Reconciliación con la Creación | Una encíclica educativa
Reconciliación con la Creación
Autor: José Leonardo Rincón, S.J.
Aunque me corresponde estrictamente el asunto educativo, que podría uno suponer está sólo en el Capítulo 6, mi afirmación es categórica: toda la Encíclica tiene una intencionalidad educativa. No es azar que concluya con el tema educativo-espiritual. A lo largo del texto, todos los caminos científico- técnicos, tecnológicos, socio-económicos, filosófico-teológicos, medioambientales, espirituales y éticos, desembocan allí. Hay en la Encíclica, como lo hemos querido hacer con este Simposio universitario, un tratamiento interdisciplinar, lo cual supone un trabajo colaborativo entre personas de diferentes disciplinas y saberes que buscan comprender y solucionar las preguntas sobre problemas que en razón de su complejidad requieren ser abordadas entre todos, lo cual implica integrar conceptos, complementar, interdepender e hibridar lenguajes y métodos. Resulta, pues, ineludible traer a colación elementos de orden filosófico, teológico, ético, espiritual y obviamente, pedagógico.. Con estas necesarias aclaraciones dividiré mi breve exposición en tres apartados: Francisco-Papa-Jesuita; el método pedagógico; los desafíos educativos.
Francisco - Papa - Jesuita
Su nombre mismo alude al Santo de Asís, bien conocido por ser un enamorado de Cristo en los pobres y la naturaleza. San Ignacio lo tiene como referente en su conversión y, siendo tan distinto de aquel, coincidirá, a su estilo, en los mismos amores. En ese sentido, la temática trabajada por el Papa no sorprende: es consistente con su pensamiento y espiritualidad. Lo que sí llama la atención es que es la primera encíclica social que aborda el tema, con un lenguaje profundo y a su vez directo, claro y contundente.
Francisco no es franciscano, es jesuita. Pocos saben que junto con el singular 4o voto que hacemos, hay otros 5 votos simples. Uno de ellos alude a la educación de los niños, esto es, educar en un lenguaje asequible. El Santo Padre sabe muy bien que se educa más que con elocuentes discursos con la fuerza vital de los gestos que acompañan su testimonio y esto lo hace con asombrosa maestría. Como su fundador, no es pedagogo de profesión pero resulta ser un excelente comunicador y maestro.
Francisco es un educador a tiempo y a destiempo. Como Arzobispo de Bs. As. anualmente ofreció pertinentes y puntuales reflexiones a los educadores donde dejó ver su vocación de maestro. Ahora, en cada viaje, discurso, escrito, homilía, audiencia, ángelus, conscientemente ejerce su magisterio. Sabe que con lo que diga y haga nos educa. Y con Laudato Si’ sí que lo ha conseguido pues no he visto un documento pontificio que haya causado tan positivo impacto en tan diversos círculos mundiales, no propiamente eclesiásticos, ni siquiera creyentes.
El Método Pedagógico
El método que emplea Francisco es el de la Pedagogía de los Ejercicios Espirituales de San Ignacio y que otros métodos como el del Ver-Juzgar- Actuar, el lonerganiano, el latinoamericano de hacer teología, y más recientemente lo que se ha dado en llamar Pedagogía Ignaciana, de una u otra forma, coinciden.
La “composición viendo el lugar” es el contexto y articulada con ella la “aplicación de los sentidos” con el “sentir y gustar” que llamaríamos propiamente la experiencia y que busca mover la persona toda (mente, corazón, voluntad) no de manera nocional sino vivencial. Esto es lo que se aborda en el primer capítulo: Lo que le está pasando a nuestra casa y que tiene como fin Ver lo que acontece
El “reflector para sacar provecho” es la reflexión crítica, fruto del discernimiento y que se desarrolla en los capítulos 2 a 4 en tres momentos según dichos capítulos: primero, apelación a la mediación hermenéutica bíblico-teológica: El Evangelio de la creación (2); segundo, juicio de valor: Raíz humana de la crisis ecológica (3); tercero, discernimiento propositivo: Una ecología integral (4).
El “quid agendum” o qué hay que hacer es la acción como tal y explícitamente se aborda en el capítulo 5: Algunas líneas de orientación y de acción. Francisco como Ignacio tiene claro que “el amor hay que ponerlo más en las obras que en las palabras” o lo que popularmente decirnos “obras son amores, no buenas razones”.
El “examinar cómo me ha ido” con el criterio del “non multa sed multum” es la evaluación que a modo de conclusión o cierre espera que la Educación logre su cometido alcanzando una auténtica Espiritualidad Ecológica.
Si todo está relacionado con todo, una educación honesta tendrá que hacerlo mediante una pedagogía integral, holística, omnicomprensiva, al modo como Ignacio se imaginaba a la Trinidad en un ejercicio de mirada global que hacía, cuando contemplaba la haz del mundo en tanta diversidad de personas, estados y condiciones, y toma la decisión de encarnarse.
Los desafíos educativos
El primero y principal es tomar conciencia de la magnitud y complejidad del problema y asumir nuestra cuota de responsabilidad. Laudato Si no es un documento pesimista as portas del fin de la historia, pero tampoco es un escrito optimista, dulzarrón y romántico de contemplar florecillas y cuidar pajaritos. Es una encíclica crudamente realista donde el sensibilizar, concientizar y promover acciones efectivas, va mucho más allá, aunque las suponga, de unas horas de cátedra, de unas campañas de ahorrar papel, luz y agua o separar residuos y reciclar, de unos foros académicos eruditos, de calmar conciencia con unas cuantas acciones anuales de responsabilidad social. No es tampoco exclusivamente una encíclica ecológica o medioambiental sino una encíclica social ligada a los problemas de los pobres, la justicia y la paz. .
Segundo, frente a una realidad sistemática y sistémica profundamente depredadora, se requiere un cambio, mas todo cambio necesita motivaciones y un camino educativo (15), esto es, pedagógico, a sabiendas que es una ardua tarea que hacemos contra corriente, esto es, contra los paradigmas socialmente aceptados. Se trata de apostar por otro estilo de vida; por una educación para la alianza entre la humanidad y el ambiente; y por una conversión ecológica. Se necesita un cambio de actitud que se traduzca en un compromiso serio y responsable que cree nuevos hábitos de comportamiento y no medidas paliativas que cual paños de agua tibia mitiguen pero no afronten a fondo la criticidad del problema. Apostar por otro estilo de vida (208) es romper con la lógica de la violencia, el aprovechamiento y el egoísmo. Así las cosas, la conciencia de la crisis debe traducirse en nuevos hábitos (209) como sobriedad en el consumo, sencillez de vida y gozar con lo simple. Es un proceso deconstructivo que implica desaprender para volver a aprender y por eso es lento, paciente, de largo plazo, pues se trata de desmontar una conciencia depredadora.. hasta lograr llegar a un nuevo estilo de vida.
Tercero, ontológicamente somos humus pero también seres profundamente relacionales a quienes compete promover el equilibrio y la armonía en las relaciones con Dios, los otros, consigo mismo y el entorno. Hoy día un examen de conciencia juicioso desde esa perspectiva y que evalúe el estado de esas relaciones, no sólo no puede eludir sino que debe mirar cómo va nuestra relación con el entorno.
Cuarto, cuando decimos que el asunto es educativo de ninguna manera nos estamos restringiendo a la escuela y sus maestros. Los actores educativos (213) de cara a la conversión ecológica son muchos más: la familia, primera y principal educadora; la escuela propiamente tal; los medios de comunicación, absolutamente protagónicos hoy día; la catequesis y otros espacios pastorales donde la espiritualidad cristiana puede aportar mucho en ese proceso. Y es que el asunto educativo, al decir de Kolhberg, va más allá del nivel preconvencional (me gusta porque me hace bien) o convencional (porque sirve a los míos), sino posconvencional (porque es saludable para la humanidad toda). No bastan las leyes que heterónomamente nos digan que hay que hacer, no basta cumplir juiciosamente esas leyes. Hay que introyectar el asunto como un deber moral que tiene implicaciones sociales muy grandes. Y estos son terrenos educativos de honda implicación ética.
Quinto, la convicción de que en el mundo todo está conectado nos reta a educar con una mirada más comprehensiva para ver la íntima relación entre los pobres y la fragilidad del planeta; la crítica a los paradigmas instalados con las nuevas formas de poder que derivan de la tecnología; la invitación a buscar otros modos de entender la economía y el progreso; resaltar el valor propio de cada criatura; apreciar el sentido humano de la ecología; ver la necesidad de adelantar debates sinceros y honestos sobre estos temas; caer en cuenta de la grave responsabilidad de la política internacional y local; cuestionar la cultura del descarte y promover la propuesta de un nuevo estilo de vida.
No son pocos los desafíos, es verdad, pero afrontados con otros, en provechosas y enriquecedoras sinergias, harán que nuestra incidencia sea más efectiva. Tenemos esa grave responsabilidad y no le podemos sacar el cuerpo. Muchas gracias!