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Comunitas Matutina 09 de julio de 2023
Domingo XIV del tiempo ordinario
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Por: Antonio José Sarmiento Nova, SJ
Lecturas:
- Zacarías 9: 9-10
- Salmo 144: 1-14
- Romanos 8: 8-13
- Mateo 11: 25-30
En la reflexión de este domingo hacemos conciencia sobre algunos de los excesos humanos en materia de soberbia, malignidad del poder que se ejerce sin responsabilidad con el bien común, vano honor del mundo, prepotencia, complejo de superioridad, orgullo malsano, superficialidad, hipocresía, fariseísmo, desprecio por los humildes, manipulaciones, intereses mezquinos, afecto desordenado por el dinero, lujos, vida superflua, sociedad del espectáculo. [1] Toda la gama de conductas que alejan a quien las practica de la sabiduría de lo esencial y de la genuina felicidad, la que propone Jesús en su programa de las Bienaventuranzas. Realidades que hacen decir a algún sabio bíblico con escueto escepticismo: “¡Vanidad de vanidades – dice Cohélet – vanidad de vanidades, todo es vanidad! ¿Qué saca el hombre de toda la fatiga con que se afana bajo el sol?”. [2] Son modelos antropológicos bastante incompletos, quien los vive cree estar en la verdad, hace de lo suyo referente para muchos, indiferente a la trascendencia de Dios y del prójimo, ajena a los asuntos relativos a la solidaridad y al servicio. Es el “vano honor del mundo”, como definió San Ignacio de Loyola su vida antes de la conversión. [3]
Un repaso profundo a la realidad del mundo nos lleva al encuentro – o desencuentro, mejor – con la “lógica” del poder y de los poderosos, aquellos que creen ser dueños de la humanidad, que imponen sus pretensiones de dominación sin respetar el valor fundamental de la dignidad humana, se ven a sí mismos como amos absolutos de las instituciones, manejan el ordenamiento jurídico siguiendo sus intereses, no el bien común; construyen en su entorno cortes de aduladores y de personajes siniestros, no son pocos los que recurren a modos brutales para ejercer su poderío. [4] Todo recurso que sustente su autoritarismo, es válido para mantener su estatuto de dominio: el fin justifica los medios.
También el ser humano cotidiano, que cede a la tentación de inflar su ego, se convierte en un “pequeño gran dictador”, cualquier logro que obtiene lo transforma en egocéntrico título de superioridad sobre los demás. Así, la belleza física, el dinero, los títulos académicos, los “pergaminos” heredados de sus ancestros, su posición social, las comodidades desmedidas, son soportes para sentirse dueños del mundo y de la vida. Hombres y mujeres sin referencia trascendente, que presumen de ser ellos mismos la medida de todo. Desaparece el prójimo como entidad respetable y digna de crédito, la solidaridad y la comunión fraterna son eliminadas, la suya es la loca carrera de la fama, de los aplausos, del brillo externo. Es un penoso ámbito, donde campean la extrema pobreza del corazón, el precario sentido moral, la ausencia de humanismo y espiritualidad. [5]
Estas “pseudo-religiones”, que así las podemos llamar porque son auténticos cultos con sus liturgias y rituales de acendrada egolatría, surgen porque hay esperanzas fallidas de sentido, salvación, vida digna, justicia, muchos en la humanidad se desesperan y entronizan sus propios miedos, conceden a los poderosos estatuto de salvadores, les rinden pleitesía, absolutizan sus pánicos e inseguridades en estos personajes, ellos mismos se convierten en caricaturas-clones de esos a quienes aplauden, cuyo ego fomentan con sometimiento servil. El dramaturgo Eugene Ionesco en su obra “El rey se muere”, [6] narra la historia del rey Berenguer, una referencia simbólica al ser humano promedio del siglo XX, personaje que vive en medio de excesos, de soberbia y de incapacidad para comprender la fragilidad de la condición humana, siente pavor ante la muerte, la niega, pero ella se impone; finalmente, el poderoso Berenguer sucumbe a la misma. ¡Parábola dramática de las vanidades del mundo!
En el mundo bíblico hubo manifestaciones de esto: algunos reyes de Israel dados al culto religioso externo lleno de pompa, a sus alianzas con poderes extranjeros, al desconocimiento de pobres, huérfanos y viudas, como tan a menudo señalan los profetas con severísima denuncia: “Así dice Yahvé: ¡Por tres crímenes de Israel y por cuatro, seré inflexible! Porque venden al justo por dinero y al pobre por un par de sandalias; pisan contra el polvo la cabeza de los débiles, y el camino de los humildes tuercen…” [7] En nuestros medios religiosos cristianos también hemos incurrido en gravísimos pecados de poder: en un determinado momento de la historia de la Iglesia en el ambiente del papa había mayor predilección por la política eclesiástica y por las alianzas con los príncipes temporales que por el anuncio de la Buena Noticia. Ser papa, obispo o clérigo fue para muchos asunto de carrera de ascensos en la escala del poder, de burocracia religiosa y de obtención de notables beneficios económicos.[8] Por bendición de Dios y generosidad de buenos cristianos, siempre hubo movimientos de reforma y de retorno a la originalidad del Evangelio, como los suscitados por los santos Francisco de Asís y Domingo de Guzmán en la lejana Edad Media, o muchos otros en diversos momentos de la historia cristiana. Gracias a inspirados profetas como ellos se mantiene vigente la originalidad de Jesús. [9]
La “colección” de pretendidas grandezas humanas que hemos reseñado es incompatible con el modo de ser del Señor. Así es la sabiduría despojada que expresa en el evangelio de hoy: “Yo te alabo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a gente sencilla”. [10] La simplicidad de Dios asusta y escandaliza, desarma la arrogancia del poder, lo relativiza, propone un estilo en el que todos somos iguales, hijos del mismo Padre, se pone preferencialmente del lado de los que nadie reconoce en el mundo de la fama, del poder y del éxito económico. Las lecturas de este domingo nos ayudan a poner en tela de juicio ese entramado arrogante, disponiéndonos para el encuentro con el Dios de los sencillos, el Dios de la “minoridad” de Francisco de Asís. [11]
La primera lectura – del profeta Zacarías – es esclarecedora. Este profeta fue “piedra en el zapato” para los fanáticos político-religiosos que en el tiempo de Jesús aguardaban un caudillo triunfante y nacionalista. Zacarías nos ofrece una reflexión que sintoniza con las grandes aspiraciones de las comunidades que, después del doloroso exilio en Babilonia, intentaron reconstruir su identidad a partir de elementos universales, pluralistas, comunitarios, incluyentes. Para ellos, desde esa experiencia de despojo, el Mesías no podía ser un guerrero victorioso como el primer David ni un diplomático equilibrista como Salomón. El pueblo confiaba en alguien que fuera capaz de encaminarlos por la ruta de la justicia, la paz, la solidaridad: “¡Exulta sin freno, Sión, grita de alegría, Jerusalén! Que viene a ti tu rey, justo y victorioso, montado en un asno, en una cría de asna. Suprimirá los carros de Efraín y los caballos de Jerusalén; será suprimido el arco de la guerra y él proclamará la paz a las naciones”. [12]
En la primera comunidad cristiana todos sus integrantes eran gente sencilla, no se gloriaban de nada, dóciles al Espíritu del Señor, seguían con entusiasmo el proyecto original de Jesús y carecían de los prejuicios legales y rituales que caracterizaban a los sabios y entendidos. El texto del evangelio de hoy confronta la arrogancia religioso moral de los dirigentes del judaísmo. Para la lógica que propone el Evangelio, los sencillos son aquellos en quienes descubrimos ausencia de cálculos interesados, agendas intenciones dobles, estilos soterrados; es decir, los pobres, los humildes, los silenciados de aquella sociedad y religión. [13] Estos, los “sin voz”, hacen patente que el encuentro con Dios – revelado por Jesús como Padre compasivo y misericordioso – no se da por el conocimiento erudito ni por la rigurosa observancia de las prescripciones morales y religiosas, sino a través de la disposición para vivir en esa perspectiva de lo gratuito.
Mateo, en el evangelio de hoy, conecta con las expectativas de los postergados. Jesús no se identifica con los mesianismos de su época, a él le importa hacer vigente la utopía de Dios, entronca con los ideales de aquellos profetas bíblicos que preveían un modelo alternativo de sociedad, un modelo novedoso de relación con Dios, una mediación religiosa cargada de autenticidad ética, unos códigos de conducta referidos a la fraternidad y a la justicia, un Padre-Madre Dios cuyo proyecto de salvación, si bien apunta a la plenitud definitiva más allá de la muerte, provoca en esta historia signos de solidaridad, de sincera y seria preocupación por el prójimo, también de estilos de vida sencillos, austeros, donde la felicidad no la dan las riquezas materiales sino el gozo del servicio y de la vida que descubre en el pobre la sacramentalidad del Dios próximo e implicado amorosamente en nuestra historia.
[1] ROJAS, Enrique. El hombre light: Una vida sin valores. Temas de Hoy. Madrid, 2004. RICARD, Robert. Un nuevo ídolo: el hombre moderno. En https://www.revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/1232articulo.pdf ARENDT, Hannah. La condición humana. Paidós. Buenos Aires, 1993. FROMM, Erich. Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica. México, D.F., 1977. NIZAMA, Martin. Vacuidad y estulticia: trastorno espiritual. En https://www.researchgate.net/publication/319473329_Vacuidad_y_Estulticia_trastorno_espiritual BAUMAN, Zygmunt. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica. México D.F., 2000. LIPOVETSKY, Gilles. La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Anagrama. Barcelona, 2003. BAUMAN, Zygmunt & DONSKIS, L. Ceguera moral: La pérdida de sensibilidad en la modernidad líquida. Paidós. Barcelona, 2015. GIRALDO PATIÑO, Paula Andrea. El vacío existencial y la pérdida del sentido de vida en el sujeto postmoderno: retos para el cristianismo del siglo XXI. En Revista Cuestiones Teológicas volumen 41, número 96, páginas 425-444. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2014.
[2] Eclesiastés 1: 2-3
[3] LAMET, Pedro Miguel. El caballero de las dos banderas: Ignacio de Loyola. Mensajero. Bilbao, 2007. MARCET, Carlos. Ignacio de Loyola: un itinerario vital. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2015. GARCÌA MATEO, Rogelio. La gran mutación de Iñigo a la luz del “Vita Christi” Cartujano. En Revista Manresa número 61, páginas 31-44. Compañía de Jesús España. Madrid, 1989.
[4] MARINA, José Antonio. La pasión del poder. Teoría y práctica de la dominación. Anagrama. Barcelona, 2008. PRITTWITZ, Cornelius. La criminalidad de los poderosos. En https://www.pjenlinea3.poder-judicial.go.cr/biblioteca/uploads/Archivos/Articulo/CORNELIUS%20PRITTWITZ23.pdf CORTINA, Adela. Agorafobia: el rechazo al pobre. Paidós. Barcelona, 2017. LIPOVETSKY, Gilles. El lujo eterno. De la era de lo sagrado al tiempo de las marcas. Anagrama. Barcelona, 2004. MAQUIAVELO, Nicolás. El Príncipe. Planeta. Barcelona, 2016.
[5] HOBBES, Thomas. Leviatán. Atalaya. Madrid, 1989. ORWELL, George. 1984. Lumen. Barcelona, 2000; Rebelión en la granja. Destino. Barcelona, 2006. MAFFESOLI, Michel. La violencia totalitaria. Herder. Barcelona, 1982. LANGER PARDO, Karen. Poder y monstruosidad en “La Fiesta del Chivo” de Mario Vargas Llosa. Tesis para obtener el título de doctorado. Universidad de Ottawa, 2013. VARGAS LLOSA, Mario. La Fiesta del Chivo. Alfaguara. Bogotá, 2000. ASTURIAS, Miguel. El Señor Presidente. Real Academia Española de la Lengua, Alfaguara. Madrid, 2020. GARCÎA MARQUEZ, Gabriel. El otoño del patriarca. Sudamericana. Buenos Aires, 1975. ROA BASTOS, Augusto. Yo, el Supremo. Real Academia Española de la Lengua, Alfaguara. Madrid, 2017.
[6] IONESCO, Eugene. El rey se muere. Losada. Buenos Aires, 1969. Dramaturgo rumano, 1909-1994, pertenece a la tendencia filosófico-literaria del absurdo.
[7] Amós 2: 6-7
[8] RETAMAL, Fernando. El ejercicio del poder en la Iglesia. En Revista Teología y Vida volumen XLV, páginas 318-352. Pontificia Universidad Católica de Chile. Santiago, 2004. DÌAZ IBÀÑEZ, Jorge. La organización institucional de la Iglesia en la Edad Media. Arco Libros. Madrid, 1998. MITRE, E. Las grandes herejías de la Europa cristiana. Istmo. Madrid, 1983. LORTZ, Joseph. Historia de la Reforma Protestante. Taurus. Madrid, 1963.
[9] BUSTOS, Tomás de. Santo Domingo de Guzmán, predicador del Evangelio. San Esteban. Salamanca, 2000. GALMES, L. & GÒMEZ, V.T. Santo Domingo de Guzmán: fuentes para su conocimiento. Biblioteca de Autores cristianos BAC. Madrid, 1987. BOFF, Leonardo. San Francisco de Asís, ternura y vigor. Sal Terrae. Santander, 2000. LECLERC, Eloi. Francisco de Asís: un hombre nuevo para una sociedad nueva o el retorno al Evangelio. Sígueme. Salamanca, 2006. SPOTO, Donald. Francisco de Asís, el santo que quiso ser hombre. Vergara. Barcelona, 2004. CASTILLO, José María & ESTRADA, Juan Antonio. El proyecto de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2007. CASTILLO, José María. La alternativa cristiana. Sígueme. Salamanca, 1987.
[10] Mateo 11: 25
[11] MOORE, Michael. Francisco de Asís: hospedar al leproso, encontrar la salvación. En Revista Teología tomo LVII, número 131, páginas 79-97. Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires, abril 2020. MICÒ, Julio. Vivir el Evangelio: la espiritualidad de Francisco de Asís. Capuchinos Editorial. Madrid, 2012. LECLERC, Eloi. Sabiduría de un pobre. Marova. Madrid, 1992. CORREA PEDROSO, José Carlos. Hermana Pobreza. Paulinas. Buenos Aires, 1985. LÒPEZ BAEZA, Antonio. Francisco de Asís, una luz puesta en lo alto. Desclée de Brower. Bilbao, 2017.
[12] Zacarías 9: 9-10. AMSLER, Samuel. Los últimos profetas: Ageo, Zacarías, Malaquías, y algunos otros. Verbo Divino. Estella, 1997. PIKAZA, Xabier & PAGOLA, José Antonio. Entrañable Dios: las obras de misericordia, hacia una cultura de la compasión. Verbo Divino. Estella, 2017. VON RAD, Gerhard. Teología del Antiguo Testamento volumen II: Las tradiciones proféticas del Antiguo Israel. Sígueme. Salamanca, 2000. SANZ GIMÈNEZ-RICO, Enrique. Los profetas y la justicia. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 4 de noviembre de 2014. SICRE, José Luis. Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas de Israel. Cristiandad. Madrid, 1992.
[13] MAIER, Martin. La experiencia de Dios en los pobres. Para Jon Sobrino, en su 80 aniversario. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/4250/1/RLT%202018%20N-105-D.pdf CODINA, Vìctor. Una Iglesia nazarena: teología desde los insignificantes. Sal Terrae. Santander, 2010. GONZÀLEZ Carvajal, Luis. Con los pobres contra la pobreza. San Pablo. Madrid, 1991; El clamor de los excluìdos. Sal Terrae. Santander, 2009; Las bienaventuranzas, una cultura que humaniza. Sal Terrae. Santander, 2017. BOFF, Leonardo. Teologìa desde el lugar del pobre. Sal Terrae. Santander, 1988. TOUTIN, Alberto. La realidad crucial de los pobres da que pensar a la teología latinoamericana. En Revista Teologìa y Vida volumen L , páginas 117-129. Pontificia Universidad Catòlica de Chile. Santiago, 2009. SCANNONE, Juan Carlos. La teología del pueblo. Raìces teològicas del papa Francisco. Sal Terrae. Santander, 2017. ROMERO, Oscar Arnulfo. La voz de los sin voz , la palabra viva de Monseñor Romero. Introducciòn, notas y comentarios de Jon Sobrino, Ignacio Martìn-Barò y Rodolfo Cardenal. UCA Editores. San Salvador, 2004.