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Marzo 12: “Pero llega la hora (ya estamos en ella), en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad, porque así quiere el Padre que sean los que le adoren”

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Comunitas Matutina 12 de marzo 2023
III Domingo de Cuaresma – Ciclo A

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Por: Antonio José Sarmiento Nova, SJ

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Lecturas:

  1. Éxodo 17: 3-7
  2. Salmo 94: 1-9
  3. Romanos 5: 1-2 y 5-8
  4. Juan 4: 5-42

La experiencia de confiar en Dios – la fe – no afecta negativamente la condición humana – como se suele interpretar en posturas que ponen en tela de juicio la creencia en Dios y la validez de la mediación religiosa – . Ella es la gran posibilidad de acceder al sentido definitivo de la vida y a la auténtica libertad. El ser humano, siempre en búsqueda de significado pleno, vive sediento de una realidad que le colme esta constante peregrinación existencial.[1] Es la búsqueda del significado absoluto de la vida, la aspiración que pone en juego la configuración trascendente y trascendental de nuestros proyectos existenciales.  [2]

A través del simbolismo del agua, según lo proponen dos de las lecturas de hoy – Éxodo y el Evangelio de Juan – se suscita una experiencia de búsqueda del absoluto trascendente que lleva a la humanidad a experimentar la definitiva verdad liberadora. Conocemos bien el significado de la historia de los israelitas atravesando el desierto – en el Éxodo – guiados por Moisés hacia la tierra prometida, resumen de todas sus esperanzas. Como sucede en toda biografía humana, es un proceso con crisis y angustias, producto de la lejanía de la respuesta final y de la natural actitud de querer encontrar la felicidad cuanto antes y a menor costo.

La referida vivencia se plasma con claridad en la narración de la primera lectura: “Pero el pueblo, sediento, murmuraba de Moisés: por qué nos has sacado de Egipto para matarnos de sed a nosotros, a nuestros hijos y a nuestros ganados? Entonces Moisés clamó a Yahvé y dijo: ¿Qué puedo hacer con este pueblo? Por poco me apedrean”. [3] Este clamor  refleja muy bien el carácter paradigmático de la historia del Éxodo y de la teología y la antropología que hay en él.  Es  la condición humana expresada con notable elocuencia en sus dramas y esperanzas, en su pasión por lo definitivo y en su experiencia de  precariedad.

¿Qué o quién podrá calmar con creces estas expectativas? ¿Cómo conectamos esta historia con la nuestra? ¿Cuáles son las dimensiones insatisfechas de nuestro ser? ¿Dónde hallamos las respuestas? ¿Cuáles son esas realidades en  las que pretendemos encontrar sentido y plenitud? [4] Ante los grandes dramas humanos  se suele hablar del silencio de Dios. ¿Qué hacer cuando la vida nos pone en situaciones límite, cuando el mal invade y domina los escenarios de la historia? Es la protesta de los israelitas ante Moisés, cuando la sed y las insatisfacciones les hacían dudar de un Dios que para ellos estaba callado.

La respuesta se significa en la roca que mana agua: “Yo estaré allí ante ti, junto a la roca del Horeb; golpea la roca y saldrá agua para que beba el pueblo”.[5]  Este elemento vital, esencial para la vida  de todos los seres vivos, adquiere así el sentido de Dios como saciedad del espíritu humano siempre anhelante de respuestas y garantías para sus inquietudes existenciales.  Un ser humano que tome en serio su vida se pone alerta ante esto porque es el asunto por excelencia de la humanidad. Las diversas tradiciones religiosas y espirituales tienen su sentido en brindar las respuestas a todas las cuestiones del significado último – definitivo – de la existencia.[6]

Algunos lo responden desde el sentimiento trágico de la vida indicando que esta carencia esencial no tiene alternativa de respuesta, dejando a la humanidad expuesta al absurdo irreversible. [7] Otros construyen paraísos efímeros en la cultura de lo fácil, en el bienestar material, en el poder y en el dinero, o en religiosidades fundamentadas en miedos e inferioridades, haciendo de sus “dioses” divinidades que se solazan con la precariedad humana mirándola con desprecio. [8]

¿Qué novedad nos ofrece el clásico diálogo entre Jesús y la mujer samaritana, propuesto por el evangelio de Juan?  Este evangelista es  enteramente simbólico, los símbolos desplazan a la realidad,  pero la contienen y la resignifican. Es una sofisticada composición teológica que conduce a la superación de la religión,[9] a la libertad religiosa y al diálogo interreligioso, relativizando la inquietud manifestada por la mujer: “Señor, veo que eres un profeta. Nuestros padres adoraron, en este monte, pero ustedes dicen que el lugar donde se debe adorar es Jerusalén. Jesús le contestó: créeme, mujer, que llega la hora en que ni en este monte ni en Jerusalén se dará adoración al Padre”. [10]

En Juan no hay símiles sino identificaciones que el evangelista maneja mediante alusiones  teológicas, del estilo de: “Yo soy el buen pastor[11], “Yo soy la resurrección. El que cree en mí, aunque muera, vivirá” [12],“Yo soy el camino, la verdad, y la vida” [13] con las que este autor da a entender que Jesús es la manifestación plena de Dios y que, en cuanto tal, da respuesta a las infatigables búsquedas humanas de significado, trascendiendo las barreras religiosas de aquel tiempo y de todos los tiempos de la historia. [14]

Los judíos veían con profundo desprecio a los samaritanos,  los consideraban herejes y blasfemos porque se habían separado del culto central del templo de Jerusalén e históricamente habían permitido la entrada de otras creencias y prácticas religiosas. Para los judíos los samaritanos eran una maldición.

Jesús rompe con toda segregación: “Los discípulos habían ido al pueblo a comprar algo de comer. En eso, una mujer de Samaria llegó al pozo a sacar agua, y Jesús le dijo: “dame un poco de agua”. Pero como los judíos no tienen trato con los samaritanos, la mujer le respondió: ¿cómo es que tú, siendo judío, me pides agua a mí, que soy samaritana?”. [15] Con esta sencilla plática se abre el asunto central de todo el relato: la superación del aislamiento y del fundamentalismo de las religiones, cuando estas se pretenden poseedoras exclusivas de la verdad de Dios y de la mediación de salvación, desconociendo las posibilidades que tengan las otras en este mismo sentido, y desconociendo al mismo Dios en cuanto pleno dador de  salvación.

Viene así la cuestión sobre cuál es la religión verdadera. ¿Qué es lo que determina esta condición? Jesús llega al núcleo profundo de la relación del ser humano con Dios con estas palabras: Ustedes adoran lo que no conocen, nosotros adoramos lo que conocemos, porque la salvación viene de los judíos. Pero llega la hora (ya estamos en ella) en que los adoradores verdaderos adorarán al Padre en espíritu y en verdad”. [16]

No es un desprecio de Jesús a la  diversidad religiosa, ni a los valores de sentido y trascendencia que hay en las múltiples tradiciones de fe. El contenido de este rico diálogo ayuda a las mismas a esclarecer y a superar algunos aspectos que, en no pocos momentos de la historia las han hecho antipáticas,  cuando algunas  se erigen en monopolizadoras de Dios y de las verdades que lo quieren formular. La interpretación de Juan conduce a la saludable ubicación de la religión en general y a la verdad liberadora que el Padre comunica en la persona de Jesús.[17]

En el diálogo de Jesús con la samaritana se habla de tres pozos o fuentes de agua: los de Moisés y Jacob que son limitados e incompletos, y el de Jesús que es decisivo e inagotable, aludiendo con ello al carácter pleno de la manifestación que Dios hace de sí en la persona de Jesús, como satisfacción total de la sed humana de salvación y de sentido, y a la superación del establecimiento religioso judío como mediación exclusiva de acceso a Dios.

Jesús trasciende las fronteras de las religiones y es constituido por Dios en oferta salvífica universal. Él es el agua viva que sustituye a la ley y al templo de los judíos, y también al culto samaritano. Tal  es la clave de comprensión de este hermoso relato: “Todo el que beba de esta agua volverá a tener sed; pero el que beba del agua que yo le dé no tendrá sed jamás, pues el agua que yo le dé se convertirá en fuente de agua que brota para vida eterna” . [18]

Jesús responde de modo revolucionario a la gran inquietud contenida en la búsqueda religiosa. Él no dice que el templo de Jerusalén o el monte Garizim resulten opciones inválidas, pero sí dice que quien quiera ir más al fondo  no va a tener que ir imperiosamente a un lugar o a otro, porque la cualidad novedosa que él ofrece es la “adorar al Padre en espíritu y en verdad”, es decir, en el culto auténtico que se hace desde la propia vida, asumido en aquella mediación en la que el ser humano encuentre su plenitud.[19] Jesús es el lugar del encuentro pleno  con Dios, él es la vitalidad definitiva, este culto nuevo suprime las distancias religiosas y nos lleva a la vida como ámbito de esta religación.

La Cuaresma es un tiempo de radical purificación de nuestro ser y de nuestra conducta. En esta dinámica también entra la mediación religiosa, llamada a ser auténtico espacio para la relación del ser humano con Dios y, por tanto, liberada de toda contaminación y fundamentalismo: “Puesto que Dios ya nos ha hecho justos gracias a la fe, tenemos paz con Dios por medio de Nuestro Señor Jesucristo. Pues por Cristo hemos podido acercarnos a Dios por medio de la fe, para gozar de su favor, y estamos firmes, y nos gloriamos con la esperanza de tener parte en la gloria de Dios”. [20]

Compréndase bien: Jesús nos libera del ensimismamiento religioso, purifica la religión de sectarismo y de fundamentalismo: el diálogo suyo con la mujer samaritana es prueba fehaciente de ello.

 

[1] LUCAS, Juan de Sahagún. Dios, horizonte del hombre. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2004. CABADA CASTRO, Manuel. El Dios que da qué pensar. Biblioteca de Autores Cristianos BAC. Madrid, 2010. BERNABÈ, Carmen (Editora). Los rostros de Dios. Imágenes y experiencias de lo divino en la Biblia. Verbo Divino. Estella, 2014. DE LUBAC, Henri. Por los caminos de Dios. Encuentro. Madrid, 2022. LEVINAS, Emmanuel. Totalidad e Infinito. Sígueme. Salamanca, 2002. KASPER, Walter. El Dios de Jesucristo. Sígueme. Salamanca, 2001.

[2] AMALADOSS, Michael. Experiencia de Dios en el encuentro interreligioso. En Revista Iberoamericana de Teología volumen 5 número 9, páginas 27-43. Universidad Iberoamericana, Ciudad de México; diciembre 2009. ARMSTRONG, Karen. La gran transformación. Paidós. Barcelona, 2012. ZUBIRI, Xavier. El hombre y Dios. Alianza. Madrid, 1998. GONZÀLEZ DE CARDEDAL, Olegario. El hombre ante Dios: razón y testimonio. Sígueme. Salamanca, 2013.

[3] Éxodo 17: 3-4

[4] SÀDABA, Javier. De Dios a la nada: las creencias religiosas. Espasa Libros. Madrid, 2006. MAFLA TERÀN, Nelson. Función de la religión en la vida de las personas según la psicología de la religión. En Revista Theologica Xaveriana vol. 63 número 176, páginas 429-459. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2013. JAMES, William. Las variedades de la experiencia religiosa. Península. Barcelona, 1986. DÌEZ DE VELASCO, Francisco. Introducción al estudio de las religiones. En https://www.antroporecursos.files.wordpress.com2009/03/diez-de-velasco-fe-2002-introduccion-a-la-historia-de-las-religiones.pdf CAPUTO, John. Sobre la religión. Tecnos. Madrid, 2005. FRAIJÒ, Manuel (Editor). Filosofía de la Religión. Trotta. Madrid, 2001. PIKAZA, Xabier. El fenómeno religioso. Trotta. Madrid, 1999.

[5] Éxodo 17: 6

[6] SAN AGUSTÌN. Confesiones. Palabra. Madrid, 2017. PRONZATO, Alessandro. La seducción de Dios. Sígueme. Salamanca, 1979. LAMET, Pedro Miguel. La seducción de Dios. Temas de Hoy. Madrid, 1999. JAGER, Willigis. En busca de la verdad: caminos, esperanzas. Soluciones. Desclèe de Brower. Bilbao, 2006. DE WAAL. Esther. Buscando a Dios: tras las huellas de san Benito. Sígueme. Salamanca, 2006. LÓPEZ QUINTÁS, Alfonso. Cuatro filósofos en búsqueda de Dios: Miguel de Unamuno, Edith Stein, Romano Guardini, Manuel García Morente. Rialp. Madrid, 2013. CRISTIANISMO Y JUSTICIA. Dios en tiempos líquidos. Fundación Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2019.

[7] CAMUS, Albert. El mito de Sísifo. Alianza Editorial. Madrid, 1979.

[8] FROMM, Erich. El miedo a la libertad. Paidós. Barcelona, 1976; Psicoanálisis de la sociedad contemporánea. Fondo de Cultura Económica FCE. México D.F. 1964.

[9] Con la expresión “superación” de la religión NO aludimos a desestimarla, a dejar de tenerla en cuenta como ámbito de construcción de sentido de la vida. Nos referimos a ir más allá de la misma, al misterio absoluto de Dios en quien el ser humano encuentra su plenitud.

[10] Juan 4: 19-21

[11] Juan 10: 11

[12] Juan 11: 24

[13] Juan 14: 5

[14] CASTRO SÀNCHEZ, Secundino. Evangelio de Juan. Desclée de Brower. Bilbao, 2008. GARCÌA-MORENO, Antonio. Hermenéutica de los símbolos en San Juan. En https://www.derechopenalenlared.com/libros/hermeneutica-simbolos-san-juan.pdf DUIGOU, Daniel. Los signos de Jesús en el Evangelio de Juan. Desclèe de Brower. Bilbao, 2009.

[15] Juan 4: 7-9

[16] Juan 4: 22-23

[17] CARDONA RAMÌREZ, Hernán & MONTOYA MARÎN, Juan Eliseo. El signo de la samaritana: estudio abductivo de Juan 4. En Revista Theologica Xaveriana vol. 64 número 178, páginas 393-421. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2014. CONSEJO PONTIFICIO PARA LA UNIDAD DE LOS CRISTIANOS & CONSEJO MUNDIAL DE IGLESIAS. Dame de beber (Juan 4:7). Material para la semana de oración por la unidad de los cristianos 2015. EDICE. Madrid, 2015. COMUNIDAD DE VIDA CRISTIANA CVX. Vengan todos al pozo del encuentro. En https://www.congres2015.cvxe.fr/wp-content/uploads/2015/05/folleto-del-congreso-CVX.pdf VILLA BETANCOURT, Ana Cristina. Jesús y las mujeres: encontrarlo, seguirlo, ser sus testigos. Texto de la conferencia presentada en el congreso del centenario de la Unión Mundial de Organizaciones Femeninas Católicas. Jerusalén, 6 de octubre de 2010. www.wucwo.org GIL ARBIOL, Carlos. El Dios de Jesús y las fronteras culturales y religiosas. En Revista Cuestiones Teológicas volumen 44 número 102, páginas 453-467. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, julio-diciembre 2017.

[18] Juan 4: 13-14

[19] MESTERS, Carlos. La práctica liberadora de Jesús. En Revista Diakonía No. 41 1987, páginas 49 a 61. Managua, Nicaragua. CASTILLO, José María. La religión de Jesús: comentario al evangelio diario ciclo A. Desclèe de Brower. Bilbao, 2016. ARMSTRONG, Karen. En defensa de Dios: el sentido de la religión. Paidòs. Barcelona, 2009. MARDONES, José María. La transformación de la religión: cambio en lo sagrado y cristianismo. PPC. Madrid, 2005.

[20] Romanos 5:1-2

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