fbpx

Agosto 21: Quienes se salvan

Lucas 13:22-30, domingo, agosto 21 de 2022 Por: Luis Javier Palacio, SJ  La preocupación por el número de salvados es notoria en la literatura apocalíptica. Algunos incluso llegaron a fijar el número redondo de 140.000 basados en el texto del Apocalipsis. «O í el número de los marcados con el sello: 144.000 sellados, de todas las tribus de los hijos de Israel.» (Ap 7:4) No aparece tal preocupación en la literatura rabínica que, en general, tiene una visión más generosa de la salvación. Los condenados serían lanzados (aparece la imagen cinco veces en Mateo) al lugar del llanto y el rechinar de dientes. Los salvados, en cambio, se unirían a sus ancestros como son Abrahán, Isaac, Jacob y los profetas. Incluso vendrán salvados «de Oriente y de Occidente, del Septentrión y del Mediodía» algo que probablemente alude a la reunión de los exiliados de Israel (los de la diáspora) como signo de la era mesiánica. Algo que Lucas utiliza para designar la misión a los gentiles. El evangelio de hoy agrupa diferentes temas en un discurso heterogéneo. Hay algunas coincidencias con el discurso de la montaña de Mateo en donde se pide entrar por la puerta estrecha. Pero Mateo habla de 2 puertas y de 2 caminos que conducen a la vida y a la perdición y Lucas habla solamente de la puerta estrecha. Esta puerta se transforma en puerta cerrada. Parece una alusión a la parábola de las diez doncellas. La respuesta « No sé quiénes sois» (Mt 25:12)  a las doncellas es similar a la respuesta de hoy «n o sé de dónde sois» a quienes no entraron por la puerta estrecha. La pregunta por los salvados está asociada a una creencia tan arraigada como debatida en el judaísmo. Tenía sentido para ellos que todo israelita, por el hecho de serlo, entraría a formar parte del mundo futuro. En tal caso, ¿cuál es la relación del conjunto de la humanidad con respecto a ese reinado que predica Jesús? La contestación de Jesús no responde directamente a la pregunta planteada, sino que más bien se desvía hacia una advertencia de tipo práctico: hay que esforzarse para entrar en el reinado, pues su única entrada es una puerta estrecha. Lo que le interesa a Jesús es el tipo de vida cristiana; la cuestión del número de salvados incumbe exclusivamente a Dios.
Por lo anterior, la observación de que «muchos intentarán entrar, pero no podrán», dando como posible razón que intentarán entrar cuando ya sea demasiado tarde o porque al alcanzar la puerta, se compruebe que se ha cerrado antes de lo que se suponía, lleva a pensar en la parusía o segunda venida del Señor que los creyentes de la época miraban con angustia. El acceso al reinado depende igualmente de la actitud del dueño de casa pues la “puerta estrecha” la puede cerrar desde el interior para dejar fuera a los desconocidos. El dueño de casa parece ser Jesús porque ha comido y bebido con los que piden entrar. Pero, a pesar de la petición, son nuevamente rechazados pues como se sostiene en el Antiguo Testamento, Dios conoce a los suyos, a los que él ha elegido. Incluso la situación se agrava porque no solo no los reconoce sino que los excluye positivamente de su casa: «Apartaos de mí todos los que practicáis la injusticia» como aparece en el Salmo 6. Luego, en el banquete del reinado de Dios, desaparece toda noción de puerta (estrecha o cerrada) por completo y el evangelio se centra en la celebración del banquete. Los invitados no son únicamente contemporáneos de Jesús sino también «gente del este y del oeste, del norte y del sur» como aparece en el Salmo 107. Pero fuera, al otro lado de la puerta del banquete, hay llanto y crujir de dientes, desventura de los excluidos. Los gentiles del este y el oeste, el norte y el sur, serían los que por siglos oprimieron, hostigaron y arrasaron a los judíos. Pero quizás terminen adelantándose a los judíos en el reinado de Dios. El reinado tiene sus sorpresas. Los que consigan entrar formarán el nuevo Israel reconstituido, que se completará con gentiles venidos de los cuatro puntos cardinales. La relación entre judíos y gentiles, con respecto al reinado, puede responder más a una preocupación de la comunidad primitiva que a una idea propia de Jesús. El biblista Rudolf Bultmann llega a afirmar que la entrada de los gentiles al reinado de Dios no tiene ninguna relación con la persona histórica de Jesús.
Pero el reinado de Dios depara sorpresas y es lo que expresa la conclusión. La dialéctica del reinado provoca una radical inversión de los valores tradicionales: «Algunos de éstos, que ahora son últimos, serán primeros, y algunos de esos que ahora son primeros serán últimos». La presencia de Jesús provocará la ruina o el resurgimiento de muchos en Israel, como lo afirmaba Simeón. La salvación igualmente exige el empeño de la propia libertad y la propia existencia. « Pues la predicaci ón de la cruz es una necedad para los que se pierden; mas para los que se salvan –para nosotros– es fuerza de Dios» (1 Co 1:18). Un dilema que resulta tan válido para los cristianos como para los judíos. Decía la Mishnáh: “La edad presente está destinada a muchos, pero la edad futura está reservada para unos pocos”.
Jesús responde indirectamente a la pregunta sobre el número de salvados. La gente se agolpará en masa frente a la puerta estrecha, pero no todos conseguirán entrar. No es la puerta el único factor. Hay otros factores fundamentales como la figura del señor que controla soberanamente la entrada. La salvación sólo se alcanza mientras el dueño mantiene abierto el acceso para sus conocidos. Por ardua que sea la insistencia, puede ser que llegue demasiado tarde si se intenta el todo por el todo sólo en el último minuto. «Señor, ábrenos» es también el grito de las cinco vírgenes necias en la parábola de Mateo.
En el texto correlativo de Mateo se dice expresamente que vendrán muchos de oriente y de occidente. Lucas omite aquí la mención de muchos (polloi, en griego). Término que también aparece en el relato de la institución de la Eucaristía. « Esta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.» (Mc 14:24), «ésta es mi sangre de la Alianza, que es derramada por muchos.» (Mt 26:28)
Decía el profesor Joseph Ratzinger en sus clases respecto al tema del número de los salvados: “Dios no divide a la humanidad en pocos y muchos para arrojar a éstos a la fosa de perdición y salvar a aquéllos, ni tampoco para salvar a los muchos fácilmente y a los pocos con muchos requisitos, sino que utiliza a los pocos casi como el punto de apoyo de Arquímedes con el que poder sacar de quicio a los muchos, como palanca con que atraerlos a Sí”. La función de los “salvados” es salvar a otros. Podríamos pensar que el hábitat natural del hombre es el reinado de Dios. El llamado universal es a la salvación y quien no entra en ella anda extraviado y esto no puede dejar tranquilo al creyente. Como justificaba santa Teresita su ingreso al convento de las carmelitas: “Para rezar para que ningún pecador se pierda.”
En el evangelio de Juan nos dice Jesús: «Yo soy la puerta; si uno entra por mí será salvo.» (Juan 10:9)  Si Jesús es la puerta, entonces entrar por la puerta estrecha es entrar por Jesús; es seguir a Jesús; aprender a vivir como él; tomar su cruz y confiar en el Padre, que lo ha resucitado.
En este seguimiento de Jesús no todo vale, no todo da igual: hemos de responder al amor de Padre con fidelidad. Lo que Jesús pide no es rigorismo legalista, sino amor radical a Dios y al hermano. Jesús es una puerta siempre abierta que solo quien se cierra a sí mismo cierra tal puerta. Es el pecado contra el Espíritu del que habla el evangelio. Jesús exhorta al esfuerzo y la renuncia personal como actitud indispensable para salvar la vida. Quien la pierda la gana y quien la guarde la pierde. «Esforzaos en entrar por la puerta estrecha», puede mal interpretarse y llevarnos a una ascética inhumana; a un rigorismo estrecho, rígido e incluso antievangélico en lugar de orientarnos hacia la verdadera radicalidad exigida por Jesús: dar la vida por los demás.

Compartir en redes

Homilías del autor

Homilías

28
JUL

“(…) mucha gente lo seguía porque habían visto las señales milagrosas”

Ver más
28
JUL

“Comieron todo lo que quisieron”

Ver más
28
JUL

Compartir es multiplicar

Ver más
21
JUL

“(…) iba y venía tanta gente, que ellos ni siquiera tenían tiempo para comer”

Ver más
21
JUL

“Al desembarcar, Jesús vio una gran muchedumbre y se compadeció de ella, porque eran como ovejas sin pastor, y estuvo enseñándoles largo rato”

Ver más
Ir al contenido