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Septiembre 25: El rico insensible y sus cinco hermanos

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Lucas 16:19-31, domingo, septiembre 25 de 2022

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Por: Luis Javier Palacio, SJ 

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El nombre de Lázaro no aparece sino en el episodio de hoy y en la resurrección del hermano de Marta y María, en el evangelio de Juan. En la Biblia es muy difícil establecer la identidad de un personaje pues está compuesta de relatos que primero circularon oralmente por un tiempo. El equivalente hebreo es Eleazar, que significa “Dios ha socorrido”. Lázaro es mencionado como mendigo en contraste con el rico conocido como “el Rico Epulón” (epulón significa banqueteador o comilón). Los hermanos del epulón, como habría sucedido con él, no se tomaban en serio ni a Moisés ni a los profetas, y no mostraban signos de arrepentimiento: «Si no oyen a Moisés y a los profetas, tampoco se convencerán, aunque un muerto resucite». El relato mostraría que la suerte del hombre queda fijada definitivamente en el instante de su muerte[1]. No da espacio para lo que luego será la doctrina del Purgatorio. La viva descripción de Lucas ha causado una impresión tan profunda que llevó a muchos a considerar a los personajes involucrados como figuras históricas, reales, no imaginarias. En la temprana historia cristiana Lázaro fue considerado el santo patrón de los enfermos, y en especial de los leprosos. La orden de los Caballeros de San Lázaro (1119) se dedicó a socorrer a los leprosos de Siria y después de Europa, estableciendo lazaretos u hospitales para leprosos en toda la cristiandad, pero se conoce un relato similar en Egipto y anterior al relato bíblico, que debe haber llegado a Israel a través de los judíos de Alejandría. Es el relato edificante de Bar Ma’yan. Podemos notar que el pobre, al morir, es llevado por los ángeles al seno de Abrahán. La salvación en Lucas implica liberarse de la opresión social, económica, política como lo canta el Magníficat. No se menciona el carácter moral de Lázaro sino su pobreza. En las bienaventuranzas, Lucas dice que son bienaventurados los pobres (materiales) mientras Mateo habla de los pobres en el espíritu.

El rico grita desde el Hades y pide que manden a Lázaro a advertir a sus hermanos para que eviten tan triste final. Sigue considerando a Lázaro como un siervo que puede ser mandado. Formalmente el relato presenta varios niveles dónde fijar la mirada: el hombre rico, Lázaro, los cinco hermanos, los lectores u oyentes. Siguiendo las enseñanzas de los profetas podemos fijarnos en quienes no escuchan el llamado a la conversión. «No oprimáis a la viuda, al huérfano, al extranjero ni al pobre» (Zac 7:10). Los necesitados como Lázaro deben ser privilegiados tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Enseñaban los rabinos: “Quien hace misericordia es estirpe de Abrahán”.

Si los cinco hermanos y los lectores no siguen tal enseñanza no tendrán asiento en el banquete mesiánico.  Aunque no se da indicación de que el rico fuera culpable de falta moral o que Lázaro estaba en lo correcto de la moral. La poca información en este punto parece insinuar que el rico es condenado porque es rico y el pobre bendecido porque es pobre. Pero el hombre rico falla en atender a Lázaro lo cual estaba en desacuerdo con el Antiguo Testamento y por supuesto con las enseñanzas de Jesús. La enseñanza de Lucas, común a todos los evangelios, es: “Si tienes, comparte”. Lázaro es el universal concreto, el colectivo, el federativo que significa todo necesitado. El reinado de Dios es un nuevo cielo y una nueva tierra con implicaciones concretas en este mundo.

El relato de esta parábola ilustra la razón por la que el reinado de Dios y la dependencia del dinero y las propiedades se excluyen mutuamente. El rico es caracterizado por su tren de vida. Esto se ve, por un lado, en su vestimenta: vestidos elegantes de color púrpura, ropa de lino. Las telas teñidas de púrpura eran especialmente costosas y de uso de la realeza. Entre los linos, cuanto más delgada y fina era la tela, más costaba. Por otro lado, el tren de vida se nota en el gusto por las grandes comidas con invitados y en las bacanales. Hay una cierta ironía en que el rico es apodado simplemente por su riqueza mientras que el pobre es llamado por su nombre. Sufre la enfermedad, el hambre, estar afuera, en la puerta, y ser ignorado, gestos que ordinariamente acompañan la pobreza. La muerte es igual para ambos: pobres y ricos. Pero entonces la situación cambia y mientras Lázaro es llevado por los ángeles a un lugar de preferencia junto a Abraham, el rico es simplemente enterrado.

La imagen geocéntrica que entonces se tenía (el sol y la luna giraban alrededor de la tierra) suponía que el reino de los muertos se encontraba en el subsuelo, pues infierno significa “nivel inferior”. En el mundo de los muertos la existencia humana continuaba, pero en una forma sombría. En algunos libros como el de Enoc se describe ilustrativamente que las partes inferiores eran el lugar del juicio de Yahvéh y de castigo. Es la imagen que subyace al texto de Lucas del evangelio de hoy y supone una escatología individual. Ahora el rico si ve al pobre Lázaro, a quien ignoró en su vida, pese a que se encontraba tirado delante de su puerta. Aunque obedece a creencias populares, el lugar de la perdición y el lugar de la salvación, se encuentran uno frente al otro y pueden verse. Lo que el rico había negado a Lázaro durante toda su vida es lo que pide ahora para sí mismo: el alivio de su miseria. Pero esto le es negado por Abraham. El rico reconoce a Abraham como su padre; Abraham le habla al rico como a hijo y con esto le confirma que es de su raza. Pero, aunque frente a frente, el abismo entre Lázaro y el rico es insuperable, y su separación definitiva. Es un mensaje para quienes, como los fariseos, se tienen como hijos de Abraham.

Aparecen entonces los cinco hermanos que bien podrían dar título a la parábola, puesto que son los que pueden convertirse que es la clave en el Nuevo Testamento. También es una creencia del folclor de muchos pueblos que los muertos puedan regresar temporalmente a esta vida para transmitir un mensaje del mundo del más allá. Fue muy común sobre todo con relación al Purgatorio. Pero Lucas parece centrar su alusión a la resurrección de Jesús.

En la ética inculcada por Jesús y manifestada por Lucas, las riquezas tienen un papel social, un deber con el pobre. Esto lo capta el lector desde el momento en que en la parábola no se mencionan injusticias de otra naturaleza como causa del tormento del rico. Si se tiene se debe compartir. Sobre las posesiones materiales, pesa siempre una hipoteca social. La parábola muestra el rico como malo por no fijarse en sus hermanos, por vivir la vida pensando sólo en él, por no compartir sus bienes.

La tierra fue dada para el sustento de todos los hombres y el ideal de igualdad es de los más originales del pueblo judío. No querían la esclavitud de Egipto, ni las injusticias que conocieron en la tierra conquistada, ni las desigualdades conocidas en Babilonia. El evangelio de Lucas ve como remedio a todos estos males la predicación de la conversión para entrar en el reinado de Dios. La parábola insiste en un principio fundamental del reinado de Dios como es la solidaridad con el hermano. Es la realización humana de lo que el profeta Isaías había expresado como la convivencia del lobo con el cabrito y la osa con el ternero. La pedagogía bíblica consiste en que el lector se identifique o se decida de parte de quién está o que comportamientos aprueba: ¿está de parte del rico, que no ve a su hermano sufriente? ¿Piensa que las riquezas solo son para el propio disfrute como pensaban algunos judíos y muchos hoy en día?

 

[1] Según san Agustín (y la creencia más extendida) queda definida en la resurrección universal. Habría un juicio particular a la muerte y uno final.

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