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“Está escrito que el hombre no vive de sólo pan….Está escrito : Al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto…Está dicho que no pondrás a prueba al Señor tu Dios”

Comunitas Matutina

Primer domingo de Cuaresma Ciclo C

Lecturas:

  1. Deuteronomio 26: 1-11
  2. Salmo 90
  3. Romanos 10: 8-13
  4. Lucas 4: 1-13

 

Jesús, en cuanto humano, experimentó las poderosas presiones de la cultura de su tiempo, la seducción del poder, de la espectacularidad, de la fama, del prestigio, de llamar la atención para ser aplaudido y reconocido. Eso es lo que propone el texto evangélico del primer domingo de cuaresma, hoy en la versión de Lucas. Mucha gente le seguía y buscaba con afán para que diera respuesta a sus muchas carencias, sufrimientos, enfermedades, vacíos de sentido, abandonos. Se “volvió importante, muy importante” para esa pobrecía tan castigada y humillada por los poderes religioso y político de Palestina, se hizo famoso y necesario para muchos. Fama halagadora que le podía apartar de su misión, del Reino de Dios y su justicia; es totalmente intencional que los tres evangelios sinópticos pongan esta escena antes del comienzo del ministerio público de Jesús, indicando así las pautas determinantes de su misión.  Parte significativa de la encarnación es esta de ser “tentado” por el vano honor del mundo: él, semejante a nosotros en todo menos en el pecado, como dice bellamente la tradición cristiana, con el forcejeo interno ante las propuestas del mal espíritu, pero con la libertad profética para rechazar de plano el acoso del maligno, y para afirmar el absoluto de Dios que hace relativas y ubica en su justo lugar las pretensiones humanas de vanagloria y de poder.  Hermoso texto de soberanía para iniciar el tiempo de cuaresma, que, por supuesto, nos implica, poniéndonos a revisar las presiones y tentaciones que experimentamos, el manejo que damos a nuestra libertad. [1] Con realismo encarnatorio Jesús expone un aspecto permanente de nuestra condición humana, siempre asediados por lo que deshumaniza, siempre llamados a la libertad teologal para afirmar con vehemencia aquello de ser “heridos de infinito”. [2]

El tiempo de cuaresma es ámbito propicio para examinar el ejercicio de nuestra libertad, de verificar con el sentido crítico que proviene del Espíritu aquellas ofertas que, bien llamativas y sofisticadas, se nos presentan como “ángel de luz”, según la expresión ignaciana, bien argumentadas y justificadas, pero empeñadas en minar nuestra autonomía, en golpear nuestra dignidad, en envolvernos con sus fantasías y falsos atractivos. [3] Contrastar estas vivencias nuestras con las de Jesús es ejercicio altamente saludable para situarnos en la lógica de la conversión, tarea espiritual que no se limita al tiempo cuaresmal, faena interior de todos los días de la vida, crecimiento y maduración continuos hacia Dios y hacia el prójimo.

Con extraordinaria sencillez en su formulación, pero con no menor profundidad, el Papa Francisco nos señala unas pistas esenciales para vivir consistentemente este tiempo de cuaresma que ahora comenzamos:

  • “Con demasiada frecuencia prevalecen en nuestra vida la avidez y la soberbia, el deseo de tener, de acumular y de consumir, como muestra la parábola evangélica del hombre necio, que consideraba que su vida era segura y feliz porque había acumulado una gran cosecha en sus graneros.[4] La Cuaresma nos invita a la conversión, a cambiar de mentalidad para que la verdad y la belleza de nuestra vida no radiquen tanto en el acumular cuanto en sembrar el bien y compartir”. [5]
  • “Sembrar el bien para los demás nos libera de las estrechas lógicas del beneficio personal y da a nuestras acciones el amplio alcance de la gratuidad, introduciéndonos en el maravilloso horizonte de los benévolos designios de Dios”. [6]

El Papa nos está invitando a vivir con intensidad la ética de la projimidad, la que Jesús nos propone en su Evangelio, asumiendo algunas conductas puntuales como recurso pedagógico para proyectarlas a la totalidad de nuestra vida, también ofreciéndonos la alternativa liberadora de la sobriedad y de la austeridad.  Ser prójimo del que sufre no es cuestión ocasional ,  para quien decide tomar en serio este camino se constituye en   asunto normativo, configurador de su opción fundamental.[7] Aquí reside el gran criterio del Señor para evaluar la vida de una persona,  como lo propone en el capítulo 25 de Mateo: “Les aseguro que cada vez que lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, lo hicieron conmigo”, [8] “Les aseguro que cada vez que no lo hicieron con el más pequeño de mis hermanos, tampoco lo hicieron conmigo”. [9]

Las renuncias cuaresmales, todas las renuncias cristianas, son siempre a favor del Otro y de los otros.

Dios es absoluto para que  seamos libres de todos los absolutos. [10] Los humanos somos asediados constantemente por realidades que se nos presentan como seductoras : el dinero, la comodidad material, la capacidad adquisitiva, el poder, el dominio tiránico sobre los demás, el consumismo, el ego exaltado desconociendo la comunión con el prójimo y con la naturaleza, las estratagemas maquiavélicas para lograr los propios intereses, el sexo desvinculado del amor, la espectacularidad, la fama, el éxito, la fascinación  ante nuestros logros, la exhibición de títulos y de indicadores de reconocimiento,  el desprecio por lo débil, la incapacidad para el servicio y la abnegación, la sociedad del espectáculo, el hedonismo desenfrenado, y tantas otras evidencias en las que, pretendiendo encontrar sentido y felicidad, nos hacemos menos humanos e hipotecamos nuestra dignidad.

Tal es la clave para “leer” y apropiar la experiencia de Jesús en el desierto. Tiene todo el sentido que se proclame como texto programático del tiempo de cuaresma, en el que se nos invita a un giro radical de la vida, que en buen lenguaje cristiano llamamos conversión. Esta no puede quedar reducida a las clásicas prácticas propias de este tiempo, a menudo empobrecidas por carencia de contenido: la gran cruz de ceniza marcada en la frente, el cambio de la carne de res por pescado en los días viernes, las limosnas ocasionales, y algunos rezos como el vía crucis o similares. No condenamos estas prácticas religiosas, pero sí recordamos que ellas se cargan de significado si están respaldadas por la resuelta intención de dejarnos tomar por Dios y por el prójimo.

La vida humana se presenta siempre como un combate entre dos tendencias de nuestro ser: lo instintivo-biológico y lo espiritual-trascendente. Esto lo vive Jesús en el relato que nos ocupa este domingo. El mito del mal se personifica en el diablo, con este lenguaje no se alude a una entidad personal sino al “misterio de iniquidad”, el mal que fractura la armonía original de la humanidad y de toda la realidad.[11] Es la arrogancia nuestra que, llevada a extremos, deriva en hechos como los totalitarismos políticos e ideológicos, la segregación racial, los modelos económicos carentes de humanismo, los fundamentalismos religiosos, la destrucción de la casa común.  Dios es vinculante, el diablo es lo des-vinculante. Ceder a la tentación de lo diabólico es ir en contra de nuestra realización como seres humanos, negar con crecida soberbia nuestra vocación de hijos y de hermanos.

Por todo esto, la cuaresma con su relato inaugural de las tentaciones de Jesús en el desierto, es un desvelamiento crítico de estos ídolos y una rebeldía contra el desorden establecido.

Miremos el relato y detectemos sus significados:

  • “Jesús, lleno del Espíritu Santo, se alejó del Jordán y se dejó llevar por el Espíritu en el desierto, durante cuarenta días, mientras el diablo lo ponía a prueba. En ese tiempo no comió nada, y al final sintió hambre. El diablo le dijo: si eres Hijo de Dios dí a esa piedra que se convierta en pan. Le replicó Jesús: está escrito que el hombre no vive de sólo pan[12]. Lo que insinúa el diablo es que se valga de su divinidad en provecho propio, siguiendo esa mentalidad de poder tan común en el mundo en todos los tiempos de la historia; aproveche su poder para satisfacer el ego, los instintos, la materialidad, el deseo de privilegios, niegue la filiación y la fraternidad contenidas en su ser. Con su escueta respuesta, Jesús afirma que la prioridad del ser humano, la suya propia, no está en la absolutización y en la satisfacción de esa materialidad. Su condición de Hijo de Dios lo remite a una permanente y creciente trascendencia hacia el Padre vía prójimo. [13]
  • “Después lo llevó a una cima y le mostró en un instante todos los reinos del mundo. El diablo le dijo: te daré todo ese poder y su gloria, porque a mí me lo han dado y lo doy a quien quiera. Por tanto, si te postras ante mí, todo será tuyo. Le replicó Jesús: Está escrito, al Señor tu Dios adorarás, a él solo darás culto[14]. El poder es la idolatría suprema y tiene como correlato la opresión y la deshumanización de muchos, la historia humana abunda en evidencias de esta naturaleza. Adorar al único Dios no significa dar incienso a un dios exterior, es “adorar al Padre en espíritu y en verdad”[15]. El culto auténtico a Él es la vida de cada uno, en coherencia, rectitud y amor, la que nos hace más y más humanos y nos lleva a que esto sea posible para todos. Para no caer en la tentación de aprovecharnos de los demás debemos hacer ejercicios de donación voluntaria de lo que somos y tenemos, hasta que se conviertan en proyecto de vida.
  • “Entonces lo condujo a Jerusalén, lo colocó en el alero del templo y le dijo: si eres Hijo de Dios, tírate abajo desde aquí, pues está escrito que ha dado órdenes a sus ángeles para que te guarden, y te llevarán en sus palmas, para que tu pie no tropiece en la piedra. Le replicó Jesús: está dicho que no pondrás a prueba al Señor tu Dios[16]. Realiza un acto espectacular, que todo el mundo vea y alabe tu grandeza. Todos te ensalzarán y tu vanagloria será desbordante. Jesús responde: deja a Dios ser Dios, esta condición – así lo revela el mismo Señor – es la del abajamiento, la de la ofrenda de la vida, la de la cruz, la de caminar solidariamente con los desheredados, la de negarse a todo lo que signifique honor y fama.

El tradicional trinomio cuaresmal: ayuno, limosna, oración, encuentra aquí su soporte y fundamento, insistiendo en que no se pueden quedar como prácticas puntuales sino como inspiradoras de nuestros proyectos de vida, tal como Jesús lo propone en las bienaventuranzas. Estar siempre en plan de mesa compartida,  en condiciones de equidad para todos, de modos de vida austeros y cuidadosos con la naturaleza, de reconocimiento  del valor de cada persona  de disposición para escrutar la voluntad del Padre en una experiencia densa de oración y discernimiento, siempre conectados con  la realidad social e histórica, para realizar en ellas las señales del reino de Dios y su justicia, también afirmando nuestra libertad ante los acosos del consumismo, templando el espíritu en modo de sobriedad, haciendo de nuestras prácticas penitenciales una proyección de solidaridad con los más necesitados.

El relato de las tentaciones también marca una relación de diferencia y superación de Jesús con respecto a Israel. El Evangelio de Lucas expresa en tres tentaciones, inspiradas en las que tuvo el pueblo en el desierto, las mismas que habría experimentado Jesús en su ministerio público. Allí donde Israel no supo y no quiso hacer la voluntad de Dios, Jesús – en contraste – surge fiel, verdadero Hijo como ya el relato del bautismo lo había mostrado. Esto confirma la intención cristológica del texto.

También es digno de mención, porque es un aspecto esencial del asunto, que la negativa de Jesús a las propuestas diabólicas es una afirmación de su ser para los otros. El ser Hijo de Dios tiene sentido en la medida en que todo él es para los seres humanos, su condición de tal está sustancialmente vinculada con su misión de servicio, de tal manera que en su proceder no puede haber nada que sea afirmación de sí mismo, privilegios, fama, éxito. Todo su ser trasciende hacia el Padre y hacia el hermano.[17] Jesús es el que, en nombre de Dios Padre, existe a favor de los demás, y ese favorecimiento es siempre salvífico y liberador.  La tentación vuelve a la persona sobre sí misma, la hace autorreferencial, la lleva a prescindir del sentido de comunión y de servicio. Por eso Jesús, al afirmar el absoluto de Dios afirma el absoluto del amor, la única realidad que hace posible la salvación y la plenitud de sentido para el ser humano, asumido como hijo de Aquel.

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Bibliografía

[1] JUSTO, Emilio J. La libertad de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2014. DUQUOC, Cristian. Jesús, hombre libre. Sígueme. Salamanca, 1979. CABESTRERO, Teófilo. Pero la carne es débil. Antropología de las tentaciones de Jesús y de nuestras tentaciones. Desclée de Brower. Bilbao, 2007. RAHNER, Karl. La gracia como libertad. Herder. Barcelona, 2008. TENA MONTERO, Pablo. Los relatos sinópticos de la tentación de Jesús. Redacción y teología. En https://www.repositorio.sandamaso.es/bitstream/123456789/4600/1/01-tena.relatos.289.309.pdf  WAGNER DE REYNA, Alberto. La tentación de Jesús. En https://www.acuedi.org/ddata/6482.pdf KNORZER, Wolfgang. “Y entonces creeremos en ti”.  La tentación de Jesús y la tentación del cristiano. En https://www.seleccionesdeteologia.net/assets/pdf/042_05.pdf

[2] ESQUIROL, Josep María. Humano más humano. Una antropología de la herida infinita. Acantilado. Barcelona, 2021. RICOEUR, Paul. Finitud y culpabilidad. Trotta. Madrid, 2014. RODRÍGUEZ PANIZO, Pedro. Rumor de eternidad: en torno a la fe, la razón y el tiempo. Sal Terrae. Santander, 2022.

[3] RODRÍGUEZ OSORIO, Hermann. El discernimiento en los ejercicios. Las reglas de discernimiento de San Ignacio de Loyola. Guía para orientar al ejercitante en su proceso de discernimiento GARCÍA DOMÍNGUEZ, Luis María. Las afecciones desordenadas: influjo del subconsciente en la vida espiritual. Mensajero; Sal Terrae. Bilbao, Santander, 1999. CABARRÚS, Carlos Rafael. La mesa del banquete del reino. Criterio fundamental del discernimiento. Desclée de Brower. Bilbao, 1998.

[4] Lucas 12: 16-21

[5] Mensaje del Papa Francisco para la CUARESMA 2022, página 1.  En https://www.vatican.va/francesco/content/es/messages/lent/documents/20211111-messaggio-quaresima2022.html

[6] Ibidem, página 2

[7] GÓMEZ SERRANO, Pedro J. La projimidad evangélica. En https://www.escueladepastoral.org/wp-content/uploads/2014/04/LA-PROJIMIDAD-EVANGELICA-EPcJ-21-2.pdf  CAMPANA, Silvia Julia. De la projimidad a la hospitalidad: el rostro desnudo de la íntima vulnerabilidad. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/8365/1/projimidad-hospitalidad-campana.pdf  LAÍN ENTRALGO, Pedro. Teoría y realidad del otro. Revista de Occidente. Madrid, 1961. DÍAZ MATEOS, Manuel . Imágenes de Dios y dignidad humana. CEP. Lima, 2002.

[8] Mateo 25: 40

[9] Mateo 25: 45

[10] AROS VEGA, Jorge. La autocomunicación absoluta de Dios en sí mismo según Karl Rahner. En Veritas Revista de Filosofía y Teología, número 25, páginas 133-151. Pontificio Seminario Mayor San Rafael. Valparaíso, septiembre 2011. REINHOLD, Bernhardt. La pretensión de absolutez del cristianismo. Desclée de Brower. Bilbao, 1998. MARION, Jean Luc. El ídolo y la distancia. Sígueme. Salamanca, 1999.

[11] NEUSCH, Marcel. El enigma del mal. Sal Terrae. Santander, 2010. BRAVO LAZCANO, Carlos. El problema del mal. Pontificia Universidad Javeriana.  Bogotá, 2006. DALFERTH, Ingol. El mal: un ensayo sobre el modo de pensar lo inconcebible. Sígueme. Salamanca, 2018.

[12]Lucas 4: 1-4.

[13] LUCAS, Juan de Sahagún. Dios, horizonte del hombre. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 1994. MARDONES, José María. Matar a nuestros dioses: un Dios para un creyente adulto. PPC. Madrid, 2006. VALLÉS, Carlos. Dejar a Dios ser Dios: imágenes de la divinidad. Sal Terrae. Santander, 1987. MARCIEL, Paloma & VIDAL, Fernando. Busco tu rostro: las falsas imágenes de Dios. En https://www.studylib.es/doc/5647443/las-falsas-imagenes-de-dios MARTÍNEZ DE LA LAMA, Enrique. Dios deformado. Imágenes falsas de Dios. CCS. Madrid, 2006. MACHOVEC. Milan. Jesús para ateos. Sígueme. Salamanca, 1977. ARIAS, Juan. El Dios en quien no creo. Sígueme. Salamanca, 1980.

[14]Lucas 4: 5-8

[15]Juan 4: 23-24

[16]Lucas 4: 9-12

[17] ARRUPE, Pedro. Hombres y mujeres para los demás. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2015. PAPA FRANCISCO. Carta Encíclica Fratelli Tutti. Todos hermanos. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2020. TORRES SERRANO, Juan Manuel. La proexistencia: un modo de ser y de hablar de Dios en el contexto latinoamericano. En Revista Iberoamericana de Teología, volumen 6, número 10; páginas 25-48. Universidad Iberoamericana. Ciudad de México, enero-junio 2010.

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