Agosto 14: “Yo he venido a prender fuego en el mundo”

Domingo XX del Tiempo Ordinario – Ciclo C (Lucas 12, 49-53) –14 de agosto de 2022 Por: Hermann Rodríguez Osorio, SJ
herosj@hotmail.com Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida. Los niños querían saber sobre muchas cosas: cómo ser buenas personas, por qué había personas malas, por qué algunas personas hacen daño, pelean, son agresivos y violentos… Él les dijo: «Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí; es entre dos lobos. Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, competencia, superioridad, egolatría. El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, dulzura, generosidad, amistad, benevolencia, empatía, verdad, compasión y fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de cada uno de ustedes, y dentro de casi todos los seres de la tierra». Lo niños se quedaron pensando un rato esa realidad de la que el abuelo les estaba hablando. De pronto, uno de los niños preguntó a su abuelo: «¿Y cuál de los lobos ganará la pelea dentro de cada uno de nosotros?». El viejo cacique respondió: “simplemente… el que alimentes».
Esta historia del viejo cacique revela la lucha que existe en nuestro propio interior y en el mundo entero. Hay dos fuerzas enfrentadas entre sí que se disputan nuestras decisiones. Una de ellas tiene origen en Dios y la otra en el pecado. Jesús nos dice que no ha venido a traer paz a la tierra entre estas dos fuerzas, él ha venido a traer fuego. “Porque de hoy en adelante, cinco en una familia estarán divididos, tres contra dos y dos contra tres. El padre estará contra su hijo y el hijo contra su padre; la madre contra su hija y la hija contra su madre; la suegra contra la nuera y la nuera contra la suegra”.
Jesús no está hablando aquí de castigos o maldiciones a la humanidad. Está hablando de esta lucha que nos atraviesa interiormente y que atraviesa nuestras vidas y nuestras relaciones. Jesús no quiere una paz mal entendida entre estas fuerzas que se disputan nuestras decisiones y que lo hacían tambalear a él mismo: “Tengo que pasar por una terrible prueba, y ¡cómo sufro hasta que se lleve a cabo!”. Una paz a cualquier precio es un error descomunal. Ya sea entre grupos sociales, entre nuestras propias tendencias interiores, o en la relación de una pareja. Esa paz a cualquier precio ha hecho que muchas veces nos hayamos hecho cómplices del mal en el mundo. No podemos ser neutrales ante cualquier conflicto. Seguir a Jesús supone tomar partido por la justicia, el amor, la comunión, la reconciliación…
Tenemos en Colombia una coyuntura muy particular. Estamos iniciando un nuevo gobierno que viene de la oposición. En tantos años de democracia, los partidos tradicionales siempre habían ostentado el poder. Las posibilidades de construir un país más justo y fraterno son el sueño de muchos. Pero también existe un gran número de colombianos que no está de acuerdo con estas nuevas propuestas o con los caminos que se proponen ahora. Las diferencias entre unos y otros deben seguir tramitándose de modo civilizado y constructivo. Hemos alimentado durante muchos años al lobo de la guerra y tenemos la oportunidad de alimentar ahora al lobo de la paz, de una paz con justicia… Por esto, la pregunta de los nietos del cacique también la podríamos hacer nosotros hoy al Señor: “¿Cuál de los dos lobos ganará?”. Y la sabia respuesta del abuelo, será la que recibiremos: “Ganará el lobo que tú mismo alimentes en tu interior”. ¿Cuál es el lobo que tú estás alimentando? ¿Podemos alimentar ahora al lobo de la paz para seguir avanzando como sociedad hacia un país civilizado?

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