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Admirar la creación y actuar

Ecología Integral

Una reflexión de Alejandro Londoño, SJ, sobre nuestra relación con la Casa Común.

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Introducción

Este libro se me ocurrió escribirlo durante el tiempo de la pandemia. Todos los días salía un rato al jardín a descansar un poco. Comencé poco a poco a admirar allí los árboles, las flores, las mariposas y pajaritos.

Lo interesante fueron las vivencias y las ideas que fui tomando con la contemplación de la naturaleza. Sobre estas precisamente más tarde escribí y fueron el origen de este libro.

Con todo gusto lo dedico a las personas estudiosas de la Naturaleza y amigas de la Ecología, pero de modo especial, a las personas que les gusta vivir la Ecología integral, como la llama el Papa Francisco. Ojalá lo lean despacio, cada día un capítulo para poder reflexionar.

Alejandro Londoño, S.J.

 

1. Mirar y admirar la Naturaleza

Son dos verbos que he utilizado mucho en mis escritos, pero aquí quiero darles un sentido más pleno, de acuerdo con lo vivido en estas salidas al jardín y al contacto más intenso y cariñoso con la naturaleza.

Comencemos con las FLORES. A cualquier persona que visita un parque o un jardín, es normal que le parezcan bonitas las flores. Lo mismo quien va a comprarlas a un almacén.

Pero eso no es suficiente. Hagamos un día el ejercicio de mirar por 1 minuto una flor y cerrar los ojos. ¿Qué vimos? Algo muy bonito. De seguro nos llamó la atención el color de la misma, también el número de pétalos y sus dibujos internos tan bien organizados.

Pero después dediquemos 5 minutos a mirar y a admirar la misma flor. De seguro quedamos sorprendidos por los colores, las líneas tan precisas que tiene, lo armonioso de los dibujos que alguien debió realizar.

Es que, en realidad, en las flores existen dibujos. Pero lo admirable es que estos son iguales en todas las de un mismo árbol. Hagamos el esfuerzo de mirar estos dibujos con que las han pintado y saldremos admirados. Es decir, no solo hemos mirado, sino admirado.

Miremos ahora los ÁRBOLESEn un primer momento nos llama la atención la variedad. Quizás en uno o dos de ellos nos hemos detenido más en nuestra vida. Pero ahora detengamos la mirada sólo en uno de ellos. No importa cuál. ¿Qué nos llama más la atención?

Es frecuente que a algunas personas les interese el tallo central o las ramas. Así sucede a quien centra su mirada en un eucalipto. Qué armonía entre el tronco central y las ramas que se desprenden de él.

Otra persona quizás elige un pequeño arbusto que nunca se había detenido a mirar. Y le llama la atención la cantidad de hojas pequeñas que tiene, pero todas iguales. Lo mismo las florecitas que viven entre ellas, pero todas iguales en el color y la forma.

Si estuviéramos junto a un río elegiríamos un sauce. Cómo caen en sus aguas las verdes ramas, que parecen estuvieran vertiendo lágrimas en el cauce del río. Con toda razón en algunas partes los llaman sauces llorones. Y si nos detenemos más en el admirar, caeríamos en la cuenta de la belleza de esas hojas tan raras por lo extendidas y bien organizadas.

Y quizás en algún momento pasa cerca de nosotros un esquivo ANIMAL. No es necesario ir a un zoológico para ver la variedad. Comencemos por el tamaño. Qué diferencia entre un perrito y un caballo. Y qué diferencia tan grande entre estos y un sancudo o una abeja.

Entre los mayores de ellos y el hombre hay cierto parecido: tienen pies y manos, tienen ojos y orejas, etc. Pero la gran diferencia es la inteligencia. Aquellos son sensibles y el hombre también. Pero no tienen intelecto. Hoy con todos los inventos de la tecnología, la diferencia es mucho mayor.

Antes casi en broma alguien preguntaba: ¿Quién corre más, un hombre o un león o un conejo? En un primer momento ganaba el animal, pero cuando la persona respondía con más agudeza hacía notar que el hombre era capaz de correr de nuestro país al Japón o al polo, gracias a sus inventos.

Pero lo que nos interesa es no sólo mirar a un animalito, sino admirarlo. Cuando uno ve la belleza de los ojos de éste, cuando mira la agilidad de un gato, la preocupación de un perrito por ladrar y defender la casa del dueño, de seguro pasamos del ver y mirar al admirar.

Ojalá suspendiéramos aquí esta lectura y viviéramos algunas de las propuestas sobre las flores, los árboles o los animales. Con qué gusto y alegría podemos pasar del ver al mirar y luego del mirar admirar.

Ojalá se convirtiera no sólo en un momento estético, sino místico, porque en el fondo sentimos la presencia del Dios Creador, que manifiesta su belleza en la naturaleza creada por Él para nosotros.

 

2. Admirar y agradecer

Lo normal es que cuando nos dan un regalo seamos agradecidos. Así debería pasar con la Creación, con los ejemplos que colocamos arriba y con millones y millones más que hemos recibido y que algunos de ellos los vemos y los admiramos, y otros que ni siquiera sabemos que nos están haciendo bien para nuestro cuerpo y espíritu.

Por fortuna, contamos con muchas personas que nos han   enseñado a ser agradecidos con el Creador por todo lo que nos ha regalado. Y eso sin contar a Nuestro Señor Jesucristo, quien sabía admirar la creación para alabar al Padre en el Espíritu Santo. Además sacaba bellas enseñanzas, utilizando los prados, los ríos, los árboles, las aves y demás criaturas para componer parábolas.

De los evangelistas, nos bastaría con leer en Lucas las parábolas del que siembra en diferentes terrenos (8,4-8),la del grano de mostaza que se convierte en un inmenso árbol (13, 18-19) y la oveja perdida (15, 1-7).

Mateo también nos presenta unas parábolas bien dicientes como: el sembrador (13, 1-9), el trigo y la cizaña (13, 24-30). De seguro más de una de estas las hemos escuchado varias veces y las recordamos fácilmente.

Podríamos leer varios salmos donde se alaba la creación y al Creador, por ejemplo, el 104 Señor, todo lo hiciste con sabduría. Salmo 136 v. 1 al 9 Porque es eterno su amor. Salmo 150 Todo viviente alabe al Señor.

Valdría la pena leer algunos Profetas como Isaías (41, v.17 al 20. Ezequiel (31, v1 al 9), Como el cedro. Daniel (3, v.51 al 90), Cántico de los 3 jóvenes.

La encíclica Laudato Si’ nos dice de San Francisco de Asís, y citando al final a Tomás Celano, que “Él entraba en comunicación con todo lo creado, y hasta predicaba a las flores invitándolas alabar al Señor como si gozaran del don de la razón” (cap.11).

San Buenaventura su discípulo afirmaba de Francisco que “lleno de la mayor ternura al considerar el origen común de todas las cosas, daba a todas las criaturas, por más despreciables que parecieran, el dulce nombre de hermanas” (L.S., n.11).

De San Ignacio de Loyola hablaremos más delante de su propuesta de alabar y bendecir a Dios por todas las criaturas, pero recordemos la simpática anotación de uno de sus biógrafos. Decía que cuando estaba entrado en años y salía a descansar en el jardín, tocaba a las flores con su bastón para que no le hablaran tan fuerte de Nuestro Señor.

Qué bueno que nosotros fuésemos con el Creador no sólo admiradores de su obra, sino personas agradecidas. Y que dijéramos: Te alabo, Señor, creador del cielo y la tierra y te doy gracias por tan bella Casa Común que nos has regalado.

 

3. Analizar la realidad actual

Hemos visto y contemplado algo de la belleza de la Creación con ejemplos de la misma naturaleza y con la manera como muchas personas nos invitan a hacerlo. Pasemos ahora a analizar la realidad: ¿La estamos cuidando?

Podríamos comenzar con este dato. Colombia es el segundo país con más biodiversidad en el mundo, después de Brasil. Tiene más de 20 diferentes ecosistemas de humedales, bosques, páramos, entre otros, que alojan miles de especies de fauna y flora, entre plantas, flores, hongos, aves, mamíferos, anfibios.

Pero esta biodiversidad está amenazada por la pérdida de espacios naturales, a causa de la expansión de monocultivos, la desertificación por la ganadería o minería, la introducción de especies no propias de estos territorios, la contaminación de los ríos y el mismo cambio climático.

Estos son factores que amenazan especies típicas como el pino colombiano, el roble y el caracolí; la nutria, el venado, el soche, el oso andino, etc.

Si hablamos de los bosques, habría que mencionar toda la deforestación de la zona amazónica, por diferentes causas, incluso por la minería ilegal y la legal. Aunque no hemos tenido el infortunio de tener un presidente como Bolsonaro, el de Brasil, que la ha propiciado para obtener beneficios económicos. Pero sí nuestra deforestación para el año 2019 llegó a 73.000 hectáreas.

En Colombia han sido destruidos a tasas alarmantes los bosques secos tropicales, al punto de que sólo queda el 8 % de este ecosistema. Los páramos también están amenazados, pero gracias a Dios no han faltado personas y sobre todo campesinos que los defiendan.

Regiones tan bellas como Jericó (Antioquia) están en peligro por una empresa extranjera que ha buscado ganar los votos de la gente con promesas. La primera votación dio 97 % en contra de la idea. Y así ha pasado con muchas otras causas en donde se piensa en el dinero, en el oro, pero no en los daños a la naturaleza y tampoco a las comunidades.

La encíclica Laudato Si’ es clara en el último aspecto: “El ambiente humano y el ambiente natural se degradan juntos… los más graves efectos de todas las agresiones ambientales los sufre la gente más pobre” (L. S., n48). Citas y reflexiones se multiplican en todo el texto.

En efecto, el papa Francisco en esta encíclica estuvo muy bien asesorado. Por eso no duda en dedicarle todo el primer capítulo a mostrar lo que llama Lo que está pasando en nuestra casa. Y más adelante, a mostrar la causas y raíces de la crisis ecológica.

 

4. Invitación a actuar

No podemos quedarnos sólo contemplando la naturaleza, sino que tenemos que pasar a ACTUAR, cada cual según sus posibilidades. Aquí también tenemos excelentes resultados de las obras realizadas por algunas instituciones y personas.

Comencemos mirando a unos insectos pequeños, pero muy útiles. Un proyecto incentivado por la CAR (Corporación Autónoma Regional), ha logrado que 50 familias estén promoviendo el aumento de polinizadores a través del fomento de la producción apícola ecológica. Esto lo están haciendo mediante la instalación de colmenas en diversos sitios estratégicos.

Esta misma CAR ha logrado en los últimos 4 años que cerca de 3.500 familias hayan buscado implementar un manejo adecuado del suelo y el agua para promover una agricultura y ganadería sostenibles. Así han logrado la integración de suelos, pastos, árboles, animales y biodiversidad.

Y esto lo están haciendo con técnicas sencillas, con bajo costo para los campesinos, reduciendo el empleo de fertilizantes químicos y pesticidas costosos, como en la práctica casi el gobierno los estaba obligando a emplear.

La encíclica en este sentido también alaba estos modelos de producción: “hay un gran variedad de sistemas alimentarios campesinos y de pequeña escala que siguen alimentando a la mayor parte de la población mundial, utilizando una baja proporción del territorio y aguas, y produciendo menos residuos” (L. S., n. 129).

De algún modo también vale mencional cómo en ciudades como Bogotá, Cali, Medellín y otras han tomado fuerza las llamadas huertas urbanas, porque permiten sembrar y admirar diversas especies de matas.

En este campo me dio ejemplo mi papá a quien llamo mi primer profesor de Ecología. Fue cuando en un paseo subíamos a Jericó con mis hermanos y nos invitó a admirar la belleza de los árboles de la montaña y de los riachuelos.

Son muchísimas personas, por la labor que están haciendo, que también nos están dando ejemplo. Mencionemos dos. Darwin Ortega, un joven de El Copey, que desde los 16 años está buscando la restauración de humedales y para este trabajo busca el apoyo de la gente. Lo llama su proyecto de vida.

Otra persona que lleva años luchando por la conservación de una cuenca del Fucha, afluente del río Bogotá, es Pedro Aldana. Pueden escuchar su programa Territorio Verde, por la emisora Vientos Stereo 94.4 f. m., los domingos de 8 a 9 a. m. Ofrece información de tipo ecológico con gran riqueza de datos, en diferido por www.vientosestereo.com.

Añadamos a San Ignacio de Loyola quien escribió los Ejercicios Espirituales y al final propone la Contemplación para alcanzar amor. En ella invita a contemplar la obra de Dios, la naturaleza y ser agradecidos con su Creador.

Pero permítanme decirles que mi principal invitación es para cada uno de los lectores. Hay muchas posibilidades de ayudar en este tipo de acciones, comenzando por evitar el problema del crecido arrojo de tapabocas y que están yendo a todos los mares. Lo mismo en la siembra de árboles, el cuidado de las quebradas y ríos, y la limpieza de las ciudades.

De un modo especial, recomendaría enseñarle a las personas este proceso de ver, mirar, admirar, analizar y actuar. Y ojalá esté acompañado con la presencia del modelo que nos ha dado Dios, Jesús de Nazaret, por el ejemplo que nos dio en su vida y que conservamos en los Evangelios.

Y que ojalá nuestra oración no sea sólo pedir cosas y beneficios o ayuda para superar los sufrimientos y perdón de los pecados. Ojalá nuestra oración incluya también la contemplación y el agradecimiento, como lo hemos desrito en estas páginas.

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