En el pueblo judío se daba mucho valor a los nacimientos, dada la importancia que le daban a la herencia y a la legitimidad. El ilegítimo (mamzer, en hebreo) no podía casarse con otro judío. En el mismo cristianismo, el hijo ilegítimo (bastardo) no tenía derecho a heredar, por siglos. En contraste, el apóstol Pablo dice que todos somos herederos de la promesa y no solamente los judíos. De los dos evangelios (Mateo y Lucas) que aluden al nacimiento e infancia de Jesús, Mateo es el más sobrio. Apenas expone las circunstancias más próximas, la preparación del acontecimiento y el mismo suceso y, pone el énfasis en José mientras que Lucas, lo hace en María. Ésta estaba prometida a José, por lo cual, según la ley, tenía los deberes y derechos de la esposa legítima. Siendo el compromiso anterior al matrimonio, aún no habían vivido juntos. Esto significa que José aún no había llevado a su casa a María ni empezado la vida matrimonial. La esposa entraba a formar parte de la casa del marido. El relato dice que, en el entretanto, resultó que María estaba encinta, lo cual, notado por José, decide repudiarla. No era tan clara la decisión de José, pues a continuación aparece cavilando a pesar de que Mateo anota que era justo, es decir, cumplidor de la ley.
Precisamente la ley judía le daba cuatro alternativas a José: a) denunciarla públicamente; b) repudiarla con testigos ante un rabino; c) un libelo de repudio; o d) abandonarla en secreto y dejar que se enfrentara a su embarazo sola. Cualquier judío corriente seguramente optaría por una de ellas y pasaría por justo y buen judío. Pero la novedad del evangelio es que, por la fe, debemos y podemos (con la gracia) ir más allá de la ley, la costumbre, las tradiciones y las conveniencias propias. La grandeza de José es asumir la mejor solución para María y la peor para sí mismo: mantener el secreto para cubrir el buen nombre de María; callar las habladurías de un pueblo pequeño con su silencio compasivo. Esto es más significativo cuando suponemos que José debió ser un joven un poco mayor que María, como era la costumbre judía del matrimonio por pacto de familias.
Todas las soluciones judías eran desventajosas para María y relativamente cómodas y ventajosas para José. María podía terminar muerta por apedreamiento público. Sin embargo, y esta es la grandeza del personaje de José, opta por una solución que le implica sacrificio propio y misericordia para con María.