El miedo no nos puede dominar

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Junio 22, 2017

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Esta situación reciente me permite recordar las palabras del evangelio de este domingo “no tengan miedo a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. Es la actitud que debemos mantener para hacer frente a las situaciones adversas que aparecen en la vida, sean personales, grupales o sociales.

El temple del espíritu ha de fortalecernos ante la amenaza o la adversidad. La vida debe continuar y no podemos encerrarnos en nuestros temores y miedos, porque de lo contrario no podríamos vivir y lo único que nos quedaría por hacer sería sentarnos y contemplar el paso de la historia y el transcurrir de la vida. Esta actitud de resiliencia, de recuperarnos de la adversidad, de hacer frente a los obstáculos, riesgos y peligros, es la que necesitamos como colombianos.

Hemos vivido años de tragedia, de violencia y nos ha marcado el conflicto. Pero no podemos seguir así. Estamos llamados a caminar con esperanza, con un profundo sentido de confianza en nosotros mismos y en lo que podemos hacer para construir una patria más fraternal y humana. Han sido muchos los muertos que hemos tenido y muchas las víctimas que han padecido las consecuencias de este conflicto.

El mensaje del evangelio de este domingo es una invitación a asumir actitudes positivas: “no tengan miedo a los hombres porque nada hay cubierto que no llegue a descubrirse; nada hay escondido que no llegue a saberse”. De todas maneras, como decimos, la verdad brilla; esa es la actitud para hacer frente a las situaciones complejas y difíciles. En momentos semejantes a los vividos el pasado 17 de junio, los colombianos hemos reaccionado de una manera solidaria, hemos manifestado nuestra voz de protesta, con valentía y decisión hemos hecho frente a la barbarie.

Es el momento para asumir una actitud semejante, para no dejar que el miedo nos domine, para no paralizarnos y, mucho menos, para dejarnos amedrentar por quienes quieren sembrar el caos y el terror. Nos duelen las víctimas, acompañamos en su dolor a sus familias. Sentimos la necesidad de ser solidarios y decir presente.

Creo que lo vivido en estos días nos invita a comprender el sentido y significado de los gestos que ha habido: minutos de silencio, ofrendas florales, expresiones de solidaridad, gestos de fraternidad y amistad. Todo ello tiene un sentido: demostrar que no nos dejamos dominar por el miedo y que siempre podemos estar por encima de las circunstancias con una actitud valerosa y decidida.

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