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Diciembre 4: “Yo los bautizo con agua en señal de conversión, pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo y no soy digno de llevarle las sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y fuego”

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Comunitas Matutina 4 de diciembre 2022
Domingo II de Adviento Ciclo A
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Por: Antonio José Sarmiento Nova, SJ

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Lecturas:

  1. Isaías 11: 1 – 10
  2. Salmo 71: 2.8.12-13 y 17
  3. Romanos 15: 4 – 9
  4. Mateo 3: 1 – 12

La primera lectura de este domingo es uno de esos textos preciosos de Isaías que nos describe la utopía bíblica, un mundo de justicia, de paz, de reconciliación, donde se dan las mejores condiciones para que la dignidad de los seres humanos encuentre óptimo cauce de realización. Todo lo que tiene que ver con el sentido de la vida, con la felicidad, con el logro de los ideales máximos de la humanidad, encuentra en este lenguaje profético total resonancia.[1]

Ahora, cuando una vigorosa inconformidad recorre muchos países del mundo, debemos preguntarnos por las virtualidades liberadoras de nuestra fe. El cristianismo es una utopía porque propone un ideal supremo que conocemos como el reino de Dios y su justicia, lo que Jesús plasmó en sus bienaventuranzas. Utopía no es lo irrealizable sino lo que está en continuo dinamismo, sin identificarse con un lugar específico, pero animando siempre la historia en clave de plenitud liberada y liberadora.[2] Lo utópico, en el sentido en que lo estamos planteando, es todo aquello que conjuga nuestras mayores aspiraciones de felicidad, donde nuestra humanidad se hace plena y lograda.

El pensamiento utópico es componente esencial del judeocristianismo. La expectativa mesiánica del pueblo de Israel, animada por los profetas, es la constatación del proceso de fe de aquellas comunidades que recogían en la figura del Mesías su esperanza en un Dios liberador que vendría a redimirlos de todo pecado, injusticia y dominación. Vale decir que en esa conciencia esperanzada latía la ilusión de una liberación histórica de las esclavitudes a las que fueron sometidos sistemáticamente por persas, griegos y romanos. [3]

Y ahora, en estos tiempos nuestros, ¿cuáles son las utopías que nos movilizan? ¿Es el paraíso capitalista, con su economía de mercado y su lógica del consumo? ¿Es la acumulación de capital concentrada en pocas manos? O, tal vez, ¿la dictadura del proletariado y la sociedad sin clases? ¿O la revolución social que desarma todo lo vigente para emprender un nuevo modelo de sociedad sin exclusión e inequidad? ¿O los refugios religiosos de los grupos tipo secta que se aíslan en sus comunidades de perfectos con sus pastores y sus profetas que absorben conciencias y voluntades? ¿O los del primero yo, segundo yo, y lo que quede para mí, sin referencias comunitarias y solidarias? ¿Dónde están los ideales y las utopías que dan sentido a nuestra esperanza? [4]

La fe cristiana está inserta en la historia, encarnada decimos en lenguaje coherente con el acontecer de Dios en nuestras vidas; en esa inculturación-encarnación el cristiano, la Iglesia toda, están llamados a detectar estas aspiraciones, a discernir en ellas sus búsquedas de sentido, lo que resulta más relevante en términos de significado trascendente de la vida, de mayor humanización, de mayor libertad, de mayor dignidad.

Para destacar unos buenos ejemplos de esas encarnaciones, señalemos la corriente teológica de la liberación -surgida en América Latina – y la teología política –surgida en Europa -. Ambas quieren ser expresión de la eficacia histórica de la fe que, sin negar la consumación del ser humano y de su historia en la trascendencia definitiva, quiere validar esta misma fe por su capacidad para generar procesos de cambio social y de emancipación de todo injusto sometimiento. De Dios es propio reivindicar la dignidad humana e inspirar las luchas históricas de liberación. Tal elemento es definitivo para comprender la utopía que nos ofrece Isaías en la primera lectura. [5]

Si el domingo anterior se nos invitaba a la vigilancia, en este la propuesta es la conversión, la capacidad de renunciar a lo que nos pesa e impide la acogida del don del Espíritu, los narcisismos religiosos y morales, fustigados fuertemente en el evangelio de hoy por Juan el Bautista,[6] las egolatrías, los miedos fundamentados en argumentos aparentemente razonables, el mundo interminable de nuestros afectos desordenados y, en general, todo lo que nos paraliza y cierra a la acción beneficiosa del amor de Dios.

Miremos lo que nos indica Isaías: “Dará un vástago el tronco de Jesé, un retoño de sus raíces brotará. Reposará sobre él el espíritu de Yahvé: espíritu de sabiduría e inteligencia, espíritu de consejo y fortaleza, espíritu de ciencia y temor de Yahvé. No juzgará por las apariencias ni sentenciará de oídas”. [7] Este vástago es anunciado como el portador de un nuevo orden de vida que proviene del mismo Dios, capaz de implantar en la tierra una situación paradisíaca. Por eso acude a figuras muy expresivas como: “Serán vecinos el lobo y el cordero, y el leopardo se echará con el cabrito, el novillo y el cachorro pacerán juntos, y un niño pequeño será su pastor”. [8] El profeta alude a la superación de la agresividad y de todo lo que divide a los seres humanos, y presenta el don de la paz como el gran indicativo de los tiempos mesiánicos.

Como ya lo sugeríamos el domingo anterior, este Adviento de 2022 debe estar marcado por el espíritu decidido para construir en Colombia una cultura de paz, favoreciendo todos los esfuerzos de reconciliación e incluyendo, en la mayor medida posible , todas las iniciativas que en este sentido están ya funcionando entre nosotros. No podemos reducirnos a un Adviento – Navidad tradicionales de novenas, villancicos, fiestas, regalos, para que en enero volvamos a la desolación de siempre. Aquí reside el reto mayor de conversión individual y colectiva para la totalidad de los habitantes de Colombia. La llamada paz total requiere de un proceso de conversión individual y colectivo hecho con la mayor responsabilidad. [9]

Así, nos vamos con Juan Bautista al desierto: “Por aquellos días, se presentó Juan el Bautista, proclamando en el desierto de Judea: conviértanse, porque ha llegado el reino de los cielos” [10], clara referencia al distanciamiento del profeta con respecto a la religión oficial del templo y de los sacerdotes, cuyo legalismo y rigidez ritual no podía soportar: “Pero, cuando vió venir a muchos fariseos y saduceos a su bautismo, les dijo: Raza de víboras! ¿Quién les ha enseñado a huir de la ira inminente? Den, más bien, fruto digno de conversión” [11], ratificación de su desacuerdo con el sacerdocio de Jerusalén y con todo el tejido institucional de esa religiosidad.

Al Bautista lo aquejaba el gran dolor de ver a su religión prostituída, convertida en una formalidad, y también le indignaba ver a sus dirigentes arrodillados indignamente ante el poder del imperio romano. Por eso va al desierto a predicar este nuevo tiempo para volver a Dios y rescatar lo fundamental de su identidad religiosa y moral: “Den, más bien, fruto digno de conversión, y no crean que basta con decir en su interior: tenemos por padre a Abrahán, pues les digo que Dios puede de estas piedras suscitar hijos a Abrahán”. [12]

En este sentido es conmovedor el esfuerzo del Papa Francisco planteando grandes retos de cambio a la Iglesia universal, viéndola a menudo fatigada por su peso institucional y débil para abrirse a la novedad del Evangelio y al contacto con la realidad, aletargada en su inercia de siglos, desmedidamente fijada en modos que ya no interpelan al ser humano de nuestro tiempo.[13] La Iglesia gana en credibilidad y en fuerza profética cuando el Reino de Dios y su justicia , tal como lo predica Jesús, es la fuente de su ser y de su misión apostólica. [14]

Juan es precursor del Mesías, prepara para la nueva lógica de vida que viene con Jesús, para una transformación radical de mentes, corazones y conciencias, anuncio de largo alcance que cubre hasta nuestro tiempo y que aspira a mantenerse siempre vigente en la historia: “Yo los bautizo con agua en señal de conversión, pero el que viene detrás de mí es más fuerte que yo, y no soy digno de llevarle las sandalias. Él los bautizará con Espíritu Santo y con fuego. En su mano tiene el bieldo y va a aventar su parva: recogerá su trigo en el granero , pero la paja la quemará con fuego que no se apaga” [15]

El anunciado Mesías, Jesús el Cristo, se hace presente en nuestra historia para transformarla en la clave bien conocida del Reino de Dios y su justicia, haciendo posible realidades como las que Pablo pide en la carta a los Romanos: “Y que el Dios de la paciencia y del consuelo les conceda compartir entre ustedes los mismos sentimientos , siguiendo a Cristo Jesús, para que unánimes, a una voz, alaben al Dios y Padre de Nuestro Señor Jesucristo. Por tanto, acójanse mutuamente como los acogió Cristo para gloria de Dios” [16].

La esperanza es esa actitud que consiste en desear provocando, desear ardientemente una realidad todavía utópica, tratando de hacerla tópica, real, situada en un determinado contexto de la historia. Deshistorizar la capacidad liberadora de la fe es traicionar una intencionalidad del mismo Dios, en quien se origina toda tendencia liberadora de las dominaciones pecaminosas que frustran la libertad del ser humano. [17]

 

 

[1] LOZANO, Josep M. La plenitud del tiempo. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2020. ROVIRA BELLOSO, Josep María. Dios, plenitud del ser humano. Sígueme. Salamanca, 2013. MARTÍNEZ DÍEZ, Felicísimo. Creer en el ser humano, vivir humanamente. Verbo Divino. Estella, 2012. BOFF, Leonardo. Jesucristo y la liberación del hombre. Cristiandad. Madrid, 1982. BRUCKNER, P. La euforia de la felicidad: sobre el deber de ser feliz. Tusquets. Barcelona, 2008. GÓMEZ CAFFARENA, José. La entraña humanista del cristianismo. Verbo Divino. Estella, 1998. HUXLEY, Aldous. Un mundo feliz. Muscaria. Madrid, 2004. LAVARD, R. La felicidad: lecciones de una nueva ciencia. Taurus. Madrid, 2005. MARTINI, Carlo María. Estamos todos en la misma barca. San Pablo. Madrid, 2009.

[2] GUTIERREZ MERINO, Gustavo. La densidad del presente. Ediciones Sígueme. Salamanca, 2003. ESTRADA, Juan Antonio. Una comunidad profética y utópica. En https://www.repositorio.uca.edu.ni/3682/1/Una%20comunidad%20profetica%20y%20utopica.pdf KASPER, Walter. Utopía política y esperanza cristiana. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol10/38/038_kasper.pdf TAMAYO, Juan José. Religión, razón y esperanza. El pensamiento de Ernst Bloch. Tirant Lo Blanch. Valencia, 2015. MO SUNG, Jung. Cristianismo de liberación: fracaso de una utopía? En https://www.biblioteca.clacso.edu.ar/Costa_Rica/dei/20120706104335/cristianismo.pdf

[3] GUIJARRO, Santiago. La hermenéutica mesiánica de las escrituras en los primeros discípulos de Jesús. En Revista Cuestiones Teológicas volumen 44, número 101, páginas 177-104. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, enero-junio 2017. FABRIS, Renzo. El mesianismo judío. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol23/90/090.fabris.pdf LILLO BOTELLA, Carlos. El mesianismo judío, una respuesta política a la dominación romana. En https://www.ub.edu/grat/wp-content/uploads/2017/02/grat193.pdf PARRA, Fredy. El mesianismo según Emmanuel Levinas. En Revista Veritas número 49, páginas 93-112. Pontificio Seminario Mayor de San Rafael. Valparaíso, agosto de 2021. SOBRINO; Jon. Mesías y mesianismos: reflexiones desde El Salvador. En https://www.repositorio.uca.edu.ni/3954/1/Mesias%20%20y%20mesianismos%20reflexiones%20desde%20El%20Salvador.pdf

[4] No perder de vista al notable teólogo alemán Jürgen MOLTMANN (nacido en 1929), de la Iglesia Evangélica Luterana, cuyo trabajo teológico se ha construido en torno a la TEOLOGÍA DE LA ESPERANZA. Sus obras son muy fecundas en este sentido.

[5] ALFARO, Juan. Esperanza Cristiana y liberación del hombre. Herder. Barcelona, 1975. GUTIERREZ MERINO, Gustavo. Teología de la liberación: perspectivas. CEP. Lima, 1971. TAMAYO-ACOSTA, Juan José. Para comprender la Teología de la Liberación. Verbo Divino Estella, 1989. CONGREGACIÓN PARA LA DOCTRINA DE LA FE. Instrucción sobre algunos aspectos de la Teología de la Liberación. Librería Editrice Vaticana. Roma, 1984. SCANNONE, Juan Carlos. La Teología de la Liberación: caracterización, corrientes, etapas. En Revista Stromata número 38,páginas 3-40. Facultad de Teología y Filosofía de la Compañía de Jesús San Miguel (Argentina), 1982. SCHMITT, Carl. Teología Política. Trotta. Madrid, 2009. METZ, Johann Baptist. La fe en la historia y la sociedad. Esbozo de una teología política fundamental para nuestro tiempo. Cristiandad. Madrid, 1979; Por una mística de ojos abiertos. Herder. Barcelona, 2013.

[6] SÁEZ DE MATURANA, Francisco Javier. Juan el Bautista: una aproximación al profeta del desierto. PPC. Madrid, 2020. JÁUREGUI, José Antonio. Testimonio de Juan El Bautista: análisis exegético de Juan 1: 29. En https://www.core.ac.uk/download/pdf/8357/1642.pdf MARTÍNEZ RIVERA, Roberto. El amigo del novio: Juan el Bautista, historia y teología. Verbo Divino. Estella, 2019.

[7] Isaías 11: 1-3

[8] Isaías 11: 6

[9] ALVAREZ RODRÍGUEZ, Adolfo Adrián. Acuerdos de construcción de paz en Colombia: retos a la gobernabilidad y a la cultura de paz. En Prospectiva Revista de Trabajo Social e Intervención Social, número 24 páginas 13-45. Universidad del Valle. Cali, julio-diciembre 2017. MOLANO ROJAS, Andrés (Editor). Entre transición y restauración: desafíos para la sociedad colombiana en el postconflicto. Fundación Konrad Adenauer KAS. Bogotá, 2014. GIRALDO JARAMILLO, Alberto. La Iglesia y el proceso de paz en Colombia. En https://www.revistas.upb.edu.co/index/php/revista-institucional/article/view/1887 ARQUIDIOCESIS DE CALI. Iglesia y construcción de paz hoy en Colombia. Nuevo Milenio. Medellín, 2018. GARCÍA DURÁN, Mauricio. El papel de la Iglesia Católica en la movilización por la paz en Colombia. En https://www.cpn.nd.edu/assets/243412/2008/mauricio_garcia_duran_el_papel_de_la_iglesia_catolica_en_la_movilizacion_de_paz_en_colombia.pdf

[10] Mateo 3: 1-2

[11] Mateo 3: 7-8

[12] Mateo 3: 8-9

[13] IVEREIGH, Austen. Wonded sheperd: Pope Francis and his struggle to convert the catholic church. Henry Holt and company. New York, 2019. Traducción: Pastor herido: el Papa Francisco y su lucha para convertir la Iglesia Católica. El gran reformador: Francisco, retrato de un papa radical. Ediciones B. Buenos Aires, 2015. POLITI, Marco. Francisco entre los lobos, el secreto de una revolución. Fondo de Cultura Económica FCE. México D.F., 2015.

[14] ELLACURIA, Ignacio. Conversión de la iglesia al reino de Dios. Sal Terrae. Santander (España), 1981.

[15] Mateo 3: 11-12

[16] Romanos 15: 5-7

[17] GUTIERREZ MERINO, Gustavo. La fuerza histórica de los pobres. CEP. Lima, 1980.

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