Tiempo Ordinario – Domingo XXVII B (3-octubre-2021) Por: Jorge Humberto Peláez, SJ jpelaez@javeriana.edu.co Lecturas: 1. Libro del Génesis 2, 18-24 2. Carta a los Hebreos 2, 9-11 3. Marcos 10, 2-16 El tema central de la liturgia de este domingo es la pareja, constituida por un hombre y una mujer, tal como aparece en el libro del Génesis y en la catequesis de Jesús sobre la indisolubilidad del matrimonio. En nuestros tiempos, el concepto de familia se ha ampliado y no sólo se refiere a la vida en común de un hombre y una mujer, sino que se extiende a otros tipos de configuraciones. Estas nuevas realidades son estudiadas por los científicos sociales, tales como sicólogos, sociólogos, antropólogos y juristas. Bienvenidos todos estos aportes que ayudan a la comprensión del ser humano y sus vínculos sociales y afectivos. La acción pastoral de la Iglesia debe seguir con atención estas reflexiones para así ofrecer un mejor servicio y anunciar la Buena Nueva de la salvación en contextos diferentes que antes no habían sido convenientemente identificados e incorporados en la agenda pastoral de la Iglesia. En esta meditación dominical, no entraremos en las complejidades de estos nuevos tipos de familia analizados por los científicos sociales. Nuestro foco será el modelo desarrollado en estos dos textos bíblicos: la pareja formada por un hombre y una mujer. Empecemos por los aportes del libro del Génesis. Para saborear la riqueza de este texto, es conveniente despojarnos de cualquier sesgo ideológico, dejar a un lado el enfoque de género y viajar atrás en el tiempo para disfrutar este texto en su inspiración original. Esta página del libro del Génesis no es un texto extraído de un libro de historia ni un documental como los que vemos en TV. Es un MITO, palabra cargada de significado en los estudios antropológicos. Como lo explica el P. Gerardo Remolina SJ en su libro En el mar de la duda, “Más que un relato imaginario o fabuloso, el mito es una estructura del pensamiento del ser humano que le permite enfrentarse a los grandes interrogantes del origen y el fin del universo y del ser humano. Adán y Eva son el mito que expresa la realidad misteriosa de la dualidad del hombre y la mujer, de su origen, de su sexualidad, de la debilidad moral del ser humano y de su pecado o realización del mal”. Leamos este hermoso relato con espíritu abierto. No sintamos que estamos dentro de un instituto de genética o de un laboratorio de biología siguiendo unos rigurosos protocolos de investigación. Disfrutemos esta imagen de Dios como un alfarero que, con amor y finura, va diseñando a los animales salvajes y a las aves del cielo. Un espectáculo maravilloso de formas y colores. Esta fiesta de la vida tiene una carencia: Adán, que era el invitado de honor, se siente profundamente solo; leamos el texto: “El hombre puso nombre a todos los animales domésticos, a todas las aves del cielo y a todos los animales salvajes; pero entre ellos no encontró ayuda ni compañía”. En este texto, más adelante leemos que Dios hizo caer a Adán en un sueño profundo, le extrajo una costilla y de ella formó a la mujer. ¿Cuáles son los mensajes de este relato mítico sobre el Dios alfarero y la creación de la mujer a partir de una costilla del varón? 1. El ser humano completo es el binomio hombre-mujer: “No es bueno que el hombre esté solo”. 2. El segundo mensaje se refiere a la igualdad y a la complementariedad. Este texto bíblico, escrito hace muchos siglos, está en sintonía con muchas de las reivindicaciones de los colectivos feministas que luchan contra la discriminación. Este relato del libro del Génesis concluye con una profunda reflexión sobre el propósito último de esta pareja, salida de las manos amorosas de Dios creador: “Los dos llegan a ser una sola carne”. Esta fórmula condensa un poderoso mensaje para la construcción de un proyecto común, en el cual cada uno de los cónyuges aporta sus cualidades y carismas. Vayamos ahora al texto del evangelista Marcos, quien nos describe un encuentro polémico entre Jesús y los fariseos sobre el tema del divorcio. Los enemigos de Jesús querían ponerlo en aprietos al pretender que las enseñanzas de Moisés estaban en contradicción con las palabras del Maestro. Jesús, con un profundo conocimiento de las Escrituras y habilidad dialéctica, argumenta en favor de la indisolubilidad del matrimonio: “Lo que Dios ha unido no debe separarlo el hombre”. En esta meditación dominical no vamos a entrar en el complejo asunto del divorcio, en el que se entremezclan la sicología, el derecho civil y el derecho canónico. Ciertamente, hay circunstancias en las que se hace imposible la convivencia, pues el ambiente es absolutamente tóxico para la pareja y para los hijos, y se ha llegado a un punto de no retorno. Sabemos que la vida en común es difícil y que es natural que se produzcan desencuentros. ¿Qué hacer para evitar que estas situaciones se salgan de las manos y hagan imposible la convivencia? La historia de cada pareja es diferente. Por eso no podemos caer en simplificaciones. Ahora bien, la experiencia muestra que hay ciertos aspectos críticos que es necesario cuidar: 1. Una cosa es hablar y una realidad muy diferente es comunicarse. La falta de comunicación es uno de los puntos más álgidos en las crisis que viven muchas parejas y que, dolorosamente, conduce a rupturas definitivas. No es fácil crear las condiciones para debatir serenamente las ideas, y compartir los sentimientos y emociones sin juzgarlos 2. La persona inmadura, independientemente de la edad cronológica, está centrada en sus propios intereses y proyectos. Por el contrario, la madurez es sinónimo de apertura y nos hace capaces de construir un proyecto conjunto. Con frecuencia, encontramos personas con altas cualificaciones académicas y profesionales, pero incapaces de amar y compartir. Están encerradas en su egoísmo. El amor es algo que se construye cada día y se alimenta de pequeños detalles y delicadezas. Infortunadamente, el paso del tiempo y la rutina van marchitando el amor. Es frecuente oír, de personas divorciadas, el argumento: se nos acabó el amor. ¿Qué pasó? Cayeron en una monotonía paralizante. El tedio los mató. Que estas lecturas que nos propone la liturgia de este domingo sobre la relación de pareja sean la oportunidad para abrir diálogos entre los novios que tienen la ilusión de construir juntos su futuro, y entre los esposos para fortalecer su relación y corregir errores en su convivencia.