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Mayo 8: El inspirador simbolismo del buen pastor

Pascua – domingo IV C
(8-mayo-2022) Por: Jorge Humberto Peláez, SJ
jpelaez@javeriana.edu.co  Lecturas:

Hechos de los Apóstoles 13, 14. 43-52
Apocalipsis 7, 9. 14b-17
Juan 10, 27-30

En este IV domingo de Pascua, la liturgia nos propone, como tema central, la figura del buen pastor, que tiene una honda raigambre cultural y religiosa. Así como profundizamos en este símbolo, pedimos por los pastores de la Iglesia y por las vocaciones sacerdotales. Que el Espíritu Santo suscite vocaciones generosas, que den testimonio del Señor resucitado en esta compleja sociedad marcada por los algoritmos, que trata de reencontrar su camino siguiendo los objetivos de desarrollo sostenible ODS. Si no lo hacemos, está en peligro inminente la vida sobre este planeta.
Puede parecer un poco extravagante esta figura del buen pastor en medio de nuestra cultura digital. Estamos atrapados por las pantallas de los celulares y los computadores, y desconocemos la vida del campo. Los invito a desconectarnos por unos minutos de estos equipos. Dejemos que nuestra imaginación retroceda por el túnel del tiempo, hace miles de años, para reencontrarnos con unos pastores nómadas, unos arameos errantes, que vivían en una migración permanente, siempre en búsqueda de pastos frescos y agua para sus rebaños. A ellos, seres insignificantes y anónimos dentro de la geopolítica de la época, y no a los reyes de Babilonia, se manifestó el Señor. Estamos hablando de Abrahán, Isaac y Jacob. Con ellos empezó la más fascinante historia, la auto-manifestación de Dios, que llegó a su plenitud en Jesucristo, revelador del Padre.
¿Cuál es el lenguaje que utiliza Dios para comunicarse con estos pastores de cabras, ovejas y camellos? Dios se manifiesta como el pastor de Israel. La imagen del pastor era muy expresiva dentro de su cultura. Significaba conducción, liderazgo, protección. En Babilonia y en Asiria, los reyes eran considerados como pastores de su pueblo.
En esta fiesta del Buen Pastor, que celebramos en un contexto diferente, absolutamente urbano y tecnológico, es importante refrescar estos referentes culturales para que el símbolo del pastor no se desdibuje.
En el Antiguo Testamento, Yahvé es descrito como el pastor de Israel, que lo va guiando a través de la historia. También se utiliza la palabra pastores para referirse a los Jueces de Israel escogidos por Dios para liderar a la comunidad. En los textos veterotestamentarios, encontramos ácidas críticas contra aquellos pastores que fueron infieles a su vocación y abandonaron a las ovejas en medio de los lobos.
En el Nuevo Testamento, es muy hermosa la imagen de Jesús como buen pastor que cuida a sus ovejas. Se utiliza esta imagen, muy cercana a la experiencia cotidiana de sus seguidores, para describir su misión al servicio de los pecadores, de los enfermos, de los excluidos. Esta preocupación del pastor por la suerte de cada una de las ovejas del rebaño es una delicada manera de describir la misericordia de Dios. Así se corrige una imagen distorsionada de la divinidad, como un ser duro e implacable, que lleva un registro riguroso de nuestros errores. La imagen del buen pastor dice todo lo contrario: cercanía, acogida, cuidado, recuperación.
Vayamos ahora a la vida de la primera comunidad cristiana. Recordemos que un porcentaje importante de los bautizados provenía del judaísmo. En esta religión estaba prohibido representar a la divinidad en estatuas, mosaicos y objetos materiales. La razón de ser de esta prohibición era alejarlos de la idolatría que practicaban los pueblos vecinos, que representaban a sus dioses de diversas maneras. Por eso las primeras expresiones artísticas de los cristianos se inspiraban en los panes y los peces como símbolos eucarísticos. Poco a poco, en los sepulcros de los primeros cristianos, empezó a aparecer una fina representación de un joven pastor, que lleva sobre sus hombros una oveja. Estas primeras representaciones de Jesús como buen pastor son de una infinita delicadeza. Cada una de ellas nos comparte una inspirada lección de Cristología.
Jesús no solo utiliza esta imagen del pastor para describir su misión. Con dureza denuncia a los pastores que actúan como mercenarios. Igualmente, se vale de este simbolismo para describir el alcance de la misión que le confía al apóstol Pedro: “Apacienta mis ovejas”. En este mismo sentido, la tradición de la Iglesia utiliza la palabra pastores para referirse a los obispos y sacerdotes que acompañan a las comunidades en su peregrinar hacia la casa del Padre común. Estos pastores proclaman la Palabra, presiden la eucaristía, son ministros de la reconciliación y el perdón.
Así como los buenos pastores prestan un servicio invaluable al pueblo de Dios, los malos pastores hacen un daño irreparable. Muchas personas se han apartado de la Iglesia por el escándalo causado por sus pastores. Durante muchos años, predominó una cultura del silencio y del ocultamiento de estos escándalos. Afortunadamente, la Iglesia ha dado un viraje radical y exige que todos estos escándalos salgan a la luz pública, con todas las consecuencias canónicas y penales.
En esta fiesta del Buen Pastor, pidamos al Señor por todos los obispos y sacerdotes para que sean hombres de oración, fieles a su misión y cuiden a las ovejas de sus rebaños. Pidamos igualmente para que surjan vocaciones. Que el llamado de Dios resuene en el interior de muchos jóvenes generosos, que emprendan el camino del sacerdocio con pureza de intención sin ocultar otros intereses. En repetidas ocasiones, el papa Francisco se ha referido a este tema, exhortando a los pastores a que vivan muy cerca de sus comunidades, y compartan sus luchas y esperanzas. Pastores con olor a oveja.

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