El II día de la Asamblea IAJU 2025 contó con la participación del padre Arturo Sosa, SJ, General de la Compañía de Jesús quien nos compartió algunas reflexiones sobre la educación jesuita: “La universidad jesuita es testimonio de esperanza, presencia creativa y dialogante, carisma, proceso y camino”.
La jornada inició con una sentida oración en la que se consideró la importancia del silencio en medio de un mundo agitado y el poder de la esperanza y la justicia, valores transversales en las conversaciones de esta asamblea y en la misionalidad de las universidades jesuitas.
Luego de esto, el P. Luis Fernando Múnera Congote, SJ, rector de la Pontificia Universidad Javeriana extendió una calurosa bienvenida a todos los participantes de la asamblea y compartió un discurso en el que presentaba a Colombia como un país cuya belleza y biodiversidad contrasta con las heridas abiertas que aún duelen y la esperanza de quienes lo habitan y día a día le apuestan a la reconciliación. En ese contexto, el padre Múnera recordó el importante rol de las universidades jesuitas en los contextos de crisis. Mencionó que es allí donde las sociedades encuentran oportunidades para afrontar los retos de la sociedad; pero es además el lugar donde es posible generar espacios de formación, investigación rigurosa e incidencia en políticas públicas eficientes. El rector, recordó que la IAJU 2025 era una oportunidad inmensa para juntar realidades y aportar soluciones transformadoras; y terminó expresando su alegría y emoción por acoger a todos los participantes en Colombia pues, es una posibilidad para “seguir escribiendo juntos nuestra historia”.
Seguidamente, el padre Arturo Sosa, SJ, tomó la palabra en un discurso inspirador y significativo en el que habló de la importancia de generar acciones que se ajusten y contribuyan a las coyunturas globales que se presentan en nuestros días; acciones que siempre estén atravesadas por la esperanza pues, en sus propias palabras: “quien tiene esperanza, no solo tiene fe en que otro mundo es posible, sino que se comporta, ahora, como si ya viviese en ese mundo”.
El Padre General de la Compañía de Jesús dividió su discurso en tres partes. La primera, llamada “La universidad Jesuita es testimonio de esperanza, presencia creativa y dialogante; carisma, proceso y camino; iba dirigida a la reflexión sobre la identidad de las universidades jesuitas. Mencionó que: “El apostolado universitario tiene sentido en la medida en que aporta a la justicia y la igualdad social”. Hizo un llamado a todos los rectores para que como representantes de instituciones que forman seres humanos para el presente y el fututo, enfocaran su misión en el trabajo colectivo, en la relación entre racionalidad y ciencia y, por supuesto, en la importancia de ponerse al servicio de los más desfavorecidos y de la justicia y la reconciliación de las sociedades.
El segundo punto fue un momento crucial para pensar en el contexto político actual, entendiendo que las universidades deben actuar conforme a los cambios de la época y para recordar que la IAJU 2025 es un espacio que comprende las problemáticas más actuales y coyunturales. Una de estas, quizá la más crucial es el problema ambiental, mencionó el padre Sosa. Para aportar desde el rol universitario, el padre mencionó que las universidades jesuitas “renuevan su compromiso con ser voces proféticas y actores protagonistas en el movimiento hacía una conversión ecológica”, y se comprometen a “formar ciudadanos ecológicos y, para ello es indispensable fomentar el pensamiento interdisciplinario”.
La última parte de la intervención del P. Arturo Sosa se centró en la creatividad que debe ser inherente a la universidad jesuita porque es símbolo permanente de avance y vanguardia. En este punto, se hizo especial referencia al rol de las nuevas tecnologías y la inteligencia artificial; avances que le proponen preguntas profundas a las instituciones como, por ejemplo, ¿qué significa ser humano en una era de máquinas inteligentes? Y que los pone en constante búsqueda de nuevas estrategias que aporten a construir universidades abiertas a los cambios y discusiones actuales. En este panorama, el discurso exhortó a los participantes a recordar el valor del diálogo, prueba fehaciente del humanismo y posibilidad única de encontrarse con el otro.
El Padre General terminó su intervención con una invitación: “Caminemos juntos hacía el futuro, animados por el Magis, no como más de los mismo, sino como una respuesta más profunda a las necesidades de nuestro tiempo, siendo testimonio de esperanza”.
