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Camino de conversión

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Febrero 16, 2018

«El miércoles pasado iniciamos el camino de la cuaresma. Son cuarenta días de preparación para la celebración de la Pascua, la fiesta de la resurrección del Señor, centro de nuestra fe y de nuestra vida cristiana. Es la oportunidad para revisar nuestra vida, para reconocer aquellos aspectos en los cuales hemos fallado, para hacer los cambios que son necesarios, en una palabra, es una invitación a la conversión.

El sacerdote al hacer la señal de la cruz con la ceniza sobre nuestra frente nos dijo “conviértete y cree en el Evangelio”. Todos estamos necesitados de la conversión, todos debemos cambiar, todos debemos buscar caminos de mayor fidelidad y compromiso con el Evangelio. Ese es el verdadero seguimiento de Jesús. Ese es el camino que debemos recorrer. La Iglesia en su pedagogía nos va guiando por medio de la palabra del Señor por el camino de la conversión.

Es una invitación que aquellos que quieran seguirla pueden hacerlo, pues nada ni nadie nos puede obligar, es una decisión completamente libre que cada persona debe tomar. El gran don y la gran responsabilidad de la libertad están en la base de nuestras decisiones. El Evangelio de este domingo nos cuenta que Jesús fue puesto a prueba, en el lenguaje ordinario, fue tentado. Su libertad también debió ponerse en juego para responder con éxito ante las pruebas que el tentador le colocó.

Se convierte así en ejemplo para nosotros en cuanto al uso adecuado de la libertad se refiere. Resuena una vez más lo que escuchamos el miércoles anterior “conviértanse y crean en el Evangelio”. Es la invitación de Jesús no solo a sus oyentes sino a todos los que creemos en Él. Seguir a Jesús es recorrer el camino de la conversión. Ese camino, el de la conversión, pasa necesariamente por la solidaridad.

La invitación que se nos hace se expresa en actitudes como la de nuestra participación en la campaña de la comunicación cristiana de bienes, porque es un abrirnos a la necesidad del otro, es comprender que la caridad hecha vida nos acerca y nos identifica con Jesús. Amar, ser solidario, servir, son valores claves y fundamentales para el cristiano. Invito a toda persona que lea esta columna a preguntarse cuál es el cambio, el sacrificio, la renuncia que va a hacer en esta cuaresma como expresión de su solidaridad, de su deseo y compromiso de amar y servir.

Solo así podremos ir encontrando la manera adecuada de recorrer el camino de la conversión y de hacer vida en nosotros la invitación que se nos hace durante toda la cuaresma para que nos “convirtamos y creamos en el Evangelio”. Los cuarenta días de la cuaresma deben ser el comienzo, no podemos contentarnos solo con este tiempo, es algo que debemos prolongar en el resto de nuestros días.

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