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“Rema mar adentro y echen las redes”

El mensaje del domingo

V Domingo del Tiempo Ordinario Ciclo C

Lecturas: Isaías 6,1-8; 1 Corintios 15,1-11; Lucas 5,1-11

La gente se agolpaba alrededor de Jesús para oír la Palabra de Dios. Estando Él a orillas del lago de Genesaret vio dos barcas que estaban junto a la orilla: los pescadores habían desembarcado y estaban lavando las redes. Subió a una de las barcas, la de Simón, y le pidió que la apartara un poco de tierra. Desde la barca, sentado, enseñaba a la gente. Cuando acabó de hablar, dijo a Simón: “Rema mar adentro, y echen las redes para pescar”. Simón contestó: “Maestro, nos hemos pasado la noche bregando y no hemos cogido nada; pero, por tu palabra, echaré las redes”. Y puestos a la obra, hicieron una redada de peces tan grande que reventaba la red. Hicieron señas a los socios de la otra barca para que vinieran a echarles una mano. Se acercaron a ellos y llenaron las dos barcas, que casi se hundían. Al ver esto, Simón Pedro se arrojó a los pies de Jesús diciendo: “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”. Y es que el asombro se había apoderado de él y de los que estaban con él, al ver la redada de peces que habían cogido; y lo mismo les pasaba a Santiago y a Juan, hijos de Zebedeo, que eran compañeros de Simón. Jesús dijo a Simón: “No temas: desde ahora serás pescador de hombres”. Ellos sacaron las barcas a tierra y, dejándolo todo, lo siguieron” (Lucas 5, 1-11).

Un gran poder de atracción ejercía Jesús entre la gente que “se agolpaba alrededor de Él para oír la Palabra de Dios” a orillas del lago de Genesaret o Tiberíades, también llamado “Mar de Galilea” por su extensión y profundidad. Y así como Jesús enseñaba a la gente desde la barca, y como realizó aquella pesca milagrosa en favor de sus discípulos que habían bregado toda la noche sin resultados positivos y después, gracias a Él, pudieron ver premiados sus esfuerzos, también a nosotros nos enseña y nos invita a confiar en su poder para lograr resultados positivos en las tareas que emprendemos.

1.  “Rema mar adentro”

Estas palabras de Jesús a Simón el pescador -a quien llamaría “Pedro” (Piedra) para significar la misión que le iba a confiar de ser fundamento de su Iglesia y conducirla como a una barca siendo su máximo representante en la tierra-, podemos escucharla como dirigida también a cada uno y cada una de nosotros.

En efecto, la frase “rema mar adentro”, más allá de su significado inmediato de buscar la pesca en altamar, donde se puede encontrar abundante, es una invitación que el Señor nos hace, mientras navegamos en las aguas de nuestra vida, en el sentido de asumir en profundidad la aventura de la fe sin quedarnos estancados en la orilla de una existencia superficial y por lo mismo improductiva.

2.  “Apártate de mí, Señor, que soy un pecador”

En la primera lectura el profeta Isaías, que vivió entre los años 765 y 695 antes de la era cristiana, relata su propia vocación reconociéndose pecador (6, 1-8). En la segunda lectura (1 Corintios 15, 1-11), el apóstol san Pablo, que no había conocido antes a Jesús, pero tuvo en el camino hacia Damasco una experiencia del Señor resucitado, reconoce que fue su gracia la que lo hizo convertirse, de perseguidor de la Iglesia naciente a propagador de la fe en Jesucristo.

En el Evangelio, Simón Pedro se reconoce también pecador y como tal, indigno de la cercanía de Dios; muy distinta era la actitud de los fariseos opositores de Jesús, quienes, haciendo gala del término “farisim” que ostentaban -los “separados” para no contaminarse-; en lugar de reconocer la necesidad que tenían de la misericordia divina, con su soberbia e hipocresía actuaban como si les dijeran a quienes consideraban inferiores a ellos: “apártense de mí, que soy santo”.

Como al profeta Isaías y como a los apóstoles Pedro y Pablo, también a nosotros nos ofrece el Señor la posibilidad de experimentar su misericordia. Él, a pesar de nuestra condición de pecadores -la que confesamos al iniciar la celebración eucarística-, se nos acerca y nos anima con su presencia compasiva. Escuchemos y sintamos la misericordia infinita del Señor que nos dice también como a Pedro: “No temas”.

3. “Desde ahora serás pescador de hombres” (…) “Y dejándolo todo, le siguieron”

La invitación del Señor a Simón Pedro a ser “pescador de hombres” es especialmente significativa por lo que implica esta forma simbólica de expresar la misión que les iba a dar a quienes serían sus apóstoles, es decir, sus enviados. La red repleta de peces es símbolo de la Iglesia fundada por Cristo, que inicialmente fue una pequeña comunidad, pero fue creciendo y desarrollándose a partir de la predicación de los apóstoles. Como a Simón Pedro, Jesús también nos llama y nos envía, a cada uno y cada una de nosotros con una vocación y una misión específicas, colaborar con Él mediante nuestro testimonio de vida en la tarea de motivar a las personas que podamos para construir juntos un mundo nuevo en el que todos vivamos como hermanos, hijos de un mismo Creador, poniendo cada cual todo cuanto esté de su parte.

Los Evangelios nos cuentan de distintas maneras cómo aquellos primeros discípulos siguieron a Jesús “dejándolo todo”. En otros pasajes nos dicen que lo hicieron “dejando las redes”. Así pues, confiando plenamente en Él, con la esperanza que no defrauda, a la que nos invita el papa Francisco en este Año Santo y, acogiéndonos al amparo de María santísima cuyo nombre significa “Estrella del Mar”; dispongámonos, por una parte, a “remar mar adentro”, y, por otra, a dejar nuestras redes, desenredándonos de todo cuanto nos impida seguir a Jesús para emplear las suyas, que son las del amor misericordioso.

Preguntas para la reflexión

1. ¿Qué siento que significa en este momento para mí la invitación del Señor que dice “rema mar adentro”?
2. ¿Cómo puedo aplicar a mi vida las actitudes de Isaías, Pedro y Pablo, y lo que Dios hace con ellos?
3. ¿Cuál siento que debe ser mi respuesta a la misión que Jesús me ha confiado y que hoy me renueva?

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