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¿Cómo está la familia hoy?

Pensando en Voz Alta

Después de la celebración de la Navidad la liturgia nos coloca este domingo la fiesta de la Sagrada Familia como modelo y ejemplo de las familias cristianas. Es un parámetro para que podamos hacer la evaluación de la manera como se ha desarrollado la familia que cada uno tenemos y nos propongamos metas de crecimiento para el próximo año. Es una de esas celebraciones que nos llega a lo más profundo y que nos invita a reflexionar sobre la realidad de la familia en el mundo que vivimos.

Una de las instituciones más seriamente cuestionadas y en crisis en el ambiente del mundo posmoderno es la institución familiar, dados los profundos cambios que ha experimentado la sociedad y que de una manera u otra, afectan a la familia. Los valores que se han considerado fundamentales en la familia son hoy seriamente cuestionados y algunos consideran que son obsoletos, o por lo menos, han perdido vigencia. Por otro lado, la realidad de la conformación del núcleo familiar en nuestro tiempo presenta tan variadas y diversas formas, que lo que antes pudimos considerar como válido y perenne, hoy se ve de manera diferente. Tanto la familia tradicional como la familia patriarcal o matriarcal son tan solo una de las diversas formas de ser familia en el mundo actual.

Al mirar hacia el hogar de Nazaret encontramos cosas que nos llaman la atención. Era un hogar sencillo, podríamos llamarlo común y corriente, donde cada una de las personas tenía sus responsabilidades y funciones, donde el respeto y la comprensión eran valores fundamentales, donde el trabajo y el amor construían la comunidad familiar y la oración era el vínculo de cohesión y de relación profunda.

José, el padre y esposo, era un hombre sencillo de quien la Biblia dice “que era un hombre justo y bueno”. Tenía la responsabilidad de cuidar a Jesús y a María, responder por el hogar con su trabajo. Lo hacía convencido de que así cumplía lo que Dios le había pedido como cabeza del hogar. María, la esposa y madre, se ocupa en los quehaceres domésticos, cuidaba la formación de su hijo y todo lo hacía con amor. Jesús, el Dios hecho hombre, el hijo de María y José, crecía “en edad, gracia y sabiduría delante de Dios y de los hombres y obedecía a sus padres”. Allí no sucedía nada extraordinario. Todo era común y corriente en el hogar de Nazaret. Sin embargo, es ejemplo y modelo para los hogares cristianos.

Volver nuestra mirada al hogar de Nazaret nos permite descubrir cómo deben ser las relaciones entre los diversos miembros de una familia, cuál debe ser el nivel de respeto, de amor, de tolerancia, de comprensión y de diálogo que debe haber en toda familia que quiera vivir siguiendo el ejemplo de la Sagrada Familia. Cada papá y esposo, mire a José y pregúntese qué debe hacer para ser mejor persona y mejorar su misión en el hogar. Cada esposa y madre, mire a María y reconozca en ella las virtudes y valores que debe hacer vida en su familia para que sea ella el alma y el calor del hogar. Que cada hijo mire a Jesús y se pregunte cómo puede lograr hacer realidad en su vida el ejemplo que Jesús nos da a todos los hijos. Más aún, cómo se manejan las situaciones difíciles y los problemas que aparecen en la vida familiar y en la convivencia hogareña. Es el momento de preguntarse, llegado el final del año, ¿familia cómo vamos?

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