El 1 de febrero marcó el inicio de un año significativo para las obras sociales de la Compañía de Jesús en Nariño. Alrededor de 120 personas emprendimos un viaje cargado de espiritualidad, reflexión y propósitos renovados hacia el imponente Santuario de la Virgen de Las Lajas en Ipiales, al sur de Nariño. Esta peregrinación no solo constituyó un acto de fe, sino también un espacio solemne para encomendar el trabajo que cada obra realiza en la región, desde sus diversos quehaceres y propósitos misionales. La jornada estuvo matizada de momentos trascendentales, en los que la oración, el silencio y la contemplación del majestuoso paisaje andino se entrelazaron con el sentir de quienes, desde sus labores, vocaciones, convicciones y esperanzas, caminamos juntos.
El momento central y especial de la peregrinación fue la celebración de la Eucaristía, un acto de profunda significación espiritual, de encuentro y congregación entre las distintas obras de la Región Nariño con sus equipos de trabajo y misión: el Colegio San Francisco Javier, la Fundación Juan Lorenzo Lucero, el Servicio Jesuita para los Refugiados, el Templo Cristo Rey, la Casa de Ejercicios San Ignacio, Villa Loyola y la Fundación Suyusama, que tuvo un motivo adicional para celebrar y ofrendar, ya que esta romería se hace desde hace 21 años y coincide con la fundación de Suyusama como obra social. Hito que refleja su compromiso constante con el desarrollo sostenible y la transformación social en Nariño, ocasión para la cual, como cada año, se incluyó la ofrenda del Plan Operativo Anual como un gesto simbólico de entrega del quehacer institucional y la renovación del compromiso con la misión que guía su accionar en la región.
Esta peregrinación forma parte de las acciones de regionalización que fortalecen el tejido comunitario entre las obras de la Compañía de Jesús en nuestro departamento. Más que un recorrido físico, constituyó un ejercicio de espiritualidad ignaciana, en el que se puso en práctica el discernimiento, la gratitud y la conexión profunda con la misión compartida. Además, el encuentro propició un espacio para el compartir fraterno, el intercambio de experiencias y el reconocimiento de la diversidad que enriquece el trabajo en las obras y cada iniciativa en el
territorio.
Entre cantos, reflexiones y gestos de fraternidad, la comitiva renovó su energía para afrontar los desafíos de este nuevo año. La Virgen de Las Lajas, testigo silenciosa de fe y esperanza, acogió las intenciones de quienes, más que peregrinos, son caminantes del compromiso social, el trabajo colaborativo, la educación para la paz, el crecimiento espiritual y la solidaridad humana.