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Octubre 9: Oración para los discípulos

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Lucas 11:1-4, domingo, octubre 9 de 2022

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Por: Luis Javier Palacio, SJ 

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El evangelio de Lucas es el que más habla de la oración. Prácticamente escribe un catecismo sobre la oración para los gentiles, quienes necesitan acostumbrarse al Dios de Jesús y a las revelaciones del Antiguo Testamento: la oración suele caracterizar los diferentes grupos religiosos. No es de extrañar que los discípulos quisieran tener un modo distintivo de orar como lo tenían los discípulos del Bautista. En el evangelio de Mateo, en el cual la fórmula del Padrenuestro es más extensa, Jesús les enseña la oración del Padrenuestro sin que se lo pidan. En Lucas tiene cinco peticiones y en Mateo tiene siete. En Lucas contiene dos peticiones relativas a la gloria de Dios y tres relativas a los bienes para los creyentes. Llama la atención entre las peticiones comunes, la del pan, que tiene un adjetivo único en el Nuevo Testamento[1] como es epiousios. Se ha traducido por pan cotidiano, de cada día, que necesitamos, el alimento que necesitamos cada día, que nos corresponde, día por día y otras. Opinaban los cuáqueros que la oración del Padrenuestro debía orarse en las noches para agradecer a Dios por el pan que nos hemos ganado trabajando y compartiendo. Los cátaros (en la Edad Media) usaban el Padrenuestro como oración consecratoria en sus comidas eucarísticas. El creyente normal no debía rezar el Padrenuestro sino a la hora de su muerte, decían. Ciertamente la petición del pan es en plural, no puede interpretarse de manera individualista, sino de manera colectiva y compartida con todos —como en las seis reparticiones de panes y peces—, incluidos los pecadores y los enemigos pues las comidas tienen una dimensión importante de reconciliación colectiva.

Cuando se pide la venida del reinado de Dios, implícitamente se reconoce que lo que hemos experimentado son los reinos de este mundo, basados en ambiciones humanas y no en la voluntad de Dios. Se pide ser librado de la tentación que para el creyente no puede ser otra cosa que ser librado del egoísmo, como tendencia natural. La tentación, aunque sea siempre indeseable, igualmente está siempre al alcance de la mano pues pertenece a nuestra naturaleza. Así, luego de que Jesús vence las tentaciones en el desierto, dice Lucas: «Acabada toda tentación, el diablo se alejó de Él hasta un tiempo oportuno» (Lc 4:13). Para algunos la diferencia entre la versión corta de Lucas y larga de Mateo se debe a que proceden de tradiciones litúrgicas primitivas deferentes. Para otros tendrían una fuente común y Lucas estaría más cerca de ella pues el uso litúrgico de las fórmulas tiende a alargarlas más que a acortarlas. También puede rastrearse su origen a oraciones judías como eran las oraciones sinagogales. Una de ellas es la oración Avinu Malkenu que contiene la invocación “nuestro Padre, nuestro rey”. Contiene igualmente una confesión de los pecados, una confesión de fe y una súplica por la gracia divina. Igualmente, la oración del Kidush (santificación) que debe pronunciarse en el lugar donde se come. Ordinariamente se hace con vino, pero si no está disponible se hace con pan. El Kidush se recita también en la segunda comida del sábado[2] , al mediodía, limitándose a la bendición del vino. Durante el Kidush se acostumbra cubrir el pan, ya que, contrariamente al orden común de las bendiciones, se anticipa la bendición del vino a la del pan. La mayor parte del Padrenuestro tiene conceptos del Antiguo Testamento y perfectamente podría ser una oración ecuménica de judíos y cristianos.

Lucas acentúa el carácter ejemplar de la oración de Jesús y ningún evangelista habla tan frecuentemente sobre su oración. Ora en las etapas decisivas y antes de todas las decisiones importantes. La oración acompaña a Jesús durante su obra y es la fuente de sus palabras y de sus acciones. Jesús ora en el monte de los Olivos, por sus verdugos y ora en la cruz. El Padrenuestro no es la oración de Jesús sino la de los discípulos y en una fórmula fija transmite el espíritu propio de la oración. Los discípulos fundamentan su petición refiriéndose a la enseñanza de Juan el Bautista. También los rabinos instruyeron a sus alumnos en las obras de piedad: el ayuno, la oración y la limosna. El Padrenuestro puede ser definido como una versión resumida de la fe cristiana, pues incluye una concepción de Cristo, de iglesia y del futuro. La versión de Lucas es menos familiar, dado que en la liturgia se adoptó la versión de Mateo. La noción de Padre común crea un sentido de comunidad, porque llamar a Dios “Padre nuestro” supone que el prójimo es hermano.

En la tradición bíblica, santificar significa dar validez, engrandecer y glorificar. De acuerdo con el profeta Ezequiel, Dios santificará su nombre al realizar nuevos hechos de Salvación en Israel. De acuerdo con Lucas, estos nuevos hechos salvadores de Dios resplandecen en la obra de Jesús. Así lo proclamó en el discurso programático en la sinagoga de Nazaret, con base en el profeta Isaías. Dentro de esta perspectiva el advenimiento del reinado de Dios es el objeto central de la predicación de Jesús. El reinado o señorío de Dios no es un regalo más que se pide entre muchos otros, sino que incluye y sintetiza todo lo demás. Es la gran esperanza de Israel. En él se basa también la esperanza cristiana. De acuerdo con Lucas, esta esperanza ya está presente en la predicación y en las obras de Jesús; está también presente en el actuar de los que, al seguir a Jesús, son portadores y propagadores del mensaje del señorío o reinado de Dios. La diferencia importante entre judíos y cristianos en este punto es que mientras que para los judíos Yahvéh traerá el reinado, para los cristianos es una obra colectiva, en sinergia entre Dios y el hombre. Dios sin nosotros no ha querido, como lo dice la encarnación y nosotros sin Dios no lo logramos, como nos dice la resurrección.

«Danos diariamente el pan que necesitamos» para algunos comentaristas es el reflejo del maná en el desierto. Allí, el que recogía más no abundaba, pues no podía almacenarse y el que recogía menos no carecía para alimentar a los suyos. También lo relacionan con el seguimiento que exige cargar la cruz cada día. Así como los discípulos cargan diariamente su cruz, así también deberán diariamente pedir lo necesario para vivir. No se piden riquezas en el Padrenuestro, sino lo necesario. Por esto, para muchos padres de la iglesia la petición del pan era por el pan eucarístico.

En la petición por el perdón de las deudas, Lucas utiliza un término griego definido por los compromisos u obligaciones económicas que una persona contrae con otra. El ruego a Dios por el perdón no puede estar en contraste con la propia intransigencia ante el prójimo. Así lo expresa la parábola del siervo que no perdona la deuda de cien denarios cuando se le había perdonado la deuda de diez mil talentos. Jesús no desecha la oración judía, como tampoco lo harán los cristianos, pero la reforma y desarrolla: orar con pocas palabras y centrarla en la idea de Abba, quien conoce lo que necesitamos y responde siempre de igual manera a toda oración: «Si, pues, vosotros, siendo malos, sabéis dar cosas buenas a vuestros hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a los que pidan!» (Lc 11:13). No importa lo que se pida, la respuesta a toda oración en Lucas es siempre la misma: el Espíritu. Lo demás lo conseguimos con nuestra razón, habilidad y astucia humanas.

 

[1] Las palabras que se usan una sola vez en un escrito, se llaman “hápax” (únicas) y su sentido es casi imposible de precisar al no poderse comparar la misma palabra en diferentes contextos.

[2] El judío comía dos veces al día, excepto el sábado que comía tres, por ser día especial.

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