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¿Te encuentras en espera o esperanza?

Pensando en Voz Alta

Pensando en voz alta | 28 de noviembre de 2021

Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ

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Pienso en lo que le sucede a un recluso que se encuentra en su celda la víspera de ser colocado en la silla eléctrica. Es una persona que no tiene esperanza alguna, que está a la espera de ese día definitivo, fatal del cumplimiento de su pena de muerte. Es alguien que está a la espera.

No seamos tan dramáticos. Pensemos en lo que significa estar a la espera de una noticia, o de una persona que debe llegar, de un nombramiento que se debe hacer. Hay tensión, el ambiente es cortante, frío, se perciben la angustia, el temor y quizás el miedo. A nadie le gusta estar en la situación de espera. Es algo negativo y angustiante.

Qué diferente es la situación de la persona que mantiene en su corazón la esperanza de algo mejor. Es la actitud de la madre que está esperando un hijo, de alguien que desea y espera que las cosas cambien para bien, que las actitudes de las personas sean diferentes y que trabaja para que en Colombia haya paz. Todo esto está alimentado por la esperanza. Es muy diferente a lo presentado en la actitud de espera. Es el camino que conduce a la alegría.

Lo que el tiempo de adviento, de preparación para la Navidad, quiere inculcarnos es la actitud de la esperanza, como medio para alcanzar lo que aguardamos. Es la actitud de alguien que se prepara para recibir con alegría lo que está por llegar. En nuestro caso es la venida del Dios hecho hombre, que se hace niño en el pesebre de Belén, que da comienzo a la historia de redención, que inaugura una nueva manera de presencia de Dios en la historia de la humanidad, haciéndose uno de nosotros, igual en todo, menos en el pecado.

El cristiano es una persona invitada a vivir en la esperanza no en la espera. La fe nos anuncia lo que seremos, invitándonos al mismo tiempo a hacerlo realidad en lo ordinario de nuestra vida. Es lo que San Pablo llama el “ya pero todavía no”. Es una invitación a vivir en la esperanza de alcanzar la plenitud pero haciendo presente esa misma plenitud en el ahora de lo corriente.

Sin embargo, muchos cristianos, influenciados por personajes extraños, no viven en la esperanza, sino que lo hacen en una actitud de espera, generando tensión y angustia no solo en su interior, sino en la vida de quienes los rodean, haciendo que la vida misma se vuelva insoportable, pesada y poco llevadera.
Te invito a formar parte del grupo de personas que vivimos en la esperanza, que hacemos todo lo que esté a nuestro alcance para no desalentarnos, para caminar seguros hacia la plenitud, sabiendo que las dificultades nos ayudan a madurar. Es la actitud adecuada para prepararnos y recibir la Navidad.

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