#SergioVive

Por: Luis Felipe Montoya Estupiñan
Junio 25, 2019
A este hombre le fue asignada la tarea de ser Vicario cooperador en la iglesia San José de Tierra Alta y desde que llegó a este lugar no paró de trabajar en cuerpo y alma por la gente, la paz y la cultura.
Tierralta queda en la zona denominada Alto Sinú y está localizada al extremo sur occidental del departamento de Córdoba. El territorio de este municipio fue habitado en principio por los Zenúes quienes fueron saqueados y exterminados durante la invasión de Pedro Heredia a principios del siglo XVI.
Sergio llegó a Tierralta en el año 1979 y entregó su vida a la comunidad hasta el año 1989, cuando fue asesinado por la misma violencia que, revisando los antecedentes, ha estado en el territorio desde la llegada de los colonizadores. En los años 70 y 80 Córdoba estaba en uno de los momentos más conflictivos de su historia donde prácticamente se había vuelto uno de los enjambres de violencia principales del país, con las diferentes guerrillas y con el nacimiento de las fuerzas paramilitares.
Esto no hizo que Sergio saliera corriendo como mucha gente hubiera hecho, en cambio se quedó diez años creando espacios de refugio y de memoria.
Lo primero que hizo Sergio al llegar a la región fue reconstruir y mejorar la iglesia “La decoró interior y exteriormente con un buen gusto artístico, cambiándole por completo su aspecto físico en ventanas y paredes, con el apoyo que le prestaron artistas de la misma Tierralta, pues hay muchas pinturas y frescos que decoran el interior.” (Padre Hernando Muñoz).
Con la reforma de la iglesia, la gente de Tierra Alta sintió en este espacio un lugar de recogimiento y refugio en medio de tanto conflicto y violencia. Con este aporte al templo, mucha gente pudo encontrar un lugar de paz en tiempos imposibles.
La riqueza natural y cultural que tiene este municipio, fue algo que enamoró por mucho tiempo a este soñador. Entre estas riquezas se encuentran la cantidad de reliquias Zenués que quedaron en la zona después de estos ser exterminados.
Cuando Sergio se percató de que estas piezas existían, se puso en la misión de rescatar cuantas fuera posible. Con la evidencia arqueológica de la civilización Zenú que logró recolectar, empezó la creación del museo arqueológico Zenú Sergio Restrepo.
Se dice que en la región había muchos huaqueros y que los artefactos que encontraban los destruían para extraer el oro, Sergio “les daba una especie de catequesis cultural, enseñándoles a respetar las ollas y a no destruirlas por buscar el oro. No le importaba el estado en que se encontraran las cerámicas; él de to-das maneras las recibía, aunque estuvieran en mil pedazos, gastando meses en su reconstrucción pieza por pieza, con verdadera paciencia benedictina” (Padre Hernando Muñoz).
Lo que en principio les parecía extraño a los habitantes de Tierralta, hoy es el museo arqueológico más grande de la costa.
La colección de este museo es una de las mejores que existen de cerámica Sinú por su extensión y calidad. Luz Posada (Bibliotecóloga y amiga de Sergio) afirma que es el museo más importante en Colombia de cultura Sinú. La colección tiene piezas de cerámica únicas en américa latina y en el mundo entero.
Pero esto no fue todo, en cuanto al bienestar general del pueblo, Sergio se preocupó mucho por crear espacios que reunieran a la gente. Como se sabe, las plazas principales son de los lugares de encuentro más importantes en los municipios y el hecho de que a la gente no le gustara estar ahí, le despertó preocupación.
A penas Sergio llegó al pueblo se dio cuenta de que no había árboles en la plaza, incluso notó que a las 2 de la tarde era tan caluroso que ni a los burros les gustaba atravesarla.
Por eso, se dedicó a sembrar chiminangos y palmeras reales que todavía hacen parte del paisaje de la plaza de Tierralta, sin que haga falta decir, que ahora la gente sí se reúne ahí y que los árboles aportan sombra suficiente para que en el día sea cómodo para estar.
Aunque estos esfuerzos ya son un gran legado, aún falta mucho más. Sergio se puso también en la tarea de recolectar libros sobre el Sinú, Tierralta y cultura general, para crear la biblioteca que le hacía falta al municipio.
Sergio recolectó tantos libros que la biblioteca llegó a crecer hasta el punto en el que según Luz Posada (Bibliotecóloga) llegó a ser la biblioteca más grande de Córdoba con más de 9000 títulos. Aunque después esta desapareció, o fue absorbida por la biblioteca municipal; mientras existió fue muy popular entre los habitantes del pueblo y fue un lugar muy concurrido especialmente por los niños.
Entre muchas otras iniciativas culturales que tuvo, están la creación de bandas de paz, la capacitación de profesores rurales e incluso la creación de talleres de costura.
Es lógico que con toda esa labor muchos colegios de la región tengan su nombre y hasta una emisora (que fue fundada mucho después por la comunidad).
Con su muerte, las semillas que dejó (simbólicas y concretas) han germinado y establecido raíces gruesas en este territorio cordobés y en la memoria de sus habitantes. Sergio Restrepo, sin duda alguna, se entregó completamente a su misión y cumplió su cometido en este municipio. Sergio vive en su legado.