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Junio 26: Tres condiciones para seguir a Jesús

XIII Domingo del Tiempo Ordinario
Ciclo C – junio 26 de 2022 Por: Gabriel Jaime Pérez, SJ Cuando ya se acercaba el tiempo en que Jesús había de subir al cielo, emprendió con valor su viaje a Jerusalén. Envió por delante mensajeros, que fueron a una aldea de Samaria para conseguirle alojamiento; pero los samaritanos no quisieron recibirlo, porque se daban cuenta de que se dirigía a Jerusalén. Cuando sus discípulos Santiago y Juan vieron esto, le dijeron: -Señor, ¿quieres que ordenemos que baje fuego del cielo y acabe con ellos? Pero Jesús se volvió y los reprendió. Luego se fueron a otra aldea. Mientras iban de camino, un hombre le dijo a Jesús: -Señor, deseo seguirte a dondequiera que vayas. Jesús le contestó: -Las zorras tienen cuevas y las aves tienen nidos; pero el Hijo del hombre no tiene donde recostar la cabeza. Jesús le dijo a otro: -Sígueme. Pero él respondió: -Señor, déjame ir primero a enterrar a mi padre. Jesús le contestó: -Deja que los muertos entierren a sus muertos; tú ve y anuncia el reino de Dios. Otro le dijo: -Señor, quiero seguirte, pero primero déjame ir a despedirme de los de mi casa. Jesús le contestó: -El que pone la mano en el arado y sigue mirando atrás, no sirve para el reino de Dios (Lucas 9, 51-62).
El Evangelio nos propone hoy tres condiciones indispensables para seguir a Jesús. Analicémoslas teniendo en cuenta también las otras lecturas de este domingo [1 Reyes 19,16-21; Salmo 16 (15); Gálatas 5,1.13-18].
 
1. Tolerancia
La primera condición indispensable para seguir de verdad a Jesús es la tolerancia, opuesta al fanatismo. Jesús camina con sus discípulos de norte a sur, desde Cafarnaúm en Galilea hacia Jerusalén en Judea, donde pronto se realizará su sacrificio redentor para después resucitar y ascender a la gloria del Padre. Y para llegar a esta ciudad debían pasar por Samaría, cuyos pobladores eran enemigos de los judíos.
La reacción de quienes quieren que caiga un rayo sobre los samaritanos que no habían querido recibir a Jesús, es la propia de los fanáticos que consideran que su causa tiene que triunfar mediante la eliminación de sus opositores. Esta actitud existe en todos los grupos sectarios que se consideran a sí mismos como los buenos, y, o conciben a Dios como un juez castigador que debe aniquilar a quienes consideran malos y pecadores, o simplemente piensan que quienes se les oponen no merecen vivir
La actitud de Jesús, que con su ejemplo nos revela la infinita misericordia de Dios, es totalmente contraria al fanatismo, por esencia incompasivo. Poco a poco sus discípulos irían entendiendo esto hasta superar las actitudes intolerantes, gracias a la acción del Espíritu Santo.
¿Acepto la diferencia de pensamientos y opiniones? ¿O soy intransigente considerándome de los “buenos” y queriendo aniquilar a quienes tacho de “malos” porque no piensan como yo?
 
2. Desapego
Una segunda condición del seguimiento de Jesús es el desapego, consistente en la disposición a vivir desinstalados a imagen de Él, que “no tiene dónde recostar la cabeza”. Seguir a Cristo exige no apegarse a las comodidades materiales y asumir las dificultades que implica cumplir la voluntad de Dios, venciendo la tentación del facilismo, de querer el éxito sin esfuerzo.
El verdadero seguidor de Jesús, por el contrario, es un ser libre de la esclavitud del egoísmo que impide realizar la ley del amor, tal como lo dice el apóstol san Pablo en la segunda lectura: “Cristo nos dio libertad para que seamos libres. Por lo tanto, manténganse firmes en esa libertad y no se sometan otra vez al yugo de la esclavitud. Ustedes han sido llamados a la libertad. Pero no usen esta libertad para dar rienda suelta a sus instintos, sino sírvanse los unos a los otros por amor. Porque toda la ley se resume en este solo mandato: «Ama a tu prójimo como a ti mismo” (Gálatas 5, 1. 13-14).
¿Tengo la disposición de asumir el esfuerzo que implica seguir a Jesús, con la libertad de quien no se deja atar por apegos o afectos desordenados? ¿Cuáles son en mi caso esos apegos o afectos que me impiden seguir libremente a Jesucristo, y por lo mismo me impiden amar de verdad?
 
3. Perseverancia
La tercera condición es la perseverancia en el camino emprendido. En contraste con lo que cuenta la primera lectura refiriéndose a la vocación de Eliseo, quien antes de seguir como discípulo al profeta Elías le pidió que lo dejara ir a despedirse de sus padres y éste se lo permitió (1ª lectura)), la respuesta de Jesús a quien le pide ir primero a enterrar a su padre, o al otro que quiere ir a despedirse de su familia, parece por lo menos desconsiderada.
Sin embargo, lo que Él propone es la radicalidad que implica la decisión de seguirlo. Además de suponer que quien pretendía primero enterrar a su padre probablemente estaba dilatando el seguimiento de Jesús hasta cuando aquél falleciera, podemos deducir que el mensaje central del Evangelio es que Cristo está por encima de todo, incluso de la propia familia. Esto es explicable en el contexto en que fueron escritos los evangelios, cuando los cristianos eran perseguidos y tenían en sus familias posibles opositores y delatores ante las autoridades del imperio romano, que amenazaban con impedirles perseverar en el camino de la fe. Pero también es válido para nosotros, cuando anteponemos nuestros afectos familiares al seguimiento de Jesús.
Finamente, la imagen del arado es muy significativa. Cada uno de nosotros está llamado a colaborar en la tarea de preparar el terreno de la propia vida para la siembra de la semilla del reino de Dios. ¿Estoy haciendo la tarea con tenacidad y constancia, a pesar de las dificultades?
 
Conclusión
Pidámosle a Jesús, por la intercesión de María, su santísima madre y su discípula por excelencia, que nos ayude con la fuerza del Espíritu Santo a cumplir las condiciones señaladas por Él para ser sus auténticos seguidores: ser tolerantes, no estar apegados a las comodidades materiales y perseverar en el cumplimiento de nuestra vocación y misión.

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