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Hablemos del camino mejor

Pensando en Voz Alta

Pensando en voz alta | 30 de enero de 2022

Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ

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La segunda lectura de este domingo nos presenta todo un programa de vida, un camino para ser auténtico seguidor de Jesús. Es lo que he llamado el camino mejor: es el himno de la caridad que aparece en el capítulo 13 de la primera carta a los Corintios. Me parece que es un verdadero programa de vida, toda una concepción desde la experiencia de vida de lo que podemos llamar el camino mejor para alcanzar la felicidad.

Cada uno de nosotros tiene claro que la felicidad es algo fundamental en la vida, que hemos venido al mundo para ser felices, para ayudar en la construcción de la felicidad de los demás. La pregunta puede ser formulada de esta manera: “ama y serás feliz; sé amado y ayudarás a que otros sean felices”. La razón es muy sencilla: el texto nos coloca una serie de cualidades en su himno o elogio de la caridad, que si miramos en forma cuidadosa, podemos descubrir que es un camino para lograr relaciones interpersonales de alta calidad. Veamos por qué.

Tener amor, dice el texto, “es ser alguien, es tenerlo todo, es poder servir”. Y a continuación nos describe las cualidades del amor: paciente, afable, no tiene envidia, no presume, no se engríe, no es maleducado, no es egoísta, no se irrita, no lleva cuentas del mal, no se alegra de la injusticia, sino que goza con la verdad. Disculpa sin límites, cree sin límites, espera sin límites, aguanta sin límites. El amor no pasa nunca.
Si miramos la realidad de la vida diaria, encontramos que los problemas y dificultades en las relaciones surgen por las envidias, las rencillas, los celos, los egoísmos, todo aquello que no es amor. El camino para superar todo eso es el amor. Lógico que no es fácil, que es algo exigente. Pero no podemos decir que no sabemos cuál es el camino mejor para ser feliz. Ese camino es amar y ser amado.

Puedes preguntarte, tú que lees esta columna, si realmente estás tratando de hacer realidad en tu vida ese himno del amor, como nos lo presenta san Pablo. Vale la pena mirar si esas cualidades, por lo menos algunas de ellas, están presentes en tu vida y en mi vida. Si reconocemos que la mayor parte de ellas sí lo están, sintamos que vamos haciendo realidad en nuestra vida el seguimiento de Jesús. Si, por el contrario, debemos reconocer, tú y yo, que nos faltan la mayor parte de esas cualidades, busquemos los medios para hacerlas realidad presente en nuestra vida, de una manera sencilla y concreta.

Más aún, vale la pena revisar en qué medida hemos podido causar daño a otras personas por nuestra carencia de amor, por nuestras negligencias o modos de proceder indebidos. Es el momento para reconocer, para reconciliarnos, haciendo realidad lo que nos dice el texto: “el amor disculpa sin límites… aguanta sin límites”. Dar ese paso de perdón, de reconciliación, nos abre las puertas hacia una verdadera felicidad, por eso podemos decir que el amor es el camino mejor para alcanzar la felicidad.

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