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Comunitas Matutina 18 se septiembre 2022
Domingo XXV del Tiempo Ordinario Ciclo C
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Por: Antonio José Sarmiento Nova, SJ
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Lecturas:
- Amós 8: 4 – 7
- Salmo 112: 1 – 8
- 1 Timoteo 2: 1 – 8
- Lucas 16: 1 – 13
Las palabras del profeta Amós, primera lectura de este domingo, podrían ser pronunciadas en un foro del Fondo Monetario Internacional o en algún destacado evento del universo financiero del planeta. Pero, con seguridad, el profeta sería abucheado y vilipendiado por decir cosas “políticamente incorrectas”: “Escuchen esto los que pisotean a los pobres, los que quieren suprimir a los humildes de la tierra”[1], empieza así la invectiva para seguir con el rosario de exigentes reclamos: “Dicen: cuándo pasará el novilunio para poder vender el grano, y el sábado para dar salida al trigo, achicar la medida y aumentar el peso, trucando balanzas para robar; para comprar por dinero a los débiles y al pobre por un par de sandalias, y vender hasta el salvado del grano?”[2]
Y remata el profeta con el recuerdo de Dios: “Lo ha jurado Yahvé por el orgullo de Jacob: jamás he de olvidar todas sus obras!”[3]. Estas palabras quieren decir que el aval de esta protesta procede del mismo Dios, a quien también escuchamos decir cuando da la misión a Moisés: “He visto la opresión de mi pueblo en Egipto, he oído el clamor que le arrancan sus opresores y conozco sus angustias. Voy a bajar para librarlo del poder de los egipcios. Los sacaré de este país y los llevaré a una tierra nueva y espaciosa…” [4]
Los profetas bíblicos fueron extremadamente severos al denunciar las inconsistencias religioso-morales de sus contemporáneos. Su voz se levantó potente para desenmascarar la hipocresía de una religión formal, solemne, pomposa, que se esmeraba con exceso en los rituales pero sin requerir la conversión del corazón, manifestada en el referente del prójimo humillado y abatido. En la narrativa del Antiguo Testamento encontramos los fundamentos de lo que aquí llamamos la ética de la projimidad, expresión primera de la coherencia con la voluntad de Dios: la solidaridad con quien sufre, recuperar la dignidad de quienes son abatidos por la injusticia de unos “semejantes desalmados”. [5] Cuando Dios llama a vivir un determinado proyecto de vida incluye en el mismo el compromiso ineludible con la dignidad humana, no es lugar común invocarla e invitar a promoverla, en su respeto se juega el sentido mismo de la vida.[6]
Esa Palabra viene también poderosa y con alta capacidad de confrontación a esta sociedad mundial globalizada, hipnotizada con el consumo, enloquecida con la lógica implacable del mercado, excluyente y demoledora con los millones de poblaciones marginales del mundo. El sistema económico neoliberal, intrínsecamente perverso por su capacidad de concentrar riqueza en minorías y de crear pobreza en las mayorías, es merecedor de este debate profético con máxima severidad. [7]
Es de extrema inmoralidad la injusticia que se comete sistemáticamente contra las mayorías vulnerables de la humanidad. Muchos de estos explotadores se dicen religiosos y observantes de rituales, creyentes de doctrinas, pero sus arcas rebosan de dineros desiguales obtenidos a costa de la pobreza de muchísimos seres humanos: escandaloso recorte de las pensiones, salarios de hambre, maquila, carencia de servicios sanitarios básicos, imposibilidad de representación social, poblaciones enteras migrando hacia el “primer mundo”, buscando con ansiedad un mínimo de condiciones para subsistir con dignidad.
¿Somos conscientes de que la opción preferencial por los pobres y por la justicia es normativa del seguimiento de Jesús? ¿O estamos sumergidos en una religiosidad intimista, con el facilismo propio de la nueva era, con piedades individualistas, religiosidades líquidas, de caricias “teológicas”, que desentonan completamente con la Buena Noticia del Señor? [8] Como es tendencia dominante en los evangelios, en la parábola del administrador sagaz que nos presenta hoy el relato de Lucas, Dios se nos presenta como el único Señor al que vale la pena dedicarse por entero, porque en Él se encuentran la genuina libertad y la genuina humanidad. Es la afirmación contundente del principio constitutivo del reino de Dios y su justicia, como categoría determinante de un proyecto de vida trascendente, liberado y liberador.[9]
Podemos entender el texto en su contexto: la confrontación de Jesús con los fariseos, a quienes Lucas caracteriza como avaros y siempre dispuestos a ridiculizar sus enseñanzas, haciéndole preguntas y comentarios capciosos para descubrirlo como infractor de la ley judía y contrario a sus principios y tradiciones jurídico – religiosas.
Partiendo del ejemplo del administrador astuto, de la habilidad con la que maneja su crisis con el amo, ganándose el favor de los acreedores de este último, Jesús nos lleva a descubrir valores que son claves para el nuevo proyecto de vida que él propone: nosotros no somos dueños de los bienes materiales sino administradores, a partir de una ética del compartir y de la projimidad, con la prioridad bien conocida de los pobres y excluidos, reiteración que resulta molesta a muchos, y que es imperativo explicitar porque hace parte sustancial de su propuesta: “Estaban oyendo todas estas cosas los fariseos, que son amigos del dinero, y se burlaban de él. Pero él les dijo: Ustedes se las dan de justos delante de los hombres, pero Dios los conoce por dentro: y para Dios es abominable lo que los hombres consideran estimable”.[10]
El desarrollo emancipatorio del siglo XX con su afirmación del primado de la razón crítica e ilustrada, proyectada en el conocimiento científico, se olvidó del asunto fundamental de la solidaridad y de la sensibilidad con esos grandes desafíos éticos que son los prójimos abatidos por la pobreza, por la negación de sus derechos, y se obnubiló con el progreso de la tecnología, con la lógica desmedida del mercado, y cambió los ideales humanistas por los de un desarrollo desalmado. La racionalidad instrumental se plasmó en una cultura de la eficiencia y de la productividad, valorando al ser humano por su capacidad para adaptarse a este fundamentalismo de lo pragmático.[11] Esto es claramente una alienación del ser humano, en lo individual y en lo social. Tal concepción riñe con los postulados fundamentales del cristianismo, la crítica que hace Jesús de la idolatría del dinero: “Ningún criado puede servir a dos señores, porque aborrecerá a uno y amará al otro; o bien se dedicará a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero”, [12] es una indicación normativa para quienes seguimos su camino.
Por eso, la advertencia de Jesús, aludiendo a la astucia de ese administrador, es una invitación a cambiar totalmente nuestra manera de pensar y de sentir, no sólo por ir a contracorriente de ese desorden, sino porque muchas veces los principios que lo sostienen tienen su argumento en creencias religiosas ideologizadas que ponen a Dios de parte de los ricos y de los poderosos, justificando la injusticia con los desfavorecidos. Quien quiera vivir cumpliendo la voluntad de Dios no puede hacer parte de ese juego inmisericorde.
La “teología de la prosperidad”, fomentada por los grupos neopentecostales, dice que la propiedad de grandes bienes materiales es señal de la bendición de Dios para quien los posee, porque está indicando que estas personas son fieles a su voluntad. La pobreza es, en esta perspectiva, una maldición que pone al desnudo la maldad moral de quienes la padecen.[13] Esto “explica” la presencia masiva de personas de las barriadas populares de nuestras grandes capitales latinoamericanas y africanas en estas congregaciones, que además son soporte de los regímenes políticos más conservadores del mundo, como los casos Trump en USA y Bolsonaro en Brasil. Esta pseudoteología les crea una expectativa de ganancia monetaria y de bienestar material a multitudes agobiadas por la pobreza.
Definitivamente, servir a dos dioses, en los términos de disyuntiva que nos presenta Jesús, es descubrir una esencial incompatibilidad. El Dios que se nos revela en Jesús no es un tirano programador de conciencias, ni se satisface con el servilismo y con la miseria, es un Padre que tiene en la dignidad humana su más profunda y comprometedora sacramentalidad, el rostro de Dios es el del prójimo que requiere ser reconocido como humano merecedor de todo bien. En el modo cristiano de concebir al ser humano es innegable el deseo de justicia, de reivindicación de los condenados de la tierra, de promoción de bienestar material para estas poblaciones y de influir para que se den las mejores condiciones de vida para estos prójimos. Lo inaceptable es que se haga del mensaje evangélico una empresa financiera.
Nuestra vida no puede tener dos fines últimos, sólo podemos tener uno. Todos los demás objetivos tienen que ser penúltimos, es decir, orientados al último y definitivo, que es el que hemos venido planteando.
Seguir a Jesucristo no es una religión más, como algunos han querido manipularla, secuestrándole la profecía evangélica. El cristianismo es la adhesión integral del creyente a él, a su causa, sus opciones y sus conductas, es una pasión interpersonal y comunitaria que nos adhiere a su proyecto de plena humanidad y de plena divinidad: “Porque hay un solo Dios, y también un solo mediador entre Dios y los hombres, Cristo Jesús, hombre también, que se entregó a sí mismo como rescate por todos”.[14]
[1] Amós 8: 4
[2] Amós 8:5-6
[3] Amós 8: 7
[4] Exodo 3: 7-8
[5] LAÍN ENTRALGO, Pedro. Teoría y realidad del otro. Revista de Occidente. Madrid, 1968. CAMPANA, Silvia Julia. De la projimidad a la hospitalidad: hacia el rostro desnudo de la íntima vulnerabilidad. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/8365/1/projimidad-hispitalidad-campana.pdf JARAMILLO RIVAS, Pedro. La injusticia y la opresión en el lenguaje figurado de los profetas. Verbo Divino. Estella, 1992. NARDONI, Enrique. Los que buscan la justicia: un estudio de la justicia en el mundo bíblico. Verbo Divino. Estella, 1997. SICRE, José Luis. Con los pobres de la tierra: la justicia social en los profetas de Israel. Cristiandad. Madrid, 1984. SANZ GIMÉNEZ-RICO, Enrique. Los profetas y la justicia. Campus Cultural Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 4 de noviembre, 2014. PONTIFICIA COMISIÓN BÍBLICA. Las raíces bíblicas del comportamiento cristiano. Librería Editrice Vaticana. Roma, 2008.
[6] CONCILIO VATICANO II. Constitución Pastoral sobre la Iglesia en el Mundo Moderno Gaudium et Spes. Librería Editrice Vaticana. Roma, 1966. SARDIÑAS IGLESIAS, Loida Lucía. Dignidad humana: concepto y fundamentación en clave teológica latinoamericana. Ediciones Universidad Santo Tomás. Bogotá, 2019. BEUCHOT, Mauricio. Los fundamentos de los derechos humanos en Bartolomé de las Casas. Anthropos. Barcelona, 1994. COROMINAS, Joan. Etica primera. Desclée de Brower. Bilbao, 2000. HINKELAMMERT, Franz. Cultura de la esperanza y sociedad sin exclusión. Departamento Ecuménico de Investigaciones DEI. San José de Costa Rica. 1995. RAWLS, John. Sobre las libertades. Paidós. Barcelona, 1996.
[7] STITGLITZ, Joseph. Malestar en la globalización. Taurus. Madrid, 2003. PIKKETY, Thomas. El capital en el siglo XXI. Fondo de Cultura Económica. México D.F., 2019; Capital e ideología. Planeta. Barcelona, 2020. MAZZUCATO, Mariana. Misión Economía: una guía para cambiar el capitalismo. Taurus. Madrid, 2021. PEET, R. La maldita trinidad: el Fondo Monetario Internacional, el Banco Mundial y la Organización Mundial del Comercio. Laetoli. Pamplona, 2004. TOUSSAINT, E. La bolsa o la vida: las finanzas contra los pueblos. CLACSO. Buenos Aires, 2004.
[8] VIZCAÍNO CRUZADO, Eduardo. Espiritualidad líquida: secularización y transformación de la religiosidad juvenil. En https://www.rabida.uhu.es/dspace/bitstream/handle/10272/11977/Espiritualidad_liquida.pdf?sequence=4 CASANOVA, José. Genealogías de la secularización. Anthropos. Barcelona, 2012. GAUCHET. Marcel. El desencantamiento del mundo . Trotta. Madrid, 2005. VATTIMO, Gianni & GIRARD, René. Verdad o fe débil? Paidós. Barcelona, 2011.
[9] SCHYLLEEBECKX, Edward. Dios futuro del hombre. Sígueme. Salamanca, 1986. AGRELO, Santiago. Nuestra humanización y el evangelio. En https://www.caritas.santiago.org/wp-content/uploads/2019/03/Plataforma_formacion_02.pdf GÓMEZ CAFFARENA, José. La entraña humanista del cristianismo. Desclée de Brower. Bilbao, 1988. MARITAIN, Jacques. Humanismo Integral. Palabra. Madrid, 2001. GEBARA, Ivone. Ensayo de antropología filosófica. Verbo Divino. Estella, 2020. BEROS, Daniel; ROGGERO, Jorge Luis; ROLDÁN, David; SOLDANO DEHEZA, Flavia. Dios, ser humano, mundo: entre la filosofía y la teología. Universidad de Buenos Aires, 2016. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Recuperar la creación: por una religión humanizadora. Sal Terrae. Santander, 1997.
[10] Lucas 16: 14-15
[11] VALVERDE, José María. Génesis, estructura y crisis de la modernidad. BAC. Madrid, 1998. ALEMÁN, Jorge. Capitalismo: crimen perfecto o emancipación. NED Ediciones. Madrid, 2019. DOMENECH, Antonio. El eclipse de la fraternidad. Akal. Madrid, 2019. BAUMAN, Zygmunt. Modernidad líquida. Fondo de Cultura Económica. México D.F., 2006. LIPOVETSKY, Gilles. La era del vacío: ensayos sobre el individualismo contemporáneo. Anagrama. Barcelona, 2002. RAMOS, Julio. Desencuentros de la modernidad en América Latina. CLACSO. Buenos Aires, 2021. CONSTANTE, Alberto. La memoria perdida de las cosas (crítica a la modernidad). En https://www.scielo.org.mx/pdf/enclav/v1n1/v1n1a5.pdf RATZINGER, Joseph. Una mirada a Europa: Iglesia y modernidad en la Europa de las revoluciones. Rialp. Madrid, 1993. HORKHEIMER, Max. Crítica de la razón instrumental. Sur. Buenos Aires, 1973.
[12] Lucas 16: 13
[13] BLOOM, Harold. La religión americana. Taurus. Madrid, 2009. QUESADA CHAVES, Marco Antonio. Las huellas ocultas: la Teología de la Prosperidad en América Latina a la luz de sus orígenes ideológicos en el movimiento del Nuevo Pensamiento. En revista Repertorio Americano segunda nueva época número 29, enero-diciembre 2019; páginas 269-283. Escuela Ecuménica de Ciencias de la Religión-Universidad de Costa Rica, 2019. CERVANTES-ORTIZ, Leopoldo. La llamada Teología de la Prosperidad: un análisis teológico introductorio y crítico. En revista Vida y Pensamiento, volumen 39 número 2, julio-diciembre 2019; páginas 175-210. Universidad Bíblica Latinoamericana, San José de Costa Rica. OCAÑA, Martín. Los banqueros de Dios: una aproximación evangélica a la Teología de la Prosperidad. Puma. Lima, 2002. PONTIFICIO CONSEJO JUSTICIA Y PAZ. Compendio de Doctrina Social de la Iglesia. Librería Editrice Vaticana. Roma, 2004.
[14] 1 Timoteo 2: 5-6
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