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Agosto 21: “Pues hay últimos que serán primeros, y hay primeros que serán últimos”

Comunitas Matutina 21 de agosto 2022
Domingo XXI del Tiempo Ordinario ciclo C Por: Antonio José Sarmiento Nova, SJ Lecturas:

Isaías 66: 18 – 21
Salmo 116: 1 – 2
Hebreos 12: 5 – 7 y 11 – 13
Lucas 13: 22 – 30

Las lecturas de hoy nos ponen frente a la realidad de lo que en lenguaje religioso tradicional llamamos la salvación eterna . ¿Quiénes se salvarán? ¿Cómo nos salvaremos? ¿Qué debemos hacer para salvarnos? Estas expectativas son las que están contenidas en el relato evangélico correspondiente a este domingo, a las que Jesús responde con lenguaje enigmático y sorprendente: “Esfuércense por entrar por la puerta estrecha, porque les digo que muchos pretenderán entrar y no podrán”.[1] ¡Lo que está en juego es el pleno sentido de nuestra existencia! Ya sabemos muy bien que la lógica de Dios no sigue los cánones de la nuestra. Esto se ha expresado en el ser y en el quehacer de Jesús cuando somete a crítica profunda y rigurosa el establecimiento religioso judío, y también a las mentalidades similares de todos los tiempos de la historia humana. Desde la experiencia que tiene Jesús de la paternidad de Dios y desde la libertad que esto le confiere se pueden someter a “control de calidad” las prácticas religiosas de todos los tiempos, en ello va la oferta de salvación que nos hace el buen Dios.[2]
La mentalidad vigente en la mayoría de personas entiende por salvación algo que sucede a partir del momento de la muerte, asociado al favor de Dios que bendice y acoge a la persona que muere en estado de gracia. Eso está muy bien pero no habla con elocuencia del recorrido vital completo de quien fallece, si la suya fue una existencia configurada con Dios, con el evangelio de Jesús, si fue feliz e hizo felices a sus prójimos, si su conducta fue recta y justa,[3] si se puede acreditar como una vida lograda y, en el contexto cristiano específico, bienaventurada.[4] Como lo hemos reflexionado con frecuencia en estos comentarios, siempre hay que hacer un esfuerzo de actualización y contextualización del lenguaje sobre la fe para que se capte con mayor propiedad el mensaje fundamental que se quiere transmitir. La genuina salvación es integral, empieza a suceder en nuestra existencia histórica y nos remite a la trascendencia definitiva cuando crucemos la frontera hacia la plenitud de Dios.[5]
A Jesús no le preocupan ni la cantidad de merecimientos, ni la pertenencia a tal o cual comunidad de elegidos, ni los niveles de alta observancia religiosa de los “aspirantes” a esa salvación, ni tampoco las fechas. Él desarma por completo estas pretensiones y, como suele hacerlo, nos hace un planteamiento profundamente radical pero profundamente liberador.[6]
Tal intención del Señor se hace clarísima con las conocidas palabras: “No todo el que me diga Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que haga la voluntad de mi Padre que está en los cielos”,[7] expresión de Jesús incluida en el contexto amplio del espíritu de las bienaventuranzas, cuando él propone su programa de sentido y de acatamiento a Dios en el servicio generoso a los hermanos.
Volviendo a Lucas, vemos que este pone a Jesús “caminando hacia Jerusalén”, término frecuente en los evangelistas que alude al encuentro de Jesús con su destino definitivo, con las consecuencias dramáticas de su misión. Ir hacia Jerusalén es ir hacia su cruz, hacia la evidencia plena que legitima su opción por el reino de Dios y su justicia, hacia el resultado doloroso de todo su actuar que quiebra el referido modelo de salvación y escandaliza a los jefes religiosos del pueblo judío. Ir hacia Jerusalén, estar en la ciudad santa, es condición que lo pone “ad portas” del supremo sacrificio que se convierte en mediación definitiva de liberación.[8]
Jesús anuncia constantemente que Dios es un padre bueno que acoge a todos, siempre tendiendo la mano amorosa y dando nuevas oportunidades a todos para vivir una humanidad plena, servicial, solidaria. Esto es motivo de gozo para muchos, especialmente para aquellos que ordinariamente no son tenidos en cuenta porque se les considera religiosa y moralmente inferiores, mensaje sorprendente que incluye a prostitutas, cobradores de impuestos, pecadores públicos. Ante esto algunos de sus contemporáneos se preguntaron: ¿no está abriendo el camino hacia una relajación de las costumbres, inaceptable planteamiento para los conocidos y rígidos guardianes de la moral y de la religión?
El conocido estilo del papa Francisco, su amplitud de miras, genuinamente evangélica, le ha valido la oposición intransigente de varios grupos y personas en la Iglesia. Le acusan, como a Jesús, de apartarse de la verdadera doctrina y de la enseñanza moral tradicional. Esto siempre sucede cuando se quiere recuperar el Evangelio, los integristas –nuevos fariseos– no soportan la libertad del profeta ni la pérdida de sus seguridades doctrinales.[9]
Las respuestas de Jesús enfocan el asunto en otra dirección que no tiene que ver con el cumplimiento de ritos, normas, minuciosidades jurídicas, obligaciones. Para él la clave está en una actitud lúcida que acoge a ese Dios misericordioso como gracia, como don que justifica no por la acumulación de méritos sino por la gratuidad de ese amor que aspira a que todos entren por esa “senda estrecha”.
Por supuesto que debemos asumir que el seguimiento del proyecto del Padre demanda una existencia responsable y comprometida, no se trata de un facilismo permisivo a ultranza, tal propuesta se vive con gran intensidad humana saliendo del individualismo religioso-moral y haciéndose plena en la atención amorosa a los prójimos, configurando con ellos un mundo de comunión y de participación, de fraternidad, de humanidad que se encuentra con el Padre en el encuentro con los hermanos.[10]
Aquí está el dato clave de la salvación cristiana. Para salvarse no basta el hecho de pertenecer a la Iglesia, de seguir con detalle todas sus prescripciones, Jesús está proponiendo un “plus” radical, que es la referencia central de los textos de este domingo. Hay un ego muy moldeado por la vanidad religioso-moral de los fariseos y de todos los que quieren mantener la vigencia de este modelo hasta el día de hoy. Esta no es una frontera que hay que cruzar como cumpliendo el requisito final, es un proceso de descentración del yo que hay que llevar lejos. Jesús cuestiona a aquellos que se sienten “merecedores” del don de Dios: “Cuando el dueño de la casa se levante y cierre la puerta, los que estén fuera se pondrán a llamar diciendo: ¡Señor, ábrenos! Pero les responderá: no sé de dónde son ustedes. Entonces empezarán a decir: Señor, hemos comido y bebido contigo, y has enseñado en nuestras plazas. Pero les volverá a decir: No sé de donde son. ¡Apártense todos de mí, malhechores!”.[11]
La primera lectura nos da una nueva sorpresa cuando anticipa una salvación universal, incluyente, reconocedora de todos en el mundo: “Yo vengo a reunir a todas las naciones y lenguas; vendrán y verán mi gloria. Les pondré una señal y enviaré de ellos algunos escapados a las naciones: a Tarsis, Put y Lud, Mésec, Ros, Túbal, Yaván; a las islas remotas que no oyeron mi fama ni vieron mi gloria”.[12]
Este texto pertenece a lo que los estudiosos de la Biblia llaman el tercer Isaías,[13] que delinea los nuevos tiempos mesiánicos de Israel, en los que la promesa de Yavé se cumple con creces, abarcando a todos los seres humanos, como uno de los rasgos que caracterizan esa nueva época, marcada por la determinación universal de salvación: “Y traerán a todos sus hermanos de todas las naciones como oblación a Yahvé”.[14]
Dios no se fija en la perfección absoluta que eventualmente algunos humanos pretendan lograr sino en la condición creatural que nos distingue, necesitados de gracia y de sentido, de libertad y de salvación, manteniéndonos frágiles y entregados al proyecto de servir, de amar, de dignificar al prójimo, de dar la vida por la humanidad, de acoger, de bendecir. No estamos en el mundo para salvar nuestro yo sino para desprendernos de él hasta que no quede ni rastro de lo que creíamos ser.
Hay muchos creyentes que son modélicos. Su vida está determinada por la disposición de darse sin reservas, siendo instrumento para que muchos reciban la vitalidad de Dios en esta perspectiva de inclusión y universalidad. Hoy traemos a cuento la vida de EDITH STEIN/SANTA TERESA BENEDICTA DE LA CRUZ.[15] Una historia como esta, y como muchas que conocemos, nos dice que no estamos en el mundo para una salvación individualista, egocéntrica, sino para perdernos en beneficio de todos, al estilo de Jesús. No son los “primeros” los que se salvan por su obsesivo cumplimiento religioso, sino los “últimos”, los que se dedican en totalidad a reconocer el amor del Padre en el amor desmedido al prójimo, hasta las últimas consecuencias. Esta santa, reconocida filósofa e intelectual, se dejó tomar por el Dios siempre mayor evolucionando del escepticismo racional a la experiencia razonable de la fe. Su vida fue tomada arbitrariamente en un campo de concentración, la sin razón de la barbarie desconoció su dignidad y su rectitud.
Así, Jesús modifica de raíz el esquema de salvación y nos manda a vivir en gratuidad, como es el Dios que nos llama a este estilo de vida, dejando de lado la “contabilidad” de acciones buenas y la acumulación de merecimientos. Es verdaderamente revolucionario, para dar paso al proyecto de vida que reconoce al prójimo y el debido servicio a él, en el que se juega el sentido de la existencia de los seres auténticos y deseosos de cumplir la voluntad de Dios.
El humilde reconocimiento de nuestra inevitable precariedad ha de llevarnos a asumir esta lógica novedosa y liberadora de gracia, de dones recibidos y compartidos, de gozosas fraternidades y de enfático alejamiento de esa salvación egoísta que no es la que el Padre nos ofrece en Jesús.
 
[1] Lucas 13: 24
[2] BONHOEFFER, Dietrich. El precio de la gracia: el seguimiento. Sígueme. Salamanca, 2007. LYONNET, Stanislas. Libertad y ley nueva. Sígueme. Salamanca, 1967. MÚNERA DUQUE, Alberto. Antropología Teológica, especialmente el ítem EL término final del ser humano: la gloria final o escatología, en Apuntes de teología para no teólogos. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2021; páginas 261-359. CORDOVILLA PÉREZ, Angel. Teología de la Salvación. Sígueme. Salamanca, 2021. ODERO, José Miguel. El designio divino de salvación y la pluralidad de religiones. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/83556084.pdf MENKE, Karl Heinz. Teología de la gracia: el criterio del ser cristiano. Sígueme. Salamanca, 2006.
[3] TORRES QUEIRUGA, Andrés. Repensar la resurrección. Trotta. Madrid, 2008; Repensar la Revelación. Trotta. Madrid, 2014. ZOLEZZI, Tibaldo. La “primacía de la gracia”, principio esencial de la visión cristiana de la vida. En revista Teología y Vida volumen 59 número 3, páginas 373-398. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago de Chile, 2018. GONZÁLEZ DE CARDEDAL, Olegario. Raíz de la esperanza. Sígueme. Salamanca, 1995. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis. La otra dimensión. Sal Terrae. Santander, 1986.
[4] Es muy distinto el caso de quien ha llevado toda su vida en el camino teologal, con justicia y rectitud, y el de quien, a última hora, después de una existencia desordenada e injusta, se arrepiente. No dudamos de la inmensidad de la misericordia de Dios, de la abundancia de su gracia, pero sí hacemos énfasis en lo primero, en la vida justa, muy humana, muy evangélica.
[5] KÜNG, Hans. Vida eterna? Trotta. Madrid, 2004. BOFF, Leonardo. Hablemos de la otra vida. Sal Terrae. Santander, 2011. ELLACURÍA, Ignacio. Salvación en la historia. En FLORISTÁN, Casiano & TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Conceptos fundamentales del cristianismo. Trotta. Madrid, 1993; páginas 1252-1274.
[6] SEBASTIAN AGUILAR, Fernando
. La fe que nos salva: aproximación pastoral a una teología fundamental. Sígueme. Salamanca, 2012. OSUNA GIL; Javier. Gratuidad y experiencia de Dios, en GARCÏA-LOMAS, Juan Manuel (Editor). Ejercicios Espirituales y mundo de hoy. Mensajero-Sal Terrae. Bilbao, Santander, 1991. GANOCZY, A. De su plenitud todos hemos recibido. Herder. Barcelona, 1991. RUIZ DE LA PEÑA, Juan Luis. El don de Dios: antropología teológica especial. Sal Terrae. Santander, 1991. COMBLIN, Josep. Gracia. En ELLACURÍA, Ignacio & SOBRINO, Jon. Conceptos fundamentales de la Teología de la Liberación. UCA Editores. San Salvador, 2008; páginas 79-92.
[7] Mateo 7: 21
[8] BRAVO GALLARDO, Carlos. Galilea, año 30. En https://www.jesuitas.lat/uploads/galilea-ano-30/CARLOS%”20BRAVO%20-%201989%20-%20GALILEA%20AO%2020.pdf JEREMIAS, Joaquín. Jerusalén en tiempos de Jesús. Cristiandad, 1980. SOBRINO, Jon. La Cruz de Jesús, en su obra Jesucristo Liberador: lectura histórico-teológica de Jesús de Nazaret. Trotta. Madrid, 1993; páginas 253-342. MOLTMANN, Jürgen. El Dios Crucificado. Sígueme. Salamanca, 2010. URREA DUQUE, Alexander. La iniciativa divina y la respuesta humana: estudio antropológico-teológico sobre la correlación gracia-libertad desde una teología postconciliar. Tesis para optar al grado de doctor en teología. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, 2018. GARRIDO, Javier. Proceso humano y gracia de Dios. Sal Terrae. Santander, 1996.
[9] YÁÑEZ ROJAS, Eugenio. Justicia y misericordia en el pensamiento del Papa Francisco. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/3694/1/justicia-misericordia-pensamiento-papa.pdf  INSERO, Walter. Il  popolo secondo Francesco. Librería Editrice Vaticana. Roma, 2018. CUDA, Emilce. Para leer a Francisco. Manantial. Buenos Aires, 2016. SCANNONE, Juan Carlos. La teología del pueblo: raíces teológicas del Papa Francisco. Sal Terrae. Santander, 2016.
[10] CARRERA, Joan. En busca del Reino: una moral para el nuevo milenio. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2000. GONZÁLEZ CARVAJAL,  Luis. Entre la utopía y la realidad: un ensayo de moral social. Sal Terrae. Santander, 1998. MARTÍNEZ, Julio Luis & CAAMAÑO, José Manuel. Moral fundamental: bases teológicas para el discernimiento ético. Sal Terrae. Santander, 2014. VIDAL, Marciano. Orientaciones éticas para tiempos inciertos. Desclée de Brower. Bilbao, 2007. JONAS, Hans. El principio de responsabilidad: ensayo de una ética para la civilización tecnológica. Herder. Barcelona, 1995. HÄRING, Bernard. Proyecto de una vida lograda. PPC. Madrid, 1996.
[11] Lucas 13: 25-27
[12] Isaías 66: 18-19
[13] Capítulos 50 a 66 de este libro profético del Antiguo Testamento.
[14] Isaías 66: 20.
[15] 1891-1942. Fue una mujer judía muy destacada en el campo filosófico, discípula y asistente del eminente pensador Edmund Husserl, en algún momento de su existencia se declaró atea, pero, a raíz de contactos directos con creyentes católicos serios, accedió a un mejor conocimiento del cristianismo y, en particular, de la vida y espiritualidad de Santa Teresa de Jesús. Esto la llevó a convertirse a la fe cristiana y a ingresar como monja carmelita, su conversión data de 1922 y su entrada en el Carmelo de 1933. Muere asesinada por los nazis en el campo de concentración de Auschwitz en 1942. Fue canonizada por Juan Pablo II en 1998. STEIN, Edith. Escritos esenciales. Sal Terrae. Santander, 2003. SALVARANI, Francesco. Edith Stein: Hija de Israel y de la Iglesia. Palabra. Madrid, 2012.

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