Comunitas Matutina 26 de junio 2022
Domingo XIII del Tiempo Ordinario ciclo C Por: Antonio José Sarmiento Nova, SJ Lecturas:
1 Reyes 19: 16 – 21
Salmo 15: 1 – 11
Gálatas 5:1 y 13 – 18
Lucas 9: 51 – 62
Creer y confiar en Dios al estilo de Jesús es una opción radical que exige rupturas, renuncias, y –en consecuencia– un novedoso ejercicio de la libertad[1] que consiste en seguir el camino del Maestro, optar por su proyecto del reino de Dios y su justicia, renunciar a realidades que, siendo legítimas, se sacrifican en aras de ese ideal mayor: “Para ser libres nos ha liberado Cristo. Manténganse, pues, firmes y no se dejen oprimir nuevamente bajo el yugo de la esclavitud”.[2]
Tal es la propuesta de la Palabra en este domingo, nos la hace a través de la generosidad del profeta Eliseo,[3] que se despoja de sus comodidades de rico campesino,[4] del discurso paulino sobre la libertad en Cristo en la carta a los Gálatas[5] y, en el contexto de la subida de Jesús a Jerusalén, el Evangelio de Lucas[6] refiere la acción de Jesús llamando a unos a seguirle y presentándoles condiciones de alta exigencia para ese seguimiento. Veamos cómo se aterriza esta llamada en nuestras vidas, porque lo que Jesús propone va directo a todos los seres humanos, con profundo respeto a la libertad de cada uno.
Son textos vocacionales que invitan al creyente a dar un paso adelante para superar el modelo de cristianismo pasivo, que se contenta con una confortable pertenencia a la institución eclesiástica, va a misa y practica los sacramentos, permanece en un nivel religioso con baja espiritualidad, se imagina que eso de la vocación es para monjas y sacerdotes, pero no se siente interpelado por la radicalidad de la invitación de Jesús. Es el tipo de personas que hacen de su religiosidad un elemento más del checking list de la vida, sin captar la pretensión totalizante y liberadora del proyecto de Jesús.[7]
Porque la fe no es la cómoda adaptación a una institución prestadora de servicios religiosos, como suele ser el caso de muchísimos cristianos, los que viven una religiosidad de inercia sociocultural, sino un proyecto de vida que capta la totalidad del ser y del quehacer de quien opta por el mismo. Es, como dijera el inolvidable Padre Pedro Arrupe,[8] hablando del discernimiento espiritual, “la osadía de dejarse llevar” [9] en un camino de la mayor donación de sí mismo. Es decir, bienaventuranza, siguiendo el lenguaje evangélico, vocación al amor y a la libertad. Desde los tiempos del Concilio Vaticano II se explicita esta condición como seguimiento de Jesús, haciendo recurso a la originalidad de los tiempos de los primeros discípulos: “Caminaba Jesús a orillas del lago de Galilea y vio a dos hermanos: Simón, llamado después Pedro, y a Andrés, que echaban las redes al agua porque eran pescadores. Jesús les dijo: síganme y los haré pescadores de hombres. Los dos dejaron inmediatamente las redes y lo siguieron”.[10]
Significativo antecedente de esta disponibilidad es la historia del joven acomodado Eliseo, invitado por Elías a secundarle en su ministerio profético: “Partió de allí y encontró a Eliseo, hijo de Safat, que estaba arando. Tenía frente a él doce yuntas y él estaba con la duodécima. Elías pasó a su lado y le echó su manto encima. [11] Entonces Eliseo abandonó los bueyes y echó a correr tras Elías… luego siguió a Elías y se puso a su servicio”.[12] Ya sabemos que la tarea profética es incómoda, no hacía parte de la oficialidad religiosa de Israel, se inquietaba con las corruptelas de los reyes y de los dirigentes religiosos, los denunciaba con energía, recordaba con vigor los compromisos de la alianza con Dios, eran la voz de la conciencia en medio de las ligerezas morales de sus contemporáneos. Eliseo abandona su vida de rico agricultor y hacendado, y se entrega sin rodeos a tal causa.
El capítulo 9 de Lucas es una invitación a elegir libremente este modo de vida –el de Jesús– que nos hará plenos, con la capacidad de relativizar muchas realidades, no despreciándolas sino situándolas en esta perspectiva del Reino de Dios y su justicia. El relato se enmarca en el contexto de la subida de Jesús a Jerusalén, a esta itinerancia le dedica diez capítulos, es la determinación suya de encontrarse con su destino definitivo: “Como se iban cumpliendo los días de su asunción, él se afirmó en su voluntad de ir a Jerusalén”.[13]
La ciudad de Jerusalén es la sede de la institución religiosa judía, cuyos dirigentes veían a Jesús con sospecha y prevención, lo consideraban persona nociva para la estabilidad del judaísmo de su tiempo. La narración es profundamente teológica: sube al Padre para encontrarse con la muerte en cruz, consecuencia de sus opciones. Con ello marca una pauta determinante para quien se interese en su camino.[14]
Un incidente que se presenta en el camino a Jerusalén nos da pie para comprender los alcances de la libertad y determinación de Jesús, y la claridad con la que él invita a sus discípulos a seguirle: “Así que envió mensajeros por delante, que fueron y entraron a un pueblo de samaritanos [15] para prepararle posada. Pero no lo recibieron porque tenía intención de ir a Jerusalén. Ante la negativa, sus discípulos Santiago y Juan dijeron: Señor, ¿quieres que mandemos bajar fuego del cielo y los consuma? Pero Jesús se volvió y les reprendió y se fueron a otro pueblo”.[16]
Los samaritanos, prevenidos ante tantas humillaciones y desconocimientos que padecían por parte de los judíos, se imaginan que Jesús y sus acompañantes van a la toma del poder en Jerusalén, y por eso los rechazan. Quienes van con él son los Zebedeos, los mismos por quienes su madre intercedió ante el Maestro para que les concediera posiciones de poder,[17] una vez triunfara la revolución político-religiosa que ellos imaginaban. Jesús los confronta por su instinto de venganza y con esto les advierte que su imaginario es totalmente errado, el Evangelio no practica la ley del talión: “ojo por ojo y diente por diente.[18]
En el Evangelio de hoy, Jesús acude a imágenes muy fuertes, respuestas que él da a tres requerimientos de sus discípulos, a quienes invita a seguir su camino:[19]
“Las zorras tienen guaridas, y las aves del cielo nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde reclinar su cabeza”. [20]
“Deja que los muertos entierren a sus muertos. Tú vete a anunciar el Reino de Dios”. [21]
“Nadie que pone la mano en el arado y mira hacia atrás es apto para el Reino de Dios”. [22]
No desprecia afectos tan hondos como los familiares, u otros de similar naturaleza, lo que quiere explicitar es la libertad requerida para dedicarse por entero a lo que nos está planteando: amar sin medida, dar todo de sí, reivindicar la dignidad humana, especialmente la de los más humillados, revelar el rostro del Padre como un Dios de misericordia. Así, él pide que tengamos claridad sobre las prioridades y propósitos que nos animan, revisando críticamente los refugios y seguridades que nos impiden correr el riesgo de esta apasionante aventura: afectos desordenados, esclavitudes, sometimientos emocionales, evasiones disfrazadas de religión y pietismo, incapacidad de salir de nuestro mundo cómodo, seducción del poder y del dinero. Todo esto lo sabemos muy bien, pero nunca está de más la reiteración: es tan maravillosa la invitación de Jesús que no podemos desecharla convirtiéndola en una simple religiosidad formal sin conversión del corazón.
Las renuncias que Jesús sugiere son a realidades que nos gustan y atraen, pero nos aclara que si las hacemos con conocimiento y libertad, se convertirán en elección de lo mejor. Se trata de optar por lo que es bueno para nuestro auténtico ser, recordando que la causa de Dios es la causa de la humanidad, que él no necesita humillarnos para llevarnos por su camino, que su mayor gloria es que los humanos lleguemos a la más plena realización de lo nuestro en él: “Ustedes, hermanos, han sido llamados a la libertad. Pero no tomen de esa libertad pretexto para la carne; [23] antes, al contrario, sírvanse unos a otros por amor. Pues toda la ley alcanza su plenitud en este solo precepto: amarás a tu prójimo como a ti mismo”. [24]
La vida según el Espíritu –tema paulino por excelencia– es acceder a esta libertad teologal, en la que nuestra humanidad encuentra su plena significación.[25] Las exigencias radicales que propone Jesús en el Evangelio, debemos interpretarlas desde la perspectiva del Reino. No se refiere tanto a la materialidad de las realidades que hay que abandonar, cuanto al desapego de toda seguridad que es la genuina exigencia del seguimiento. Se trata de vivir una escala de valores de acuerdo con el Reino, pero no quiere decir que haya que renunciar a todo lo humano para luego llevar una vida desencarnada, como suele entenderse en ciertos modelos religiosos, deshumanizando a quien los sigue.
[1] MIRET MAGDALENA, Enrique. Manifiesto de la libertad cristiana. Gredos. Madrid, 1977. LUTERO, Martín. La libertad cristiana. En https://www.alatinacolonia2013.files.wordpress.com/2013/05/libertad-cristiana.pdf GARZA ZALDÍVAR, Héctor. La libertad cristiana: Lutero y Loyola. En Xipe Totek, revista del departamento de filosofía y humanidades ITESO Instituto Estudios Superiores de Occidente; año 26 número 104; páginas 436-456. Guadalajara, 2019. COMBLIN, José. La libertad cristiana. Sal Terrae. Santander, 1987. COMBLIN, José & Domínguez García, José Francisco. Vocación a la libertad. San Pablo. Madrid, 1992. PAOLI, Arturo. Diálogo de la liberación. Carlos Lohlé. Buenos Aires, 1976.
[2] Gálatas 5: 1
[3] MESTERS, Carlos. El profeta Elías, hombre de Dios, hombre del pueblo. En https://www.nuestrabiblia.org/contenido/uploads/2015/05/El-Profeta-Elias.pdf STENDAL, Martín. Elías y Eliseo: la verdadera cobertura para el pueblo de Dios. Ransom Press International. Miami, 2019. BÜHNE, Wolfgang. Eliseo , portador de la bendición de Dios. CLV. Bielefeld (Alemania), 2018. CENTRO BÍBLICO VERBO DIVINO. Los profetas, hombres de Dios y del pueblo. Quito, 2014.
[4] 1 Reyes 19: 16-21
[5] Gálatas 5: 1-18
[6] Lucas 9: 51-62
[7] CASTILLO, José María & Estrada, Juan Antonio. El proyecto de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2004. PAGOLA, José Antonio. Recuperar el proyecto de Jesús. PPC. Madrid, 2018. VIDAL, Senén. Los tres proyectos de Jesús y el cristianismo naciente. Sígueme. Salamanca, 2003. ESTRADA, Juan Antonio. De la salvación a un proyecto de sentido: por una cristología actual. Desclée de Brower. Bilbao, 2015.
[8] El Padre Pedro Arrupe Gondra (1907-1991), jesuita nacido en Bilbao (Vizcaya, España), estudió medicina en Madrid, sin llegar a graduarse, ingresó a la Compañía de Jesús en 1927, se ordenó sacerdote en 1936; en 1938, fue destinado a la misión del Japón, allí tuvo la rica experiencia de inculturarse en el mundo oriental, aprendió la meditación zen, le correspondió, como maestro de novicios de los jóvenes jesuitas, ayudar a atender la gravísima emergencia causada por la explosión de la bomba atómica en las ciudades de Hiroshima y Nagasaki, en agosto de 1945. Esta experiencia fue para él de altísima sensibilidad evangélica y humanitaria. Fue superior de los jesuitas del Japón desde 1954 hasta 1965, año en el que fue elegido superior general de la Compañía de Jesús. En el desempeño de esta misión se destacó por ser un hombre de avanzada eclesial y evangélica, aplicó el concilio Vaticano II en su orden religiosa, especialmente en el campo del servicio de la fe y la promoción de la justicia. Véase LAMET, Pedro Miguel. Arrupe: testigo del siglo XX, profeta del XXI. Mensajero. Bilbao, 2011. LA BELLA, Gianni (Editor). Pedro Arrupe, general de la Compañía de Jesús: nuevas aportaciones a su biografía. Sal Terrae, Mensajero. Bilbao, 2007.
[9] CABARRUS, Carlos Rafael, S.J. La osadía de dejarse llevar. En https://www.principal.url.edu.gt/wp-content/uploads/2019/07/2.1-La-Osadia-de-dejarse-llevar.pdf ; La mesa del banquete del Reino: criterio fundamental del discernimiento. Desclée de Brower. Bilbao, 1998.
[10] Mateo 4: 18-20. ROCHA, Mateus. El seguimiento de Jesús. En https://www.seleccionesdeteologia.net/selecciones/llib/vol23/92/092_rocha.pdf OSPINA ARIAS, Diego Fernando. El seguimiento transformante de Cristo Jesús, categoría fundante para la teología moral fundamental. Tesis para optar al grado de doctor en teología. Pontificia Universidad Javeriana-Facultad de Teología. Bogotá, 2014. MARTINI, Carlo María. El seguimiento de Cristo. Sal Terrae. Santander, 1997. LOIS, Julio. Universalidad del llamamiento y radicalidad del seguimiento. En https://www.ciberiglesia.net/discipulos/05/05discipulado_llamamientoyseguimiento_lois.htm
[11] Gesto simbólico para entrar en la intimidad de alguien para invitarlo a compartir la vida.
[12] 1 Reyes 19: 19-21
[13] Lucas 9: 51
[14] GARCÍA, Santiago. Evangelio de Lucas: comentarios a la nueva Biblia de Jerusalén. Desclée de Brower. Bilbao, 2012. CENTRO BÍBLICO VERBO DIVINO. El Evangelio de Lucas. Verbo Divino. Quito, 2017. MESTERS, Carlos & LÓPEZ, Mercedes. En la mesa de Dios hay lugar para todos: Evangelio de Lucas. Centro Bíblico Ecuménico. Buenos Aires, 2003.
[15] No olvidemos la fuerte oposición político-religiosa que había entre judíos y samaritanos, estos eran considerados raza maldita por las gentes de la capital Jerusalén, para ellos eran traidores a sus tradiciones religiosas.
[16] Lucas 9: 52-55
[17] Mateo 20: 20
[18] Exodo 21 y Mateo 5: 38
[19] RIVAS, Luis Heriberto. Discípulos para la misión en el Nuevo Testamento. En revista Teología Tomo XLIV número 94, diciembre 2007, páginas 473-505. Pontificia Universidad Católica Argentina. Buenos Aires. DUNN, James D. La llamada de Jesús al seguimiento. Sal Terrae. Santander, 2001. PAGOLA, Juan Antonio. El camino abierto por Jesús. PPC. Madrid, 2012. GUIJARRO OPORTO, Santiago. Jesús y sus primeros discípulos. Verbo Divino. Estella, 2007. GARCÍA LOMAS, Juan Manuel & GARCÏA MURGA, J.R (Editores). El seguimiento de Cristo. PPC & Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 1997. TUNC, S. También las mujeres seguían a Jesús. Sal Terrae. Santander, 1999.
[20] Lucas 9: 58
[21] Lucas 9: 60
[22] Lucas 9: 62
[23] Por carne, en el sentido paulino, no se entiende la corporalidad ni la sexualidad. El significado teológico es el del sometimiento a la ley, a la normativa religiosa que sofoca la libertad humana, y a los afectos desordenados que llevan a la injusticia, al desamor, al pecado.
[24] Gálatas 5: 13-14
[25] DE AQUINO JUNIOR. Francisco. Vivir según el espíritu de Jesucristo: espiritualidad como seguimiento. En https://www.redicces.org.sv/jspui/bitstream/10972/2273/1/RLT-2012-086-C.pdf MARTÍN VELASCO, Juan de Dios. La experiencia cristiana de Dios. Trotta. Madrid, 1997. REVISTA INTERNACIONAL DE TEOLOGÍA CONCILIUM, número 342 Tema “Señor y dador de vida: el Espíritu hoy”. Verbo Divino. Estella, septiembre 2011. Con artículos de Elizabeth Johnson, María Clara Luchetti Bingemer, Bernard Sesboue, Víctor Codina; etc.