“Cada vez era mayor el número de creyentes que se adherían al Señor, una multitud de hombres y mujeres”

Comunitas Matutina

“Cada vez era mayor el número de creyentes que se adherían al Señor, una multitud de hombres y mujeres” (Hechos 5: 14)

Lecturas:

  1. Hechos 5: 12-16
  2. Salmo 117
  3. Apocalipsis 1: 9-19
  4. Juan 20: 19-31

Amigo-a lector-as, ¿Cómo vives tus desengaños, tus tristezas, tus vacíos, tus desencantos, tus frustraciones, tus pequeñas muertes de cada día? ¿Te dominan estas realidades y sucumbes al sentimiento trágico de la vida? ¿Te desesperas y el sufrimiento se te convierte en una dolorosa constante, en una sin salida angustiosa? ¿Qué haces para superarlo? ¿Evades esta realidad? O te sientes retado-a y no te “arrugas” ante la adversidad, luchas, gestionas tu propio trabajo emocional, espiritual, físico, para construir tu territorio de sentido y esperanza, te experimentas “herido de infinito”, ¿dispuesto a que todo tu ser esté abierto al significado trascendente de la existencia?[1]

Hacemos estas preguntas en tiempo de pascua, evocando y celebrando a un generoso profeta, noble como el que más, amigo profundo de los condenados de la tierra, solidario, misericordioso, compasivo, libre con la libertad del Espíritu, severo crítico de las formas religiosas que secuestran a Dios, sanador y protector de la vida, apasionado reivindicador de la dignidad humana en nombre de un Dios que se reveló de modo definitivo en él, promotor de un estilo de vida feliz a contracorriente de poderes, dineros, vanidades, pompas, descalzo con los descalzos del mundo, a quien los enemigos de la vida y de la felicidad, amantes enfermizos de formalidades y de rituales inertes, acusaron, juzgaron, crucificaron, cometiendo la mayor injusticia de la historia de la humanidad.

Los amigos y seguidores de este extraordinario ser quedaron “descolocados”, sintieron que su mundo se les venía abajo, lo mismo que nos sucede cuando vivimos algún drama de marca mayor; se escondieron, quedaron sumidos en gran desconcierto, pero lentamente fueron viviendo una sorprendente novedad que empezó a llenar sus grises vidas de sentido y plenitud, un asunto de  gratuidad totalmente revolucionaria que los resignificó al mil por ciento, haciendo de ellos-as hombres y mujeres totalmente dispuestos a seguir el camino de ese magnífico personaje al que llamaron el Crucificado-Resucitado, lo sintieron vivo , con una vitalidad a toda máquina, que los llamaba a vivir como él y con él, y a difundir esa Buena Noticia garantía de sentido absoluto de la vida, originada en el mismísimo Dios.[2] Es decir, Jesús reencanta la vida de estos hombres, de estas mujeres, del incrédulo Tomás, del rudo Pedro, de la amorosa María Magdalena, de los interesados hijos del Zebedeo, del joven Francisco de Asís, del convaleciente soldado Ignacio de Loyola, del contemporáneo chico Carlo Acutis, de la vigorosa y emprendedora Teresa de Jesús. ¿Y la tuya, amable lector-a?

La más elocuente evidencia de la resurrección de Jesús es la transformación operada en sus discípulos: frágiles, temerosos, inseguros, ahora se tornan en personas entusiasmadas, su existencia se resignifica con el acontecimiento pascual, se disponen para comunicar la Buena Noticia, haciendo de ella el centro de sus vidas, contagian esa alegría a muchos dando origen a las primeras comunidades cristianas, son capaces de afrontar las contradicciones y graves dificultades con las autoridades de la religión judía y con las del Imperio Romano, en ellos se percibe una nueva humanidad. Es Jesús, el Viviente, la raíz de esa novedosa manera de ser y de proceder.[3] Y esa apasionante posibilidad es también para nosotros, gente del siglo XXI.

Sea esta alusión una referencia determinante para quienes hoy nos interesamos en seguir el camino de Jesús, siempre insertos en los diferentes contextos de esta realidad humana: “El gozo y la esperanza, la tristeza y la angustia de los hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de todos los afligidos, son también gozo y esperanza, tristeza y angustia de los discípulos de Cristo y no hay nada verdaderamente humano que no tenga resonancia en su corazón”. [4] Lo que los textos del Nuevo Testamento quieren expresar con la palabra resurrección es la clave de todo el mensaje cristiano. Ya afirmamos en el comentario de la semana anterior que este hecho es mucho más que la reanimación de un cadáver. Sin esa Vida que trasciende la vida, nada de lo que se propone en el Evangelio tendría sentido.  Lo que estos escritos quieren transmitir es el testimonio de que Él vive, que eso incide decisivamente en sus vidas, hasta el punto de resultar todos ellos radicalmente renovados[5] en su ser y en su quehacer. Son asumidos pascualmente por el Resucitado: “Al ver esto, caí a sus pies, como muerto, pero El, tocándome con su mano derecha, me dijo: No temas, yo soy el Primero y el Ultimo, el Viviente. Estuve muerto, pero ahora vivo para siempre y tengo la llave de la Muerte y el Abismo[6].

Así, podemos decir que “la cosa empezó en Galilea[7], el origen del cristianismo no parte de una nueva normativa religiosa sino de una vivencia carismática.  Es una profecía de Dios, mediada en Jesús de Nazaret, sucedida en la historia real de un pueblo concreto, humillado y ofendido por la pobreza, por la dominación romana y por el maltrato sistemático procedente de sus líderes religiosos, En esa marginalidad acontece la Pascua, y son esos pescadores galileos el punto de partida del hecho cristiano en la historia de la humanidad.[8]

Un elemento muy importante que preocupa mucho a quien escribe estas letras semanales es el del lenguaje religioso que se torna formal, ideológico, abstracto, de bajo poder significativo. Pregunta a partir de esto para que ustedes respondan: si a aquellos pescadores y campesinos galileos les llegó un lenguaje tan fascinante, tan totalizante, ¿qué tenemos que hacer en nuestro tiempo para que muchos también se dejen tomar por ese altísimo nivel de fascinación?

Se transforma en gozo el miedo de los discípulos: “Al atardecer de ese mismo día, el primero de la semana, estando cerradas las puertas del lugar donde se encontraban los discípulos, por temor a los judíos, llegó Jesús y poniéndose en medio de ellos, les dijo: ¡La paz esté con Ustedes! Mientras decía esto les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor[9].

Los relatos de apariciones que traen los cuatro evangelistas son la base de esta credibilidad.[10]  En ellos descubrimos estos cinco elementos:

  1. Jesús se hace presente en situaciones de la vida real. Su nueva manera de presencia no tiene nada que ver con el templo ni con sus ritos religiosos: “…llegó Jesús y, poniéndose en medio de ellos, les dijo: la paz esté con Ustedes[11]. El movimiento cristiano no empezó su andadura histórica como una nueva religión, sino como una forma de vida inspirada en el Reino de Dios y su justicia,[12] elemento central del mensaje de Jesús. A los primeros cristianos se les persiguió por ateos, porque depositaban la garantía de su vida en ese Jesús de Nazaret considerado blasfemo y hereje por quienes lo condenaron. En esa realidad problemática entra pascualmente el Señor Jesús para dar vida y plenitud de sentido.
  2. Jesús sale al encuentro inesperadamente, es El quien toma siempre la iniciativa, la presencia que experimentan no es una fantasía colectiva; quedan muy sorprendidos cuando empiezan a tener la experiencia de su nueva cualidad de vida, [13] porque fue tal su abatimiento que no estaba dentro de sus perspectivas el paso de la muerte a la vida. Este hecho es total gratuidad, los maravilla: “Mientras decía esto, les mostró sus manos y su costado. Los discípulos se llenaron de alegría cuando vieron al Señor. Jesús les dijo de nuevo: ¡la paz esté con Ustedes![14]
  3. El saludo que les da Jesús significa su cercanía y amistad con ellos, su interés por cada uno de los discípulos. No es un  suceso de espectacularidad individual en el que el único beneficiado es Jesús porque todo lo suyo es vida para todos, como el ser de Dios que es el más pleno ejercicio de alteridad: “No ruego solamente por ellos, sino también por los que, gracias a su palabra, creerán en mí. Que todos sean uno: como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, que también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Yo les he dado la gloria que tú me diste, para que sean uno como nosotros somos uno – yo en ellos y tú en mí – para que sean perfectamente uno y el mundo conozca que tú me has enviado, y que los has amado a ellos como me amaste a mí[15].
  4. Hay un reconocimiento que en ellos se da en medio de vacilaciones. En el relato que trae Juan este domingo esa incredulidad se pone de manifiesto en una figura concreta, Tomás. A este discípulo tradicionalmente se le señala por reaccionar negativamente ante el Resucitado: “Tomás, uno de los Doce, de sobrenombre el Mellizo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Los otros discípulos le dijeron: ¡Hemos visto al Señor! El les respondió: si no veo la marca de los clavos en sus manos, si no pongo el dedo en el lugar de los clavos y la mano en su costado, no creeré[16]. Pero les propongo darle una oportunidad a Tomás: ¿no será su incredulidad una sincera inquietud por la verdad? ¿La de Jesús?

Reciben una misión, que no es ocurrencia de ellos sino mandato de Jesús. En efecto, el anuncio misionero de la Buena Noticia fue práctica constante en la primera comunidad. Aquella Iglesia Apostólica no poseía este tipo de seguridades que hemos adquirido con el paso de los siglos, su garantía fue el mismo Señor Resucitado, la experiencia que tuvieron de Él fue de tal intensidad que no pusieron reparos para lanzarse a divulgarla y a fundar comunidades inspiradas en el proyecto de vida de Jesús.

[1] PAPA JUAN PABLO II. Carta Apostólica Salvifici Doloris sobre el valor salvífico del sufrimiento. Libreria Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1984. SANTACRUZ-VERA, Dalia Jacqueline; BOLÍVAR-RAMÍREZ, Marisol. Sentido de la vida y del sufrimiento, una tarea personal. En Apuntes de Bioética volumen 4, número 1; páginas 5-22. Universidad Santo Toribio de Mogrovejo. Lima, 2021. FRANKL, Viktor. Ante el vacío existencial. Herder. Barcelona, 2021. CABRESTERO, Teófilo. Entre el sufrimiento y la alegría: nuestra experiencia actual y la experiencia de Jesús de Nazaret. Desclée de Brower. Bilbao, 2009. MARTÍNEZ MARTÍNEZ, Juan Pablo. El sufrimiento en la vida. Reflexiones en torno a la esencia humana a partir de Michel Henry. Trabajo de grado para obtener el título de Doctor en Filosofía. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2017. MOORE, Thomas. Las noches oscuras del alma. Urano. Barcelona, 2014.

[2] BRAVO ALVAREZ, Gonzalo. El discipulado post-pascual. En Veritas volumen 4, número 20; páginas 9-28. Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Valparaíso, marzo 2009. PALUMBIERI, Sabino. Vía Lucis. Testigos del Resucitado. En https://www.vialucis.org/images/pdf/Via-Lucis-Spagnolo-Comunita.pdf MESSORI, Vitorio. Dicen que ha resucitado. Rialp. Madrid, 1997. GARCÍA PÉREZ, José Miguel. Resucitó. Encuentro. Madrid, 2024. LÓPEZ PEÑALBA, Jaime. La identidad entre la experiencia de Jesús y la experiencia de los discípulos. En Teología y Catequesis número 141; páginas 109-132. Universidad Eclesiástica San Dámaso. Madrid, 2018.

[3] AGUIRRE MONASTERIO, Rafael. La memoria de Jesús y los cristianismos de los orígenes. Verbo Divino. Estella, 2015; Así empezó el cristianismo. Verbo Divino. Estella, 2010. THEISSEN, Gerd. La religión de los primeros cristianos. Sígueme. Salamanca, 2002. MÜLLER, Ulrich B. El origen de la fe en la resurrección de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2003. CROSSAN, John Dominic. El nacimiento del cristianismo: qué sucedió en los años posteriores a la ejecución de Jesús. Sal Terrae. Santander, 2002. SCHYLLEEBECKX, Edward. Jesús, la historia de un viviente. Cristiandad. Madrid, 1993. KÜNG, Hans. Lo que yo creo. Trotta. Madrid, 2011.

[4] CONCILIO VATICANO II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el mundo moderno Gaudium et Spes, número 1. Edición de la Biblioteca de Autores Cristianos BAC, página 229. Madrid, 1996.

[5] OSPINA ARIAS, Diego Fernando. El seguimiento transformante de Cristo Jesús, categoría fundante para la teología moral fundamental. Tesis para obtener el título de doctor en teología. Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología. Bogotá, 2014. GUILLET, Jacques. El Jesús de los discípulos. Mensajero. Bilbao, 1998. PAGOLA, José Antonio. Cristo Resucitado es nuestra esperanza. PPC. Buenos Aires, 2017.

[6] Apocalipsis 9: 17-18

[7] EVELY, Louis. La cosa empezó en Galilea: meditaciones sobre el evangelio según el año litúrgico,  Sígueme.  Salamanca 1975.

[8] RICHARD, Pablo. El movimiento de Jesús antes de la Iglesia: una interpretación liberadora de los Hechos de los Apóstoles.  Sal Terrae. Santander, 1998. THEISSEN, Gerd. Sociología del movimiento de Jesús: el nacimiento del cristianismo primitivo. Sal Terrae. Santander, 1979. PIÑERO, Antonio (Editor). Orígenes del cristianismo: antecedentes y primeros pasos. El Almendro. Córdoba, 1991. HOORNAERT, Eduardo. La memoria del pueblo cristiano: una historia de la Iglesia en los tres primeros siglos. Paulinas. Madrid, 1986. HURTADO, Larry W. Destructor de los dioses: el cristianismo en el mundo antiguo. Sígueme. Salamanca, 2017.

[9] Juan 20: 19-20

[10] NORATTO GUTIÉRREZ, José Alfredo. El lenguaje de las manifestaciones del Resucitado y su sentido a partir de los textos fundamentales del Nuevo Testamento. En revista Cuestiones Teológicas volumen 40 número 94 páginas 289-322. Universidad Pontificia Bolivariana, Facultad de Teología. Medellín,  julio-diciembre 2013.

[11] Juan 20: 19

[12] BERNABÉ, Carmen. Entrada Reino de Dios en FLORISTÁN, Casiano & TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Conceptos fundamentales del cristianismo, páginas 1122-1137. Trotta. Madrid, 1993. DODD, Charles. Las parábolas del reino. Cristiandad. Madrid, 1974. SOBRINO, Jon. Centralidad del reino de Dios en la teología de la liberación. En ELLACURÍA, Ignacio & SOBRINO, Jon. Mysterium Liberationis: conceptos fundamentales de la teología de la liberación, páginas 467-510. UCA Editores. San Salvador, 2008.

[13] LEON-DUFOUR, Xavier. Resurrección de Jesús y mensaje pascual. Sígueme. Salamanca, 1976.

[14] Juan 20: 20-21

[15] Juan 17: 20-23

[16] Juan 20: 24-25

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Homilías del autor

Homilías

25
MAY

“Si alguno me ama, guardará mi palabra , y mi Padre le amará ; y vendremos a él y haremos morada en él”

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18
MAY

“En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros”

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11
MAY

“Mis ovejas escuchan mi voz, yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy Vida eterna; ellas no perecerán jamás y nadie las arrebatará de mis manos”

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4
MAY

“Ellos abandonaron el Sanedrín contentos por haber sido considerado dignos de sufrir ultrajes por el Nombre. Ni un solo día dejaban de enseñar en el Templo y por las casas, y de anunciar la Buena Nueva de que Jesús es el Cristo”

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20
ABR

“Ellos le dieron muerte colgándolo de un madero. Pero Dios lo resucitó al tercer día e hizo que se apareciese, no a todo el pueblo, sino a los testigos designados de antemano por Dios: a nosotros, que comimos y bebimos con Él después de su resurrección”

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