“Como Tú, Señor”

Por: Juan Fernando Álvarez A.
Julio 30, 2019
Letra: Sergio Restrepo Jaramillo, S.J. Música: Pablo G. Ivorra Peñafort. Intérprete: Juan Fernando Álvarez A. Grabación y mezcla: Centro Ático - Pontificia Universidad Javeriana. © 2019, Compañía de Jesús.
En la sencillez de su vida ordinaria se reveló Dios en Sergio, “el amigo” por antonomasia, consagrándose al servicio de sus hijos más humildes, desde que ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús, el 12 de diciembre de 1957, hasta su asesinato un 1 de junio de 1989, en Tierralta, Córdoba, donde permaneció casi diez años de su huella por este mundo (de los casi 16 que estuvo trabajando en medios populares). “Con alma de artista, amante de la naturaleza, de la vida y de la espontaneidad, este hombre descomplicado y práctico a quien repugnaron siempre las estridencias, los protocolos, la publicidad y los honores, y que buscó un estilo de vida que le permitiera sentirse sirviendo, en las formas más prácticas, a los pobres y sencillos” (Giraldo, 1992, p. 184), fue un compañero de Jesús que, entre muchas de sus discretas virtudes, puso letra a muchas de sus vivencias, inquietudes, esperanzas, sueños y temores. En uno de sus poemas lo encontramos (en “Epitafio”, S.f.), como si vaticinara sus últimos días, refiriéndose a sí mismo como […] Señor de nube y sueños, que gastó sus riquezas de amor y poesía, navegante varado en tierra firme, buscador permanente del amor en las rutas incógnitas de la inefable rosa de los vientos, creyente en la vida que hizo de la amistad su lema, cuya existencia fue un sueño y a su muerte devolvió a Dios su alma y reintegró a la tierra lo que ella le había dado: un efímero nombre y un puñado de huesos.
Para hablar de estos versos suyos, “Como Tú, Señor”, es indiscutiblemente necesario haber mencionado parte de la vida y obra de Sergio (de su sensibilidad a la belleza de la Creación y el compromiso con el cuidado de la misma) y reflectir hoy sobre la misma, como compañeros de Jesús y colaboradores de Dios en una misión de reconciliación y de justicia (CG 36, d. 1), para sacar provecho. Estos versos ya contenían en sí mismos su música, melodía y armonía las cuales -considero- bien ha sabido desentrañar Pablo, revelando la intimidad del coloquio entre Sergio y Dios, al ritmo andante de su corazón a (92ppm, promedio de su edad y velocidad de la grabación). Yo, más imperfectamente en la voz y en la guitarra, he buscado traducir este sentir en la interpretación.
Buscando respetar el texto Pablo tomó como coro/estribillo el primer verso (“Como Tú, Señor”, el cual se repite dos veces más y se volvió el íncipit -título de este poema hecho canción-), mientras que los siguientes versos se agruparon de esta manera: 2° a 4° y 6° a 10° (primera estrofa) y 12° a 15° y 17° a 20° (segunda estrofa), lo que podemos apreciar aquí en la letra:
Como Tú, Señor,
que no descansas
de persuadirme al bien,
así quisiera obrar.
Como Tú, Señor,
que no economizaste
trabajo y lucha
en el nombre del Padre
por nuestra salvación,
así quisiera vivir.
Como Tú, Señor,
paciente hasta el fin de tus días,
no importa
que fuesen muchos,
así quisiera perseverar.
Como Tú, Señor,
ya levantado en alto
por tu propia voluntad
para dar ejemplo al mundo,
así quisiera morir.
Como Tú, Señor...
Los invito a sentir y gustar internamente este canto, dejando que el buen Dios de la Vida, a través de estos versos, nos siga inspirando en nuestra vida y experiencias, y desde la sencilla escucha nos toque, nos transforme en el cotidiano, Él que es siempre Palabra (y Música) que interpela. ¡Como Tú, Señor… así quisiera obrar!
Fuente: Giraldo, J. (1992). Aquellas muertes que hicieron resplandecer la vida. Colombia: Desde los márgenes.