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Coinciden hoy dos fechas que aparentemente no tienen relación. Por un lado, la Iglesia celebra hoy la Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones a la vida sacerdotal y religiosa, y por otro, se celebra el Día de la Madre.
Sin embargo, al mirar más detenidamente podemos pensar que cada mamá es como un buen pastor en el hogar de cada familia, por la entrega, por la dedicación, por el cuidado que tiene por cada uno de los miembros de la familia. Ser buen pastor, es estar al tanto de lo que cada persona tiene como necesidad. El ejemplo tomado de la cotidianidad nos habla de alguien que cuida a las ovejas, “que las llama por su nombre, que lo siguen porque conocen su voz”. He pensado siempre en la historia del pastorcito mentiroso y que todos conocemos.
Es algo que nos invita a reflexionar sobre el cuidado que debemos tener sobre las personas que nos han sido confiadas. Ya sea que trabajemos en el campo de la educación, o lo hagamos en el campo de la salud, o seamos sacerdotes, religiosas o religiosos, todos tenemos la responsabilidad de personas que están bajo nuestra responsabilidad. Vale la pena preguntarnos cómo cumplimos la misión que se nos ha confiado y ver qué debemos cambiar o ajustar en el cumplimiento de nuestra misión. En el hogar, los padres y las madres son pastores para los hijos que el Señor les ha confiado. No es solamente velar porque no les falte nada, es formar, preparar para la vida, cimentar valores que en el futuro, cuando sean adultos, habrán de poner en práctica.
Eso no se improvisa, eso no es algo que se puede dejar solo en manos de la institución educativa. Es un trabajo conjunto de familia y colegio para lograr la formación de personas de bien, que aporten a la construcción de un mejor país, que tengan como prioridad el bien común y no los intereses personales o particulares. El tema para la LVI jornada de oración por las vocaciones lo ha expresado así el Papa Francisco “Vocaciones: la valentía de arriesgar por la promesa de Dios”.
Es un llamado a reconocer que quien se sienta llamado a seguir al Señor en el camino de la vida sacerdotal o religiosa asume el desafío de ser alguien que lo arriesga todo para ser testigo de la promesa de Dios, en otras palabras, a ser testigo de Jesucristo, quien es el Camino, la Verdad y la Vida. Volvamos a la imagen del Buen Pastor. Es alguien que da testimonio de la verdad, quien reconoce en su vida un llamado a vivir su vocación con autenticidad, fiel al llamado recibido, a gastar su vida en el servicio a las ovejas que le han sido confiadas, a conocer las alegrías y esperanzas, las penas y dificultades de cada uno para poder ayudarlo mejor.
Hoy como ayer, seguimos necesitando hombres y mujeres que consagren su vida al servicio de los demás. Para ellas y ellos, en la medida en que son buenos pastores, feliz día. Para las madres, en su día, por la manera como realizan su misión, siguiendo el ejemplo del Buen Pastor, también un muy feliz día de la madre. Que reconozcamos y agradezcamos tan bellas misiones, una para la Iglesia y la otra para cada familia.