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Cómo administrar

Pensando en Voz Alta

Pensando en voz alta | 18 de septiembre de 2022

Por: Enrique A. Gutiérrez T., S J

Me viene a la memoria una sencilla historia que escuché hace tiempo y que quiero compartir con mis lectores. No la transcribo textualmente, porque no recuerdo o no conozco la fuente. Es, más o menos, así. “En un pequeño pueblo había un lechero que hacía mantequilla y un panadero que para hacer el pan que consumía la gente del pueblo le compraba la mantequilla al lechero. Un día, el panadero fue detenido por la policía, pues había sido acusado de estar estafando a la gente. Él vendía el pan por libras y demostraron que lo que él vendía pesaba menos de una libra. El panadero dijo que a la persona que debían detener era al lechero, pues él le compraba a esta persona las libras de mantequilla para elaborar el pan y como no tenía pesa, usaba una “supuesta libra de mantequilla” para pesar la libra de pan”. Hasta ahí la sencilla historia. La reflexión va un poco más allá.

Dice el profeta Amós en la primera lectura “disminuyen las medidas, aumentan los precios, alteran las balanzas, obligan a los pobres a venderse”. Es una llamada de atención a todas aquellas personas que engañan en el comercio, que de una u otra manera alteran las medidas y balanzas para sacar provecho en beneficio personal. Son como el administrador astuto del evangelio de este domingo que, al ser requerido por su señor, se las ingenia para encontrar quien lo acoja al ser despedido alterando las deudas que los criados tenían con su amo. Todo porque ha obrado con astucia y ha sido sagaz en encontrar una solución.

Y continúa el texto “el que es fiel en las cosas pequeñas, también es fiel en las grandes; y el que es infiel en las cosas pequeñas, también es infiel en las grandes”. Ser buen administrador en el contexto del evangelio es ser fiel tanto en lo pequeño como en lo grande. No se trata de que seamos vistos o no, que se den cuenta o no de lo que estamos haciendo.  Dice el evangelio “si ustedes no son fieles administradores del dinero, tan lleno de injusticias, ¿quién les confiará los bienes verdaderos?”. Hay cosas más importantes que el dinero, las cuales nos pueden ser confiadas. No podemos ser inferiores a la confianza depositada en nosotros por quien es el dueño de las cosas, porque ha querido que seamos administradores.

El pasaje sigue “y si no son fieles en lo que no es de ustedes, ¿quién les confiará lo que sí es de ustedes?”. Pregunta que llega a lo más profundo. Si no hemos sido capaces de administrar lo que se nos ha confiado, no seremos capaces de administrar lo que nos pertenece. La razón es clara. Lo uno lo haces porque es tu trabajo, ¿cómo harás para administrar lo que es tuyo? Es una lección y una invitación para saber ser buenos administradores, donde la responsabilidad no dependa de que nos tomen cuentas o no, de que nos vigilen o no. Las cosas deben hacerse o dejar de hacerse porque estamos convencidos de que eso es lo correcto.

La reflexión de este texto nos lleva a preguntarnos sobre la manera como ejercemos la administración de todo aquello que se nos ha confiado para hacerlo fructificar.

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