Lucas 1:39-56, domingo, agosto 15 de 2021 Por: Luis Javier Palacio, SJ Como en otros comentarios se ha dicho, la vida oculta de Jesús en Lucas y Mateo se narra con base en el género midrash; una forma típica judía de narrar algo del presente aludiendo a acontecimientos del pasado. Tales acontecimientos no son propiamente históricos sino asumidos como tales y conservados en la memoria del pueblo. El elemento precedente del Mangíficat con ocasión de la visita a Isabel, pariente de María[1], es el canto de Ana cuando da gracias por su hijo Samuel, aunque también entran otros textos. Lucas comienza su evangelio expresando que lo que escribe, lo hace « después de haber investigado diligentemente todo desde los orígenes» (Lc 1:3) sobre la vida de Jesús para su amigo Teófilo. Pasa rápidamente a seguir el estilo narrativo del judaísmo comparando con hechos del pasado. Así, el anuncio a Zacarías y nacimiento del Bautista tiene su paralelo en el anuncio a Sara y a Ana. En estos dos últimos casos las madres son ancianas y estériles y ven su estado como una ignominia, como una desgracia. El mandato fundamental a los judíos como pueblo era «creced y multiplicaos.» (Gn 1:22) Una promesa les es ofrecida por un ángel no fácil de creer para algunos parientes. También se les promete algo sobre el significado de la creatura para Israel, pues la vida individual tenía sentido si era a favor del pueblo. En el caso de María la diferencia es que no se trata de una anciana, ni de una estéril, ni de una mujer afligida por su situación. De hecho no pide un hijo sino que lo acepta. Pero el canto de María (Magnificat, por su primera palabra en latín) es similar al de Ana. Resumiendo, dice Ana: «Mi corazón exulta en el Señor: mi fortaleza es exaltada en mi Dios… Me alegro por mi victoria. No hay uno santo como el Señor… Las entrañas del poderoso se revientan pero el pobre es ceñido de fortaleza… Los que estaban saciados se contratan por el pan, pero los hambrientos son saciados hasta sobrar… Levanta al pobre del polvo; levanta al necesitado de las cenizas… sus adversarios serán disipados, el altísimo truena en el cielo. El Señor juzgará hasta los extremos de la tierra; dará fortaleza a su rey y exalta el poder de su ungido» (1 Sam 2:1-10). Dicho en términos que quizás hoy suenan peyorativos, las Escrituras judías funcionan como la evolución[2]: de plagio en plagio o de repetición en repetición. Como delito el plagio es reciente y comercial. Toda la Edad Media fue de autores que se copiaban en cadena sin citarse. Copiar era el único sistema de hacer circular las ideas. Se pensaba que si una idea era verdadera pertenecía a todos.
El Magníficat es una amalgama del canto de Ana y otras frases de la Escrituras, como los salmos. Citemos algunas: «En Yahvéh mi alma se gloría, óiganlo los humildes y se alegren» (Sal 34:2), «mi alma exultará en Yahvéh, en su salvación se gozará» (Sal 35:9), «¡Mas yo en Yahvéh exultaré, jubilaré en el Dios de mi salvación!» (Hab 3:18), «te dignas mirar la aflicción de tu sierva» (1 Sm 1:11), «¡Feliz de mí! pues me felicitarán las demás» (Gn 30:13), «Él será objeto de tu alabanza y él tu Dios, que ha hecho por ti esas cosas grandes» (Dt 10:21), «santo y temible es su nombre» (Sal 111:9), «tierno es Yahvéh para quienes le temen.» (Sal 103:13), «¡La diestra de Yahveh hace proezas» (Sal 118:15), «Con los arrogantes es también arrogante, otorga su favor a los pobres» (Prov 3:34), «Porque él sació el alma anhelante, el alma hambrienta saturó de bienes» (Sal 107:9), «Y tú, Israel, siervo mío… desde los cabos de la tierra, y desde lo más remoto te llamé» (Is 41:8-9), «Otorga fidelidad a Jacob amor a Abraham, como juraste a nuestros padres, desde los días de antaño» (Mi 7:20). Por el estilo hay muchas citas más. Los primeros cristianos, procedentes del judaísmo, quisieran presentar a Jesús como la realización de todas las esperanzas de Israel, para hacerlo aceptable a los judíos. Pero fue mejor recibido por los gentiles, como lo constata Pablo. Dado que solo Lucas recoge este canto y otros (Nunc Dimittis, Benedictus y Gloria) se ha pensado si serán originales de Lucas. ¿Se compararía María con la esterilidad de Ana? ¿Cuáles son las obras grandes que ha hecho en ella de significación para Israel? ¿Cómo alimentó a los hambrientos y destronó a los poderosos? Para algunos comentaristas, la aflicción de María sería la de todo el pueblo: tardanza del Mesías esperado. Los cristianos lo verán llegado en Jesús. Como tal concepto era desconocido por los gentiles, Pablo prefiere usar el término Cristo en vez de mesías.
Elcana, para cumplir el mandato de crecer y multiplicarse, tenía dos esposas: Ana y Penina. En comentarios posteriores para explicar los “hermanos de Jesús” se acude a que José habría tenido también dos esposas, una de ellas anterior a María. Sería viudo y tendría hijos que serían, según el parentesco de hoy, hermanos medios de Jesús. En tal caso, que fuera el prometido de María no es fácil de explicar[3] dentro de las costumbres. La manera como Elcana consuela a Ana parece romper con la idea judía de la función puramente reproductiva del matrimonio: «Elcana su marido le decía: Ana, ¿por qué lloras y no comes? ¿Por qué estás triste? ¿Es que no soy para ti mejor que diez hijos?» (1 Sm 1:8). Ana triunfa sobre Penina porque habrá un revés de la fortuna. Tanto en el canto de Ana como en el canto similar de Débora, tener alimentos suficientes es signo de favor de Yahvéh. Al fin y al cabo la más primitiva profesión de fe judía tenía que ver con los frutos de la tierra: « Mi padre era un arameo errante sin tierra cultivable, y hoy, te traigo los frutos de la tierra que me has dado » . Pero no olvidemos que por el machismo (patriarcal), la esperanza de Israel recae siempre en el varón. Para Ana se realiza en Samuel y para María, en Jesús. A pesar de las historias de algunas mujeres en el Antiguo Testamento, como igualmente en el Nuevo, la mujer pasa a un segundo plano. El testimonio de la resurrección en Pedro se privilegia sobre el de la Magdalena, por ejemplo.
El canto de Ana tiene una estructura poética que se refleja en el Magníficat. El ritmo y la cadencia son propios de cada lengua. Lo habremos sentido al leer un poema en su lengua original y en su traducción castellana. Ni el canto de Ana ni el Magníficat son himnos improvisados y espontáneos de acción de gracias. Igual que los salmos, serían cantos populares que se van puliendo a lo largo de los años al circular de boca en boca. Los salmos, que nadie alegaría hoy que hayan salido tal cual de la pluma de David, son el sudor espiritual de Israel a lo largo de mil años. Los dos cantos son piezas literarias con ideas sublimes declamados por una mujer. Ambos tienen, como antes se dijo, ritmo, estrofas, asonancias, consonancias, quiasmos y demás elementos de la lírica judía[4]. Hoy se resalta más el sentido poético de la Biblia que su sentido filosófico o teológico que tano importó a los padres de la iglesia. Para los musulmanes, el Corán es inspirado por Dios por lo poético. Ningún humano lo hubiera podido escribir. Como literatura, el evangelio de Lucas es el más valioso de los cuatro: el buen Samaritano y el Hijo Pródigo son poesía refinada, por ejemplo.
[1] Aunque se ha popularizado llamarla prima, el evangelio la llama συγγενίς (syngenís) que significa pariente. Hay otro término para prima ανεψια (anepsia).
[2] Sabemos que la evolución animal es el plagio continuo de códigos genéticos de seres inferiores. Así se habla del “cerebro reptilíneo” (de los reptiles) del hombre. De la bacteria en adelante todo es plagio.
[3] De allí la tradición pictórica de un José viejo y una María joven. Un padre putativo anciano y una doncella para Jesús.
[4] En el primer versículo de la Biblia se usa para creación la palabra poiesis (creación) que significa igualmente poesía. Podría haberse traducido: “En el principio Dios fabricó la poesía del cielo y la tierra”.