Domingo XXI del Tiempo Ordinario – Ciclo C (Lucas 13, 22-30) –21 de agosto de 2022 Por: Hermann Rodríguez Osorio, SJ
herosj@hotmail.com “Ancha es la puerta
de los centros comerciales para adictos refinados;
de los hoteles de lujo para le élite del negocio y del poder;
de los que acuden a lavar los dólares del narcotráfico;
de los sepulcros vacíos que cultivan fachadas y apariencias.
Estrecha es la puerta
de los que sirven en las residencias millonarias;
de los calabozos que reprimen a los justos;
de los ranchos construidos con material de desperdicio;
de las decisiones solidarias con los oprimidos.
Ancho es el camino
de los latifundios que se pierden en el horizonte baldío;
de las autopistas hacia las playas exclusivas;
de la corrupción que se pasea en carros de lujo;
de las multitudes domesticadas por la costumbre.
Estrecho es el camino
de los que hunden la pala en los cimientos de los grandes edificios;
de los callejones en los barrios marginados;
de la nueva justicia abierta en medio de la selva legal;
del futuro del Reino que no es noticia en ningún periódico.
Ancho es el camino
que lleva a los sumos sacerdotes al templo de Jerusalén;
de la casa de Herodes construida con impuestos populares;
del palacio imperial de Pilato;
de las aclamaciones de las multitudes ahítas de pan.
Estrecho es el camino
que va de Belén a la cueva de los pastores;
que sigue Jesús hacia los poblados perdidos de Galilea;
que sube hasta el monte de la Transfiguración;
de la callejuela que atraviesa Jerusalén y llega hasta el Calvario;
de la decisión que conduce hasta Getsemaní en medio de la noche”.
Amplia es la calle que lleva a la perdición.
Qué estrecho es el callejón que lleva a la vida”.
Nos viene muy bien recordar esta poesía de Benjamín González Buelta, SJ, cuando la liturgia nos propone el texto evangélico de Lucas en el que Jesús le recomienda a sus discípulos: “Procuren entrar por la puerta angosta; porque les digo que muchos querrán entrar y no podrán”. Es muy fácil que nos sintamos atraídos por las puertas y los caminos anchos que nos ofrece la sociedad de consumo. Es muy fácil que nos olvidemos que el callejón que lleva a la vida es estrecho y supone sacrificios. Cada quién tiene que revisar su vida y reconocer por dónde pasan estos caminos estrechos del seguimiento del Señor en nuestra propia historia.