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Febrero 6: Variaciones en el llamado

Lucas 5:1-11, domingo, febrero 6 de 2022 Por: Luis Javier Palacio, SJ  El relato más popular, sencillo, conocido y difundido del llamado de los primeros discípulos es el relatado en Marcos. Jesús simplemente pasa, ve a los pescadores Simón, Andrés, Santiago y Juan, les ofrece ir consigo para hacerlos pescadores de hombres y “a l instante, dejando las redes, le siguieron” (Mc 1:18). Sorprende la prontitud y facilidad con la que surgen los primeros discípulos. En el Evangelio de Juan el llamado es boca a boca, por invitación de algún discípulo –Juan Bautista es un discípulo más. Al final del Evangelio de Juan se narra una pesca abundante, similar a la de Lucas (luego de la resurrección), y allí es confirmada la misión de Pedro mediante la triple confesión de amor (con dos verbos distintos: fileo y agapeo). En el Evangelio de Lucas hay diferencias notables en el llamado. No se da propiamente al comienzo de la vida pública sino luego de una pesca abundante obedeciendo a la recomendación de Jesús de ir mar adentro, luego de una predicación a las muchedumbres, y el llamado es a ser “pescadores de hombres vivos”. Un detalle que ordinariamente no aparece en las traducciones. Seguramente ya había dificultad con la expresión “pescador de hombres” pues la pesca ordinariamente entraña la muerte del pez. Algunos biblistas, para resultar esta característica, tradujeron: “Serás vivificador de hombres”. Los sustantivos usados son diferentes. En Marcos y Mateo se utiliza αλιεις (aliéis) que es pescador, en Lucas se usa ζωγρων (zogron) que señala al cazador con trampa en la cual el animal no muere. El llamado básico de Jesús es a la conversión porque ya ha llegado o para que llegue el reinado de Dios, lo cual no implica muerte sino cambio. Pablo habla de muerte en sentido figurado como “morir al hombre viejo” y así se simboliza en la inmersión del bautismo: ser sumergido en la pasión y muerte de Jesús para ser como él resucitado. Hacer de la vida del creyente la misma vida de Jesús.
Mientras en Marcos el llamado es al seguimiento de Jesús, en Juan es a estar y permanecer con Jesús. Pero el mismo Evangelio de Marcos mostrará lo difícil que resulta a los discípulos seguir a Jesús pues consigna que al final “ abandon ándole huyeron todos” (Mc 14:50). Los primeros discípulos en Marcos aún no habían experimentado lo que fuera el reinado de Dios expresado en Jesús. En Lucas, al llamado de los primeros discípulos le precede la expresión en la sinagoga: “El Espíritu del Señor está sobre mí”, la expulsión del espíritu inmundo en Cafarnaúm, la curación de la suegra de Pedro[1], la predicación a las muchedumbres desde una barca y las curaciones de muchos. De alguna forma ya era conocida la actividad y predicación de Jesús para los pescadores. Mientras que en Marcos les prohíbe a los espíritus inmundos hablar, en Lucas proclaman: “Tú eres el hijo de Dios” (Lc 4:41). En Lucas los discípulos tendrían conocimiento previo de Jesús, aunque sólo menciona tres de los cuatro mentados en Marcos. No se alude a la suerte de Andrés (importante en Juan). Según comentaristas, las diferencias en el llamado admiten varias explicaciones: sicológicas, perceptivas, intuitivas, afectivas, intelectivas, como se daban las relaciones entre el creyente judío y Yahvéh. Con la formulación de la fe en dogmas ganó preeminencia la perspectiva intelectiva: la fe como asentimiento a unos postulados. Con la mística (acogida con sospechas por muchos), la preeminencia era más sicológica: la fe como un sentimiento del corazón más que de la razón. Los discípulos seguirían a Jesús a lo desconocido racionalmente, pero intuido espiritualmente. Esto estaría más cerca de la fe judía que era confianza (emunah, en hebreo) plena en Yahvéh. El pensamiento prioriza la lógica objetiva mientras que el sentimiento prioriza los valores personales e interpersonales. Aunque de otros discípulos no conocemos mucho de su sicología, de Pedro conocemos su impulsividad y fragilidad.
Mirando el estado sicológico de los discípulos, es destacable que mientras la pesca era abundante, satisfaciendo los deseos de cualquier pescador, Simón Pedro “ como todos sus compa ñeros habían quedado sobrecogidos de espanto ante la pesca que habían hecho ”, pues las mismas redes se rompían. Jesús, el pescador amateur, sabría mejor dónde se alojaba el banco de peces que los mismos pescadores profesionales. En el lago de Galilea, la noche sería el tiempo mejor para la pesca, cuando los peces emergen por la frescura del agua, en busca de alimento. Pero Lucas, que gusta de intensificar sus relatos, dice que precisamente la noche había sido la infructuosa. Pescar hombres vivos ya marcaba diferencia con la pesca ordinaria. Las metáforas tienen su alcance y podrían apuntar a sentimiento de inadecuación de los discípulos ante la misión y el crecimiento de los creyentes, en tiempos de la iglesia. Pablo, con un concepto diferente de apóstol[2], con mayor autonomía personal, buscaba multiplicar las iglesias. Lucas escribe mucho después de Pablo y éste tuvo la audacia de adelantarse a las aguas profundas (rema mar adentro) de las ciudades gentiles romanas y griegas. Vale anotar que Lucas (supuesto autor de los Hechos de los Apóstoles) no llama apóstol a Pablo. Las redes que se rompen por la fuerza y viveza de los peces muestran las dificultades de “pescar hombres vivos”. El relato, leído a la letra, parece decir que las redes y el lugar donde se echen son secundarios al mandato de Jesús: predicar el reinado de Dios. El teólogo Dietrich Bonhoeffer resume el llamado de Jesús a la invitación: “Sígueme y muere”. Un llamado que dicho al comienzo del Evangelio hubiera resultado absolutamente incomprensible. Pero al final del Evangelio empieza a tener su lógica, así como la frecuente expresión: “Quien guarde su vida la pierde y quien la pierda la gana”. La gracia, que Bonhoeffer llama “gracia cara”, nos cuesta la vida. La gracia no es para aligerarnos las dificultades de la vida, como a menudo podemos suponerlo cuando la pedimos en la oración, sino para conformar nuestra voluntad a la voluntad de Dios. San Ireneo de Lyon decía que Dios siempre da la gracia como tarea, como una misión por realizar.
En el relato del llamado de hoy se resalta la figura de Pedro como se hace, en general, en los sinópticos. La impresión de la pesca deja subyugado y conmovido a Simón Pedro, hasta tal punto que se siente absolutamente indigno de la cercanía de Jesús. Llama Señor a Jesús que es el término utilizado por Pablo en vez de Mesías. Este título, que significa ungido, era demasiado extraño para los gentiles aunque fuera familiar para los judíos. Pedro se echa a los pies de Jesús confesándose como pecador, algo que todo judío reconocía en la fiesta del Yom-kippur o perdón nacional. Pedro es figura central del relato como lo es en Juan en su relato de la pesca abundante luego de la resurrección, aunque aquí aparece en competencia con el “discípulo amado”. En contraste, los hijos de Zebedeo son en Lucas personajes secundarios y Andrés, hermano de Pedro, no es siquiera nombrado. Pedro es más claramente el modelo de discípulo (o de apóstol) en Mateo pues en Marcos se dice que el modelo ideal es el mismo Jesús y en Juan es el “discípulo amado” que no puede identificarse con ninguno en particular. Las diferencias en los relatos de llamados, incluso en los primeros discípulos, nos permiten admitir que todo creyente es llamado de una manera particular y podría perfectamente escribir su propia historia de salvación.
 
[1] Podemos pensar que Pedro aún no era discípulo.
[2] Pablo modifica el concepto de apóstol como llamado por Jesús en su vida pública y lo reemplaza por la experiencia pascual y personal del creyente. Todos pueden ser discípulos y predicadores si tienen la experiencia pascual.  

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