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¿Dónde buscamos respuesta a nuestras preguntas?

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Agosto 26, 2018

Todas las personas tenemos preguntas y buscamos la manera de encontrar respuesta. A veces, buscamos dichas respuestas en el lugar equivocado. Otras veces, no queremos encontrar dicha respuesta porque consideramos que nos van a desacomodar y es preferible seguir tranquilos.

Algunas veces, no siempre la mayoría, estamos dispuestos a jugarnos el todo por el todo, encontrar la respuesta que necesitamos, así esta sea dolorosa. Algo semejante les pasó a los discípulos del pasaje evangélico de este domingo. Algunos de ellos se escandalizaron y dijeron “este modo de hablar es intolerable, ¿Quién puede admitir eso?”. Y Jesús continúa haciéndoles la reflexión sobre “¿qué sería si vieran al Hijo del hombre subir a donde estaba antes?”. Lógicamente hay un desconcierto mayor porque son palabras demasiado fuertes, no están acostumbrados a oírlas.

La reacción es apenas lógica si miramos las cosas desde el punto de vista puramente humano. No es fácil aceptar ese tipo de respuestas. La consecuencia es lógica “desde entonces, muchos de sus discípulos se echaron para atrás y ya no querían andar con Él”. En lenguaje actual, lo que les sucede es comprensible. Podría significar para ellos el perder imagen, el que sus amigos y relacionados podrían pensar mal, podrían aislarlos. Eso no era conveniente. Era arriesgar demasiado, era complicarse la vida innecesariamente. Eso mismo, lo vivimos en el mundo actual, cuando los así llamados dirigentes caen en desgracia, pierden popularidad, se hacen comentarios negativos.

Miremos a nuestro alrededor y encontraremos muchos ejemplos al respecto. Queda un pequeño grupo al que Jesús le pregunta “¿también ustedes quieren dejarme?”. No obliga, deja en plena libertad a cada persona para que tome su decisión, para que elija cuál es el camino, para que discierna. Es asunto de libertad y de opciones. La respuesta no se hace esperar, surge espontánea y natural “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna”. Habían logrado clarificar las cosas, habían encontrado la respuesta clave. Era un asunto de decidir y la razón es contundente “nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios”. Lo que habían estado buscando, lo habían encontrado. No quedaba más para afirmar.

Si miramos a nuestro alrededor, vamos a encontrar personas que caminan por la vida sin un rumbo fijo, que viven angustiadas porque no encuentran las respuestas que están buscando y ensayan diferentes caminos, pensando que allí van a encontrar lo que buscan. Cada vez salen más insatisfechos, más angustiados, más confundidos. Hoy, cuando el mundo exige certezas, cuando todo debe estar plenamente comprobado, la búsqueda de respuesta a los interrogantes más profundos y existenciales es necesaria.

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