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El seguimiento de Jesús

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Junio 28, 2019

La vida es una continua toma de decisiones para las personas. Unas veces acertamos en lo que hacemos, otras nos equivocamos. Algunas otras, por circunstancias ajenas a nuestra voluntad, nos mantenemos en una situación de duda e inseguridad.

El evangelio de este domingo es un ejemplo de las consecuencias que se derivan de la toma de decisiones. En el pasaje evangélico aparecen diversas personas que deciden seguir a Jesús. Pero encontramos que cada uno de ellos tiene algo qué hacer y así se lo manifiesta al Señor. A cada uno, Jesús le va dando una respuesta que va de acuerdo con la dificultad que le ha presentado. Se trata de un seguimiento incondicional, de un asumir todas las consecuencias del sí que se ha dado. No hay condiciones, excusas ni pretextos.

Muchas veces, cada uno de nosotros señala condicionamientos en las decisiones tomadas, de las cuales depende mucho lo que pueda ser nuestra vida. Por esto, las cosas deben ser pensadas y analizadas antes de asumir compromisos, para que cuando se da el paso, las cosas se asuman con responsabilidad. El seguimiento de Jesús es un camino de superación de obstáculos, implica riesgos y contrariedades. En algunos momentos, puede llegar a poner en peligro la propia vida. ¿Estamos dispuestos a eso? Sabemos que las satisfacciones también se logran y dan pleno sentido a la existencia. Midamos las consecuencias y asumamos los compromisos de acuerdo a nuestras posibilidades.

Dentro de todo esto, llama la atención la reacción airada de los discípulos por no haber sido recibidos en forma adecuada. A lo mejor, no alcanzaron a medir las consecuencias de lo que podía suceder, de la petición que estaban haciendo. ¿Cómo y por qué se iba a destruir una ciudad? ¿No podrían caer muchas víctimas inocentes entre los que murieran? ¿Se podía quitar la vida por las razones que ellos exponían? A la luz de lo que el Señor les responde, podemos concluir que los invitó a ser más serenos en las cosas que proponían, a pensar más con cabeza fría y menos con sentimientos y corazón, dejándose llevar del inmediatismo.

Es una lección para nosotros que, muchas veces, dentro del ritmo acelerado de la vida moderna, tomamos decisiones a la ligera, sin haber reflexionado, sin haber medido las consecuencias de todo lo que puede pasar, de la manera como eso puede afectar y cambiar la vida de muchos. Cuando las situaciones se analizan serena y calmadamente, se pueden ver los pros y los contras de lo que se piensa hacer. Así, no corremos el riesgo de equivocarnos.

A medida que vamos interiorizando más y más en lo que el Evangelio nos enseña, nuestra vida se va transformando, se ilumina y se hace más plena. Todo nos parece así más claro, más objetivo. Tomar la decisión de seguir a Jesús es darle un sentido pleno al camino de nuestra existencia, es proyectar una luz total sobre nuestra realidad y es descubrir que las situaciones en la vida, de acuerdo a la actitud que asumamos se pueden convertir en vehículo de crecimiento personal y comunitario. Seguir a Jesús vale la pena. Intentémoslo.

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