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Mujeres, compañeras incansables en la misión

Tras la conmemoración del Día Internacional de la Mujer, rendimos un homenaje a nuestras compañeras apostólicas, con el propósito de aportar a la reflexión sobre el lugar de las mujeres en la Compañía de Jesús. _________________________________________________________________________________________________________________ Fotografía: Paula Vizcaya | Archivo personal Maria del Carmen Muñoz _________________________________________________________________________________________________________________ En la cotidianidad de nuestra misión, el trabajo de las mujeres, compañeras apostólicas, es incansable. Los oficios más sencillos y las tareas que implican mayor responsabilidad son desempeñadas por centenares de mujeres que, desde su humanidad y su historia de vida, enriquecen y fortalecen la construcción de una sociedad colombiana más justa y reconciliada. En distintas instancias de la Iglesia, incluyendo el gobierno general de la Compañía de Jesús, se ha reconocido que las relaciones entre hombres y mujeres se desarrollan de manera desigual, especialmente, en cuanto a la participación de estas en espacios de toma de decisiones. Así lo aseguró el papa Francisco en la intención de oración del mes de octubre de 2020, una plegaria especial sobre las Mujeres en instancias de responsabilidad en la Iglesia: Hoy es especialmente necesario ampliar los espacios con presencia relevante femenina en la Iglesia […] porque las mujeres suelen ser dejadas de lado […] Recemos para que en virtud del bautismo, los laicos, y las mujeres en una manera especial, participen más en instancias de responsabilidad en la Iglesia, sin caer en los clericalismos que anulan el carisma laical. El pasado 8 de marzo de 2021, el padre general Arturo Sosa, SJ anunció la creación de una comisión sobre el papel de la mujer y sus responsabilidades en la Compañía de Jesús [1], dando continuidad a los esfuerzos de la Congregación General 34, del año 1995, en la cual se reconoce la discriminación hacia las mujeres y se acepta el desafío de transformarla: “Al hacer esta respuesta, somos fieles, en la conciencia cambiada de nuestro tiempo, a nuestra misión: el servicio de la fe, del cual la promoción de la justicia es un requisito absoluto”[2]. En este contexto, Cristina Castañeda y Maria del Carmen Muñoz nos comparten su testimonio como un aporte a la reflexión sobre el papel de las mujeres en la Compañía de Jesús y en la Iglesia. A través de estas entrevistas, rendimos un homenaje a su entrega y esfuerzo, así como al de todas las mujeres que, desde la Compañía, han respondido al llamado del proyecto de Jesús. [1] La comisión, integrada por seis mujeres, un hombre laico y tres jesuitas, tiene un mandato de tres años para  presentar un informe sobre los objetivos asignados. Ver más. [2] Decreto 14: Los jesuitas y la situación de las mujeres en la Iglesia y la sociedad civil. _________________________________________________________________________________________________________________ “Las mujeres siempre estamos muy orgullosas de pertenecer a la Compañía” Cristina Castañeda es madre de dos hijas y próximamente será abuela. Es secretaria del administrador provincial desde el 2007, aunque ha estado vinculada a la Compañía de Jesús desde 1998, sumando así 23 años de colaboración apostólica, casi la mitad de su vida. Es fan de sus hijas, rockera de la ‘vieja guardia’ y apasionada por su trabajo. Cristina se entrega sin reservas, convencida del poder transformador de una sonrisa. ¿Qué es lo que más disfrutas de tu trabajo en la Compañía de Jesús? Cuando entré no lo sabía, y lo he ido descubriendo con años, pero siento una gran admiración por san Ignacio. Todo lo que él nos dice es vigente. En ese sentido, admiro la versatilidad de los jesuitas. Por ejemplo: en la Administración Provincial, nuestra labor fluye alrededor de los números, las normas, y sin embargo vemos la coherencia con lo que san Ignacio escribió y con el objetivo de la Compañía de Jesús. Lo que me encanta de mi trabajo es que es dinámico, el tiempo se me pasa volando. También, me brinda la oportunidad de conocer a casi todos los jesuitas de la Provincia desde que llegan al Noviciado y luego verlos desempeñarse en diferentes cargos y áreas, es sentir que los acompaño a través de los años. ¿Qué es lo más retador? Aquí todos los días son un reto. Pienso que esta oficina es como una sala de urgencias.  Uno llega listo, cambiadito con su bata, y puede llegar un accidente menor o incluso alguien que necesita una cirugía. Si las personas vienen, nos escriben o nos llaman es porque en realidad necesitan que los ayudemos. Disfruto mucho cuando tengo la oportunidad de atenderlos en mi oficina, saben que pueden hablar con libertad. Algunas veces, cuando vienen preocupados o estresados, aprovecho y les hago algún chiste y les cambio el chip. Estoy convencida de que esa también es una manera de ayudar. ¿Cuál consideras que ha sido tu aporte a la Compañía? A veces creo que vale más un abrazo en un momento clave, decirle a la otra persona: “venga, tranquilo, fresco, se va a solucionar”. Considero que ese aporte es la cercanía y también la apertura de hacer lo que se necesite. Muchas veces he tenido el corazón roto y, sin embargo, he hecho mi trabajo con el mismo amor que cuando estoy feliz. Fluye igual. Creo que mi aporte es hacer sentir a los demás queridos, que todos son importantes. No me fijo en las jerarquías, quiero que se sientan bien y que sepan que lo que me están diciendo es importante. ¿Cuál crees que es el aporte de las mujeres a la misión de la Compañía de Jesús? He notado que en todas las áreas, desde las compañeras de servicios generales hasta aquellas en cargos directivos, las mujeres siempre estamos muy orgullosas de pertenecer a la Compañía. En todas partes se siente ese apoyo, respeto y amor que es absolutamente incondicional. Creo que en este momento lo más importante es aprender a escucharnos. La nueva normalidad a todos nos cambió el estilo de vida que teníamos. El hecho de tener un tapabocas todo el tiempo impide que veamos nuestra facciones, que disfrutemos de una sonrisa. Por otro lado, con el distanciamiento social tampoco podemos

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