La falsa y la verdadera riqueza

El mensaje del domingo

XVIII Domingo del Tiempo Ordinario. Ciclo C – Agosto 3 de 2025

Lecturas: Eclesiastés 1,2; 2,21-23; Colosenses 3, 1-5.9-11; Lucas 12, 13-21

En aquel tiempo, uno de entre la gente le dijo a Jesús: “Maestro, dile a mi hermano que reparte conmigo la herencia”. Él le contestó: “Hombre, ¿quién me ha nombrado juez o árbitro entre ustedes?” Y dijo a la gente: “Miren: guárdense de toda clase de codicia. Pues, aunque uno ande sobrado, su vida no depende de sus bienes”. Y les propuso una parábola: “Un hombre rico tuvo una gran cosecha, y empezó a echar cálculos: ¿Qué haré? No tengo dónde almacenar la cosecha. Y se dijo: Haré lo siguiente: derribaré los graneros y construiré otros más grandes, y almacenaré allí todo el grano y el resto de mi cosecha. Y entonces me diré a mí mismo: ‘Hombre, tienes bienes acumulados para muchos años: túmbate, come, bebe y date buena vida’. Pero Dios le dijo: ‘Necio, esta noche te van a exigir la vida. Lo que has acumulado, ¿de quién será?’. Así será el que amasa riqueza para sí y no es rico ante Dios” (Lucas 12, 13-21).

Jesús no desperdiciaba las oportunidades que se le ofrecían para invitar a quienes lo escuchaban a orientar su vida en la onda del reino de Dios. En esta ocasión, ante la solicitud que le hace “uno de entre la gente” pidiéndole que le ordene a su hermano repartir su herencia con él, aprovecha la ocasión para invitar a quienes lo seguían a descubrir cuál es la falsa riqueza y cuál es la verdadera.

  1. “Guárdense de toda clase de codicia”

El libro del Eclesiastés 1,2; 2,21-23), del que está tomada la primera lectura, comienza diciendo: “Vanidad de vanidades, todo es vanidad”. La palabra de Dios en este escrito bíblico sapiencial nos invita a considerar que, siendo las riquezas materiales pasajeras, la verdadera sabiduría implica reconocer lo que es auténticamente valioso para nuestra vida.

San Ignacio de Loyola (1491-1556), cuya fiesta se celebró el pasado 31 de julio, y quien durante su convalecencia después de ser herido por una bala de cañón en 1521 decidió emprender una vida nueva desprendiéndose de toda ambición terrenal, indica en sus Ejercicios Espirituales que la primera tentación que suele presentárseles a todos los seres humanos es la “codicia de riquezas”, “para que más fácilmente vengan a vano honor del mundo, y después a crecida soberbia” [EE-142].

Este es precisamente el sentido de lo que dice Jesús en el Evangelio de hoy – “Guárdense de toda clase de codicia”-, ilustrándolo con la parábola del hombre rico que puso toda su confianza en las posesiones materiales que había adquirido, sin tener en cuenta lo efímero de su existencia terrena.

 

  1. “Necio … Lo que has acumulado, ¿de quién será?”

Las cuentas que comienza a hacer el hombre rico de la parábola son una muestra de lo que ocurre cuando una persona se deja llevar por la ambición de poseer y acumular riquezas materiales En sus cálculos sólo entra él. Por ninguna parte aparece en su mente, y mucho menos en su corazón, la idea de compartir sus bienes o de hacer algo productivo por los demás, ni siquiera por sus seres queridos, pues pareciera que ni los tiene. Sólo piensa en sí mismo.

Por eso la pregunta que le hace Dios al final tiene la finalidad de bajarlo de esa nube: Lo que has acumulado, ¿de quién será? Es una pregunta que nos invita a reconocer lo transitorio de la vida y, a partir de este reconocimiento, cambiar las actitudes egoístas y codiciosas por la disposición a buscar lo que es verdaderamente valioso en una perspectiva de eternidad.

El Salmo responsorial de este domingo [Salmo 90 (89)] contiene una frase que también puede relacionarse con la parábola del Evangelio: Enséñanos a calcular nuestros años, para que adquiramos un corazón sensato. Se trata de una petición de sabiduría para reconocer que la vida presente es pasajera, y por tanto lo que importa es aprovecharla para enriquecernos con los bienes espirituales que tienen un valor perdurable, no para acumular en forma egoísta riquezas materiales que no podremos llevarnos al más allá, como pretende hacerlo el hombre necio, es decir, insensato.

 

  1. “Así será -necio, insensato- el que amasa riqueza para sí y no es rico ante Dios”

En la segunda lectura, tomada de la carta de san Pablo a los Colosenses (3, 1-5.9-11), el apóstol les hace a los cristianos de la ciudad de Colosas, situada en el Asia Menor (hoy Turquía), una invitación que es también para todos nosotros: “Aspiren a los bienes de arriba, no a los de la tierra (…). Despójense de la vieja condición humana, con sus obras, y revístanse de la nueva condición”.

Entre las características de la vieja condición, que corresponde a la realidad del pecado previa a la conversión a Dios y que no es acorde con su voluntad, incluye san Pablo la codicia y la avaricia. Y con respecto a la avaricia, dice que es una idolatría. En efecto, quien se deja esclavizar por la ambición de poseer riquezas materiales se convierte en adorador del falso dios dinero. ¡Qué lamentable es la vida de quienes se postran ante este ídolo, entregándole y sacrificándole todo, dejándose arrastrar hacia la corrupción, la mentira, el robo, la traición a la familia y a los amigos, la explotación de las personas, hasta llegar incluso a la violencia y a los crímenes más abominables!

Así será el que amasa riqueza para sí y no es rico ante Dios”, termina diciendo Jesús refiriéndose al hombre insensato de la parábola. Ahora bien, ¿qué es ser rico ante Dios? Para responder a esta pregunta, conviene tener en cuenta lo que sigue en el mismo capítulo 12 del Evangelio según san Lucas: Jesús invita a quienes lo siguen a no andar preocupados por la búsqueda de lo material como si fuera el fin supremo de esta vida, sino a buscar ante todo “el reino de Dios y su justicia”. Porque si buscamos primero el reino de Dios, que es reino de justicia, de amor y de paz, todo lo demás se nos dará por añadidura (cf. Lucas 12, 22-31), es decir, obtendremos lo que verdaderamente necesitamos, no sólo para la vida presente, sino para la eterna. Así sea.

Compartir en redes

Homilías del autor

Homilías

9
NOV

¿Qué significa creer en la resurrección?

Ver más
2
NOV

«Un encuentro transformador»

Ver más
26
OCT

«El que se humilla será enaltecido»

Ver más
26
OCT

“(…) por considerarse justos, despreciaban a los demás”.

Ver más
12
OCT

«El valor de la gratitud»

Ver más
Ir al contenido
Jesuitas Colombia
Resumen de privacidad

Esta web utiliza cookies para que podamos ofrecerte la mejor experiencia de usuario posible. La información de las cookies se almacena en tu navegador y realiza funciones tales como reconocerte cuando vuelves a nuestra web o ayudar a nuestro equipo a comprender qué secciones de la web encuentras más interesantes y útiles.