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Hombre y mujer, Dios los creó

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ

30 de septiembre de 2021

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La realidad de la vida nos muestra elementos que nos permiten reflexionar sobre lo que es la pareja humana. Todo se puede resumir en la frase que nos presenta la primera lectura de este domingo, tomada del libro del Génesis “por eso abandonará el hombre a su padre y a su madre, se unirá a su mujer y serán los dos un solo ser”. El sentido de complementariedad de la pareja humana queda expresado en esa frase. Es algo que no podemos ignorar y que nos permite acercarnos a lo que vivimos en el mundo actual. Es, ante todo, una afirmación de lo incompletos que somos como varones y como mujeres y la necesidad del aporte de cada uno de los géneros a la plenitud del ser humano.

Todo el conjunto del relato del Génesis nos presenta la creación como la obra del amor de Dios para el hombre  “pues cada ser vivo llevaría el nombre que el hombre les pusiera”. Pero de todos los seres de la creación “no hay ninguno como el hombre que le ayudase”. Es la reflexión que el autor del texto sagrado coloca en labios del Señor “no está bien que el hombre esté solo; voy a hacerle alguien como él que le ayude”.

La vocación de la pareja humana es para amarse y ayudarse. El sentido de la misión se expresa también en aquella expresión “lo que Dios ha unido que no lo separe el hombre”. En el texto del evangelio se enfatiza en el sentido de la unión indisoluble, con un fuerte rechazo a la disolución  de la unión, el divorcio. Afirma que “Moisés dejó escrito ese precepto por la terquedad del pueblo de Israel”, no porque así hubiera sido desde el principio de la creación.

Es posible que esto le suene extraño a la gente de nuestro mundo porque lo que hoy encontramos es una realidad diferente, donde las uniones o matrimonios se dan de muchas maneras y formas, entre las cuales una de las características es la disolubilidad y temporalidad. No se asumen compromisos estables, mucho menos la exclusividad. Parece ser algo fuertemente instalado en el pensamiento del mundo contemporáneo. Sin embargo, no solo en el aspecto de la pareja sino como responsables de la célula llamada familia, es necesario el carácter de estabilidad, exclusividad y fidelidad para garantizar el desarrollo armónico de la familia, del crecimiento sano de los hijos y de unas relaciones maduras entre todos los miembros que la conforman.

Es lógico que comprendamos las dificultades que se presentan en la vida y en la relación de pareja. Es también sensato que busquemos caminos de solución y de diálogo a esas dificultades y obstáculos. Debemos partir de un criterio sano de realidad: quienes toman la decisión de comprometerse y compartir la vida con otra persona, son personas maduras, que han analizado las razones a favor y en contra de esa decisión, las consecuencias que ello implica. La certeza absoluta nunca se tiene, siempre hay factores de riesgo, los cuales deben ser reducidos a lo mínimo para vivir como verdadera pareja.

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