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El Dios siempre presente

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ

Las situaciones de la vida nos colocan en circunstancias que nos interrogan, nos cuestionan y exigen de nosotros una respuesta adecuada. Pensemos en lo que sucede cuando muere un ser querido, cuando tenemos una grave dificultad económica, cuando las relaciones con alguna persona querida se alteran. No entendemos lo que sucede, nos sentimos angustiados e intranquilos. Y si esto nos sacude interiormente, en lo más profundo de nuestro ser, las cosas se hacen más complejas. Analicemos y veamos por qué.

Más de uno de nosotros se puede haber encontrado en una situación semejante a la que nos narra el Evangelio de este domingo. Repentinamente surge una tempestad que amenaza con hundir la barca, el viento es fuerte, “un huracán”. Todos los que van en la barca se atemorizan. Jesús duerme. Lo despiertan y le reclaman “¿no te importa que nos hundamos?”. Jesús calma el viento. Ellos quedan sorprendidos y surge la pregunta “Pero, ¿quién es este?”. Ellos no comprenden lo que ha sucedido, solo que han recuperado la calma. El peligro ha pasado.

El Señor está siempre presente en las diversas situaciones y circunstancias de nuestra vida. El camina a nuestro lado, comparte nuestra situación. Es el Dios que se ha hecho uno de nosotros, que sabe del dolor y el sufrimiento humanos. Nos enseña la manera de hacer frente a esas situaciones, a descubrirlo presente y actuante en nuestra cotidianidad. Es hacer vida la escena del Evangelio. Una noche cualquiera, un viaje en barca, una tempestad que aparece imprevistamente. Es posible que creamos que Él está dormido, que se ha alejado, que está muy ocupado. Realmente no es así y no debe serlo.

¿Somos capaces de descubrir al Señor siempre presente en los diversos momentos y circunstancias de la vida? Vale la pena analizar la manera como reaccionamos ante esos imprevistos que nos desacomodan, nos inquietan y nos hacen perder la paz interior. El mensaje de este domingo es una invitación a ser capaces de reconocer en lo ordinario de la vida a ese Dios siempre presente, a no dejarnos intimidar por la dificultad que pueda surgir en un determinado momento.

Quizás es para cada uno de nosotros el reclamo que Jesús hace a los discípulos “¿aún no tienen fe?”. Es la manera de decirnos y de invitarnos a revisar las actitudes que tenemos en la vida. Las cosas no suceden gratuitamente. Hay una enseñanza para la vida en cada una de ellas. Necesitamos saber leer, saber discernir, saber analizar. Eso se va aprendiendo con el paso del tiempo y con la actitud que asumamos ante cada una de las cosas y circunstancias. Nuestros miedos son más resultado de nuestras inseguridades que realmente inquietantes. Por eso, si estamos atentos a esos signos y a su lectura, podremos caminar con mayor seguridad en ese sendero de seguimiento de Jesús, que es la esencia de nuestro ser como cristianos.

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