con mayor apremio cuando este vigor se debilita y las vocaciones consagradas se tornan preocupantemente escasas en amplias zonas de nuestra Iglesia.

a) Por el mero hecho de existir siendo fieles a su vocación, la Vida Consagrada genuina mantiene vigentes de manera visible y pública los consejos evangélicos, fermento precioso y necesario para toda la Iglesia. Por la práctica intensa y radical del seguimiento, despierta en la comunidad cristiana y en sus miembros su vocación de seguidores de Jesús desde las diversas formas de existencia cristiana. Por el aliento y dinamismo universal que les lleva hasta los últimos rincones del mundo, recuerda continuamente a la Iglesia su vocación universal. Por su pobreza espiritual y material profesada se halla más próxima a los desheredados. Por la tensión escatológica contenida en su profesión ayuda a la Iglesia a no instalarse en el presente histórico y a vivir anticipadamente los valores y la espera de la escatología. Los consagrados son un tesoro que hemos de apreciar, agradecer y cuidar por el simple hecho de existir en fidelidad a su vocación específica.

b) Si la Vida Consagrada genuina es valiosa y necesaria por el hecho de existir, es igualmente valiosa y necesaria por la ingente actividad evangelizadora (orante, educadora, asistencial, promotora), que despliega. Difícilmente podemos imaginar cuál sería actualmente la temperatura evangélica y apostólica de nuestra Iglesia privada de la actividad multiforme que, movida por el Espíritu Santo, viene realizando durante siglos, enriqueciendo a la comunidad creyente y ejerciendo un influjo saludable en la sociedad. No la reconoceríamos. Tendríamos unas comunidades eclesiales más acomodadas al mundo, menos orantes, más vinculadas a los bienes materiales, menos cercanas a los marginados, más confinadas, menos evangelizadoras. La teología sería más pobre. La espiritualidad menos consistente, la iniciativa pastoral más reducida.

Soy consciente de que la crisis cultural y eclesial de proporciones formidables ha afectado sensiblemente también al vigor evangélico y evangelizador de la Vida Consagrada. Estoy dispuesto a aceptar la diferente profundidad y radicalidad de la renovación en unas familias religiosas y otras. Pero estimo, no sin fundamento, que el impulso renovador que el Concilio despertó y animó no es menos intenso que el de otras instancias o iniciativas. Lo encuentro, por lo general, mejor orientado en la línea conciliar. No comparto el parecer de aquéllos que, en contadas ocasiones incluso desde altos niveles eclesiales, creen detectar una decadencia prácticamente irreversible en el frescor evangélico y apostólico de la Vida Consagrada e insinúan que los llamados “nuevos movimientos eclesiales” se apuntan como su relevo natural. No conozco ningún documento pontificio que avale esta hipótesis apasionada y peregrina.

Esta consideración subraya todavía más la urgencia de la promoción vocacional. Puesto que la Vida Religiosa es necesaria para una vida eclesial pujante, el Espíritu Santo no dejará de alentar la autocrítica, la creatividad y el coraje necesarios para renovar vuestras comunidades y vuestra pastoral vocacional, en sintonía con vuestros Pastores.

3.- Porque todo carisma permanente lleva en sí mismo un “dinamismo reproductor” que es preciso activar

“Nada es más lógico y coherente en una vocación que engendrar nuevas vocaciones” (NV nº 6). Todo ser vivo está dotado de un dinamismo reproductor que asegura la conservación de la especie. Análogamente todo carisma permanente que tiene una misión vital para la Iglesia “lleva en sus genes” un dinamismo que le impulsa y capacita para reproducir el servicio de la comunidad cristiana. La Vida Consagrada es un “carisma mayor” en la vida eclesial, al que no puede faltarle la capacidad de engendrar nuevas vocaciones por la acción del Espíritu Santo. Es Él quien suscita las vocaciones para perpetuarla en el seno de la Iglesia, de modo análogo a como engendró a Jesús en el seno de María. Las actuales dificultades de su gestación en el Occidente europeo pueden ensombrecer nuestra mirada hasta el punto de contemplar con severa preocupación el futuro de muchas Congregaciones e Institutos. No podemos alcanzar a pronosticar cuál es el futuro de cada una de ellas. Pero dudar del porvenir de un órgano vital de tanta trascendencia en el futuro de la Iglesia me parece temerario desde todos los puntos de vista. No es el pesimismo, sino la esperanza la que ha de prevalecer en el ánimo vital de los consagrados y pastores. Esta esperanza alienta a los consagrados a ser vocantes motivados e invocantes denodados.

Para tu oración: ¿Aprecias, agradeces y cuidas tu vocación?, ¿Percibes en ti y en tus hermanos jesuitas que el Espíritu Santo alienta la autocrítica, la creatividad y el coraje necesarios para renovar nuestras comunidades y nuestra pastoral vocacional? ¿Vives tu vocación con tal esperanza en Dios que te asumes como un vocante motivado y un invocante denodado?

ORACIÓN DE LOS FIELES (de San Juan Pablo II)

- Oh Jesús, Buen Pastor, suscita en todas las comunidades parroquiales sacerdotes y diáconos, religiosos y religiosas, laicos consagrados y misioneros, según las necesidades del mundo entero, al que tú amas y quieres salvar. (Escúchanos, Señor)

- Te confiamos en particular nuestra comunidad; crea en nosotros el clima espiritual que había entre los primeros cristianos, para que podamos ser un cenáculo de oración en amorosa acogida del Espíritu Santo y de sus dones. (Escúchanos, Señor)

- Asiste a nuestros Pastores y a todas las personas consagradas. Guía los pasos de aquellos que han acogido generosamente tu llamada y se preparan a las órdenes sagradas o a la profesión de los consejos evangélicos. (Escúchanos, Señor)

- Vuelve tu mirada de amor hacia tantos jóvenes bien dispuestos y llámalos a tu seguimiento. Ayúdales a comprender que sólo en Ti pueden realizarse plenamente. (Escúchanos, Señor)

Confiando estos grandes intereses de tu Corazón a la poderosa intercesión de María, Madre y modelo de todas las vocaciones, te suplicamos que sostengas nuestra fe con la certeza de que el Padre concederá lo que Tú mismo has mandado que pidamos. Amén.

ORACIÓN FINAL

Envía Señor obreros a tu mies, que espera en todo el mundo a tus Apóstoles y Sacerdotes, los Misioneros heroicos, a las Religiosas amables e incansables. Enciende en los corazones de los jóvenes y de las jóvenes la chispa de la vocación. Haz que las familias cristianas quieran distinguirse en dar a tu Iglesia los cooperadores y cooperadoras del mañana. Te lo pedimos por Jesucristo, Nuestro Señor. Así sea. (Juan XXIII)