La semana pasada, en Medellín, la comunidad del Noviciado San Estanislao de Kostka celebró dos acontecimientos que son motivo de alegría para todo el Cuerpo Apostólico. El martes 2 de julio, el novicio de segundo año Dayán Ospino Larrotta emitió sus votos del bienio en una eucaristía presidida por el P. Provincial, y con la compañía de jesuitas, familia y amigos. Dayán continuará su formación en la ciudad de Bucaramanga, donde finalizará sus estudios de Historia.
Al día siguiente, el miércoles 3 de julio, la comunidad recibió a seis jóvenes que previamente habían sido admitidos al noviciado por el P. Provincial. Llegados de Bogotá, Barranquilla, Floridablanca, Cali y Medellín, los pre-novicios de la Compañía de Jesús estarán viviendo, hasta el próximo 19 de julio, la experiencia de Primera Probación.
La comunidad del Noviciado agradece las expresiones de felicitación y cercanía que ha recibo a razón de estas celebraciones, y continúa invitando a unirse con sus oraciones por las vocaciones y la formación de los nuestros.
A continuación un sencillo testimonio de Dayán Ospino, SJ respecto a lo que ha significado esta ocasión de la emisión de los votos del bienio:
De la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño. “En este tiempo le trataba Dios de la misma manera que trata un maestro de escuela a un niño, enseñándole” [Autobiografía de San Ignacio de Loyola #27].
«Esta experiencia (la emisión de los votos del bienio) fue para mí un momento muy consolador y lleno de la presencia de Dios, ya que, en esta ceremonia tan especial para nosotros, los jesuitas, vinieron a mi mente rostros concretos llenos de sonrisas, que son la misma sonrisa de Dios. Recordé a las valientes mujeres indígenas que me acompañaron en mi mes de misión en Dabeiba, a las enfermeras de Barranquilla que me enseñaron a tratar con cariño a los enfermos del Hogar San José, y a los jóvenes de las comunas populares del Valle de Aburrá que, con su energía, me llevaron a soñar, junto con otros, lo imposible. Hoy, días después de haber hecho esta promesa a Dios, me siento animado por Él y por mis compañeros de comunidad. Con su mano y su cercano acompañamiento, me llevan de la misma manera que un maestro de escuela lleva a un niño, enseñándole y ayudándole a descubrir la nueva etapa de la vida que enfrenta. En mi caso, es la etapa de escolar jesuita que día a día voy descubriendo, en circunstancias atípicas, pero con la plena seguridad de sentir a toda la Compañía caminando a mi lado y ayudándome a dejarme moldear por el Señor, así como lo hizo en estos dos maravillosos años de noviciado.
Quiero agradecer de manera especial a mis hermanos jesuitas y compañeros (as) en la misión que, a pesar de la distancia, me acompañaron y continúan haciéndolo con sus oraciones y buenos deseos. Les pido que sigan orando por mí para que, con la gracia de Dios, pueda seguir respondiendo con generosidad a este llamado del Señor a ser un hombre para los demás en esta etapa de mi formación como escolar. A todos y todas, un abrazo cariñoso en el Señor Jesús».