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Interpretar los signos de los tiempos

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ.

Cada uno de nosotros es experto en leer e interpretar determinados signos. Un médico, puede interpretar una radiografía, unos exámenes de laboratorio, una escanografía. Un ingeniero, puede interpretar adecuadamente unos planos eléctricos o hidráulicos. Un arquitecto interpreta correctamente un diseño. Los agricultores saben interpretar cuándo va a llover o cuando va a hacer sol. Conocen cuándo deben sembrar, cuándo abonar. Esto en las actividades ordinarias de la vida. Pasemos ahora al campo de nuestra experiencia de fe. También hay signos que debemos interpretar y las lecturas de este domingo nos invitan a ello. Analicemos.

Cada vez que nos acercamos a determinados ciclos del año, por ejemplo, fin y comienzo de un milenio o de un siglo, hay personas que hacen profecías, que anuncian calamidades, que nos hablan del fin de los tiempos. Si lo que predicen se cumpliera el mundo se habría acabado varias veces. Hemos visto películas que nos hablan de todas esas situaciones y de lo que, según los realizadores, va a suceder. Creo que nadie puede aventurarse a hacer ese tipo de anuncios, pues como dice el poeta “hermano, que morir tenemos; el cómo y el cuándo no lo sabemos”. Es una verdad de esas que podemos llamar “de a puño”, porque nos hace ser muy realistas, no ir más allá de lo que razonablemente se puede prever.

Me parece importante que no seamos trágicos, que coloquemos las cosas en su justo lugar, y que hagamos realidad lo que nos dice el evangelio de este domingo “nadie conoce el día ni la hora. Ni los ángeles del cielo ni el hijo; solamente el Padre”. Hay que saber entender lo que se nos dice al comienzo del texto evangélico “cuando lleguen aquellos días, después de la gran tribulación, la luz del sol se apagará, no brillará la luna, caerán del cielo las estrellas y el universo entero se conmoverá”. La clave de interpretación la da el mismo Jesús “cuando vean ustedes que suceden estas cosas, sepan que el fin ya está cerca, ya está a la puerta”. Por eso, la actitud de discernimiento y de interpretación de los signos de los tiempos es clave para el creyente. Las cosas se deben ver y leer desde la fe.

El profeta Daniel en la primera lectura nos dice “será aquel un tiempo de angustia, como no lo hubo desde el principio del mundo… los guías sabios brillarán como esplendor del firmamento, y los que enseñan a muchos la justicia, resplandecerán como estrellas por toda la eternidad”. Más aún, en el salmo responsorial repetimos “enséñanos, Señor, el camino de la vida”. Esto es lo que queremos expresar cuando decimos que interpretemos los signos de los tiempos. Como la madre que sabe lo que le sucede a su hijo enfermo, aunque no sepa de medicina, lo que le acontece a su hijo triste, aunque no sea psicóloga. Sabe leer e interpretar los signos porque tiene lo que llamamos “un sexto sentido”, una intuición o instinto maternal.

Qué diferente sería nuestra vida si aprendiéramos a leer e interpretar los signos que van apareciendo en el acontecer diario de nuestra vida. Creo que allí está uno de los secretos para lograr la meta que tiene todo ser humano: ser verdaderamente feliz. ¿Por qué no lo intentas de ahora en adelante?

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