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Al tercer día lo encontraron en el templo

El mensaje del domingo

Domingo siguiente a la Navidad – Ciclo C- Diciembre 29 de 2024
Lecturas: Eclesiástico 3, 3-7.14-17a; Colosenses 3, 12-21; Lucas 2, 41-52

Los padres de Jesús iban todos los años a Jerusalén para la fiesta de la Pascua. Y así, cuando Jesús cumplió doce años, fueron allá todos ellos, como era costumbre en esa fiesta. Pero pasados aquellos días, cuando volvían a casa, el niño Jesús se quedó en Jerusalén, sin que sus padres se dieran cuenta. Pensando que Jesús iba entre la gente, hicieron un día de camino; pero luego, al buscarlo entre los parientes y conocidos, no lo encontraron. Así que regresaron a Jerusalén para buscarlo allí. Al cabo de tres días lo encontraron en el templo, sentado entre los maestros de la ley, escuchándolos y haciéndoles preguntas. Y todos los que lo oían se admiraban de su inteligencia y de sus respuestas. Cuando sus padres lo vieron, se sorprendieron; y su madre le dijo: –Hijo mío, ¿por qué nos has hecho esto? Tu padre y yo te hemos estado buscando llenos de angustia. Jesús les contestó: –¿Por qué me buscaban? ¿No sabían que tengo que estar en la casa de mi Padre? Pero ellos no entendieron lo que les decía. Entonces volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo. Su madre guardaba todo esto en su corazón. Y Jesús seguía creciendo en sabiduría y estatura, y gozaba del favor de Dios y de los hombres (Lucas 2, 41-52).

Este domingo inmediatamente posterior a la celebración del Nacimiento de Jesús, se nos invita a meditar sobre la Sagrada Familia. Detengámonos en algunos aspectos que nos presenta hoy la Palabra de Dios, y tratemos de aplicarlos a nuestra vida.

 

1. “Volvió con ellos a Nazaret, donde vivió obedeciéndoles en todo”

El relato de la pérdida y hallazgo del Niño Jesús en el Templo de Jerusalén contiene un significado simbólico que se relaciona con lo que iba a ser el misterio de su resurrección. En este sentido, la expresión “al tercer día” nos remite a la experiencia pascual. Esto quiere decir que los relatos de la infancia de Jesús que encontramos en los Evangelios y que fueron redactados después de los de su pasión, muerte y resurrección, se escribieron desde la perspectiva de la vivencia pascual que tuvieron sus primeros discípulos.

En el relato del Evangelio de este domingo encontramos a Jesús cumpliendo con sus padres María y José la costumbre religiosa de celebrar cada año la fiesta de la Pascua, con la que los judíos conmemoraban la liberación, obrada por Dios, de la esclavitud que habían sufrido sus antepasados en Egipto doce siglos atrás. María y José fueron para ello con su hijo de 12 años desde Nazaret en Galilea hasta la capital de Judea, cuyo centro de culto a Dios era el Templo de Jerusalén.

Varios elementos para nuestra contemplación podemos encontrar en el relato de la pérdida y hallazgo del niño Jesús en el templo. Centrémonos hoy, con motivo de la fiesta de la Sagrada Familia, en la última parte del Evangelio, en la cual se nos presenta a Jesús, después de su regreso con María y José a Nazaret, “obedeciéndoles en todo”, y contemplemos el misterio de Dios hecho hombre que, como hijo, da ejemplo de obediencia a sus padres. Pero también contemplemos a María, quien, como nos dice el Evangelio, “guardaba todo esto en su corazón”. Se trata del silencio reverente ante el misterio del desarrollo de un niño que, sin dejar de ser Dios, se ha hecho verdaderamente humano hasta el punto de “crecer en sabiduría y estatura”.

 

2. “Honrarás a tu padre y a tu madre” – “Padres, no exasperen a sus hijos”

Tanto la primera lectura, tomada de un libro del Antiguo Testamento escrito hacia el año 180 a. C. y llamado de Ben Sirac o Eclesiástico (3, 3-7.14-17a), como la segunda, de la carta escrita entre los años 57 y 62 d. C. por el apóstol san Pablo a la comunidad de los Colosenses (3, 12-21), habitantes de la pequeña población de Colosas, en el Asia Menor, nos recuerdan el cuarto mandamiento de la Ley de Dios: “Honrarás a tu padre y a tu madre”.

Ahora bien, en la segunda lectura encontramos un detalle interesante: la exhortación a los padres a tratar a sus hijos como personas que merecen respeto (“padres, no exasperen a sus hijos”), tiene una actualidad especial en nuestro país, donde la violencia intrafamiliar -en especial el maltrato infantil- es una de las manifestaciones más frecuentes de la injusticia social. Así, pues, el cuarto mandamiento de la Ley de Dios no es sólo para los hijos con respecto a sus padres. Implica también que éstos sepan ganarse el respeto de sus hijos, con el testimonio de su ejemplo de buen trato.

 

3. Un programa para la realización de la vida en familia La segunda lectura nos propone también todo un programa para la realización de la vida familiar.

Resalta en este programa la disposición a la comprensión y al perdón, indispensable para la armonía entre esposos y entre padres e hijos. Es en el seno de la familia donde se aprende a pedir perdón y a perdonar, con todo lo que ello implica en términos de reconciliación y a la vez de disposición a enmendarse y reparar los males causados. Si no existe en el hogar esta experiencia, muy difícilmente se darán después en la persona las disposiciones necesarias para contribuir a la convivencia pacífica.

Pero además el texto bíblico nos presenta una doble referencia a la Acción de Gracias, término que corresponde en griego a la palabra Eucaristía. La Misa de los domingos y días festivos de guarda debe ser constante en la vida familiar, además de la oración en familia a la hora compartir el alimento, dándole gracias al Señor por él y pidiéndole que nos disponga a compartir lo que tenemos con los más necesitados.

Y sea esta la oportunidad de resaltar la importancia de la participación en familia, y con la debida frecuencia, en la celebración del sacramento de la Eucaristía, que no sólo nos da la oportunidad de escuchar en comunidad lo que nos dice el Señor, sino también de ser alimentados sacramentalmente con la vida resucitada de Jesús.

 

Preguntas para la reflexión

1. ¿Qué mociones espirituales suscita en mí el relato de la Presentación del Niño Jesús en el Templo?

2. ¿Cómo considero que puedo contribuir a fortalecer el valor de la familia?

3. ¿Cómo siento que se debe vivir el cuarto mandamiento en su sentido más completo?

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