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“Expulsaban a muchos demonios y curaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite”

Comunitas Matutina

Domingo XV del Tiempo Ordinario Ciclo B

Lecturas:

  1. Amós 7: 10-17
  2. Salmo 84
  3. Efesios 1: 3-10
  4. Marcos 6: 7-13

Siempre en el mundo abundan las malas noticias, anuncios de desgracias, catástrofes, injusticias, guerras, epidemias, medidas económicas que afectan a muchísimos seres humanos, gobiernos que no atienden con seriedad los desafíos del bien común, prohibiciones, amenazas, realidades que comprometen seriamente la felicidad, el bienestar y el sentido de vida de la humanidad. Esto se vivía dramáticamente en tiempos de Jesús. Por eso, cuando él empieza a hablar de cosas con signo totalmente distinto, alentadoras para los maltratados, irrumpe una nueva lógica de vida patrocinada por el Padre de Jesús, una Buena Noticia que transmite ilusión de vivir, que estimula en los abandonados su conciencia de dignidad. El anuncio que hace Jesús no es un adoctrinamiento forzado sino una propuesta llamada bienaventuranza por él mismo, [1] sinónimo de felicidad, y es originada en el mismísimo Dios; quiere decir que la última palabra sobre el ser humano no la tienen ni la muerte, ni el pecado, ni la injusticia, la tiene Dios y es BUENA NOTICIA de salvación.

Pues bien, estas buenas gentes agotadas de tanto sufrir desprecios y humillaciones, pobrezas y negativas a las oportunidades legítimas a las que tiene elemental derecho todo ser humano, desconocidos también por su propia religión, se entusiasman en altísimo grado cuando Jesús va a su encuentro con ellos y les anuncia tantas cosas buenas, seductoras, hermosas, en nombre del Padre Dios, todas ellas estimulantes para vivir con auténtico humanismo y con afirmación de su dignidad. Este es el meollo del Evangelio que, lo sabemos bien, quiere decir Buena Noticia. Y este es el contenido esencial de la misión de la Iglesia, según nos lo proponen las lecturas de este domingo.

La evangelización  no es adoctrinamiento ni proselitismo, ni imposición de una ideología religiosa, sino tarea integral que abarca todas las dimensiones del ser humano para ser transformadas por la comunicación del mensaje . La evangelización es configurar seres humanos nuevos según el modelo de Jesús. Si en la Iglesia hay realidades que no estén orientadas a esto , deben desaparecer porque oscurecen su tarea fundamental; ella es auténtica cuando, como Jesús, es infatigable en la comunicación de esa Buena Noticia. Tampoco se trata de una faena de “marketing” religioso para ganar adeptos, demostrando resultados, según lo que se dice en el mundo de los negocios, emulando en competencia con otras denominaciones religiosas para demostrar cuál de ellas es más exitosa . Si esto fuera así sería un deplorable capitalismo religioso, totalmente ajeno al proyecto de Jesús. [2]

Las palabras del Papa Francisco nos ayudan a comprender qué es misión evangelizadora: “La propuesta es vivir en un nivel superior pero no con menor intensidad: “La vida se acrecienta dándola y se debilita en el aislamiento y la comodidad. De hecho, los que más disfrutan de la vida son los que dejan la seguridad de la orilla y se apasionan en la tarea de comunicar vida a los demás”. [3] Cuando la Iglesia convoca a la tarea evangelizadora , no hace más que indicar a los cristianos el verdadero dinamismo de la realización personal: “Aquí descubrimos otra ley profunda de la realidad: que la vida se alcanza y madura a medida que se la entrega para dar vida a los otros. Eso es en definitiva la misión. Por consiguiente, un evangelizador no debería tener permanentemente cara de funeral. Recobremos y acrecentemos el fervor, “la dulce y confortadora alegría de evangelizar, incluso cuando hay que sembrar entre lágrimas. Y ojalá el mundo actual – que busca a veces con angustia, a veces con esperanza – pueda así recibir la Buena Nueva, no a través de evangelizadores tristes y desalentados, impacientes o ansiosos, sino a través de ministros del Evangelio, cuya vida irradia el fervor de quienes han recibido ante todo en sí mismos, la alegría de Cristo”. [4]

El Evangelio de este domingo – tomado de Marcos – remite a un envío misionero, con unas recomendaciones que hace Jesús a sus discípulos, indicándoles condiciones y disposiciones para hacer más significativa la tarea apostólica. Todo el que es llamado es para ser enviado, requerimiento indispensable en la vocación cristiana, ser cristiano no es estar “carnetizado” en una EPS de servicios religiosos, es ser discípulo del Señor, participante activo de la misión de la Iglesia. Dejarse tomar por Jesús es asunto es muy serio, se trata de dejar que Dios Padre – mediante la acción salvadora-liberadora de Jesús – nos configure en su nueva humanidad, gracias al dinamismo transformador del Espíritu Santo. Quien tiene esta dotación teologal necesariamente es enviado a comunicar el Evangelio: “Llamó a los Doce y comenzó a enviarlos de dos en dos, dándoles poder sobre los espíritus inmundos. Les ordenó que nada tomasen para el camino, a excepción de un bastón; ni pan, ni alforja, ni calderilla en la faja; y que fueran calzados con sandalias y no vistieran dos túnicas”. [5]

La conversión de la que nos habla el Evangelio no debe entenderse desde un simple perfeccionismo moral. Se trata de un cambio de mentalidad en la perspectiva de Jesús, que se designa con una bella palabra griega, “metanoia”, rescatada en los tiempos del Concilio Vaticano II, cuyo significado es nueva manera de ser, nueva manera de vivir según el Espíritu. La nueva humanidad de Jesús es la del ser humano libre de ataduras esclavizantes, apasionado por la vida y por la justicia, comprometido con los pobres y excluidos, dispuesto siempre al servicio y a la solidaridad, con una espiritualidad inserta en las realidades del mundo.[6]

Los signos de la misión son elocuentes por su eficacia: “Ellos, yéndose de allí, iban predicando a la gente la conversión. Expulsaban a muchos demonios y curaban a muchos enfermos ungiéndolos con aceite” .[7] El anuncio del Evangelio está llamado a tener incidencia transformadora en cada persona en particular, pero también en la sociedad, en la construcción del bien común, en el respeto y promoción de la dignidad humana, en la generación de convicciones éticas arraigadas en los corazones con sus correspondientes impactos en la conducta individual y colectiva, en el aportar a la generación del sentido de la vida, en la alegría de vivir, en una espiritualidad sincera, en una manera de proceder que le gane la partida al consumismo, a la violencia, al egoísmo, a la pérdida de la sensibilidad. Estos y muchos más son los demonios que es imperativo expulsar, [8] es misión de la Iglesia y de cada cristiano en particular.

La confianza de toda misión evangélica debe centrarse en el mensaje, no en los medios desplegados para conseguir la adhesión. Para ello se impone dejar de lado lo superfluo, no negociar la conciencia ni venderse al mejor postor. Cuando Jesús envía a los Doce está diciendo que lleven el Reino a todos los seres humanos, no sólo a los oficialmente buenos y religiosos. El Reino que se anuncia así está más allá de la religión, sí la incluye pero la purifica de todo vestigio alienante. Gran problema de las iglesias ha sido absolutizarse a sí mismas, haciéndose una religión más, con todo su conjunto de ritos y creencias, sin impacto transformador en las personas y en las sociedades. Conviene aquí decir que hay realidades eclesiales que no están evangelizadas y que, en consecuencia, no evangelizan. [9]

El relato de Marcos deja claro que sólo Jesús es la fuente, el inspirador y modelo de la acción evangelizadora de sus seguidores. No harán nada en nombre propio, son enviados por Él. No se predicarán a sí mismos, sólo anunciarán su Evangelio, dedicarán su misión a abrir caminos al Reino de Dios. En consecuencia, hay que pasar de tener ideología religiosa a tener experiencia de Jesús, del Dios Padre que él nos revela, del prójimo que se nos abre como el otro para hacer comunidad y para proponerle la Buena Noticia.

Al pasar los años, habiendo vivido los discípulos la experiencia pascual, su mensaje se fue enriqueciendo con lo que Jesús hizo y dijo, y también con una elaboración teológica de lo que él vivió y comunicó. Esta tarea se realizó en las comunidades del cristianismo primitivo y es la que origina los diversos escritos del Nuevo Testamento, netamente misioneros.[10] Un resultado novedoso y revolucionario de la Buena Noticia es su carácter universal, la llamada incluyente a hombres y mujeres de toda cultura, nacionalidad, condición socioeconómica, etnia. En su momento esto marcó un fuerte contraste frente al exclusivismo judío que no admitía paganos en su comunidad de fe. También hoy, ante los modelos excluyentes de muchas sociedades, economías, grupos religiosos, el cristianismo debe hacer un énfasis radical en la acogida a los seres humanos de todos los tiempos de la historia, cada comunidad cristiana debe distinguirse por su capacidad de inclusión, siguiendo el mismo estilo de Jesús: “En Él también ustedes, tras haber oído la Palabra de la verdad, la buena nueva de la salvación, y haber creído también en Él, fueron sellados con el Espíritu Santo de la promesa”.[11] Tal es el contenido esencial de la misión de la Iglesia:“…hacer que todo tenga a Cristo por cabeza”. [12]

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Bibliografía

[1] PAPA FRANCISCO. Exhortación Apostólica La Alegría del Evangelio. Evangelii Gaudium. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 2013. PAPA PABLO VI. Exhortación Apostólica El Anuncio del Evangelio Hoy. Evangelii Nuntiandi. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1975. CASTILLO , José María. Teología Popular 1: La Buena Noticia de Jesús. Desclée de Brower. Bilbao, 2009. CATALÁ, Toni. La Buena Noticia de Jesús. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2005. PIKAZA, Xabier. Evangelio de Marcos. La Buena Noticia de Jesús. Verbo Divino. Estella, 2018. STOCK, Klemens. Jesús, la Buena Noticia. Meditaciones sobre el evangelio de san Marcos. Didaskalos. Madrid, 2023. PAGOLA, José Antonio. La Buena Noticia de Jesús. Ciclo A, ciclo B, ciclo C. PPC. Madrid, 2019. GUIJARRO OPORTO, Santiago. La Buena Noticia de Jesús. Introducción a los Evangelios Sinópticos y a los Hechos de los Apóstoles. Atenas. Madrid, 1987. CASTRO CHAMBI, Raúl Enrique. Les doy la Buena Noticia. Ciclo B. Paulinas. Buenos Aires, 2023.

[2] PAPA JUAN PABLO II. Carta Encíclica Redemporis Missio. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1990. COSTAS, Orlando E. Evangelización contextual: fundamentos teológicos y pastorales. Seminario Bíblico Latinoamericano. San José de Costa Rica, 1986. MADRIGAL TERRAZAS, Santiago. Nueva evangelización y transmisión de la fe. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 15 de enero de 2013. DÍAZ MERCHÁN, Gabino. Evangelizar en un mundo nuevo. PPC. Madrid, 2017. MORENO PARDO, Juan Ramón. La evangelización en el mundo contemporáneo. En https://www.revistas.uca.edu.sv/index.php/rlt/article/view/6111/6054 ARQUIDIOCESIS DE BOGOTA. Qué es evangelizar? Evangelizar hoy en la Arquidiócesis de Bogotá. Vicaría de Evangelización. Bogotá, 2016. BUENO, Eloy. Dios vive en la ciudad. Evangelizar la cultura urbana. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 26 de enero de 2016.

[3] V CONFERENCIA GENERAL DEL EPISCOPADO LATINOAMERICANO APARECIDA Aparecida (Brasil), número 360. CELAM & Ediciones Paulinas & San Pablo. Bogotá, 2014.

[4] PAPA PABLO VI. Exhortación Apostólica sobre La Evangelización en el Mundo Moderno Evangelii Nuntiandi , número 8. Tipografía Vaticana. Roma, 1976.

[5] Marcos 6:7-9

[6] JUSTO, Emilio J. La libertad de Jesús. Sígueme. Salamanca, 2014. DUQUOC, Cristian. Jesús, hombre libre. Esbozo de una cristología. Sígueme. Salamanca, 2005. GUERRA, Santiago. Jesús, hombre libre. En https://revistadeespiritualidad.com/upload/pdf/216articulo.pdf LOBATO, Abelardo. La filosofía cristiana de la libertad. En https://www.repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/14796/1/filosofia-cristiana-libertad.pdf GIL ESPINOSA, María Isabel. El amor que nos hace libres. Una aproximación al horizonte liberador de la moral. En Theologica Xaveriana volumen 61, número 171; páginas 97-129. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, enero-junio 2011. ARENS, Eduardo. Han sido llamados a la libertad. Centro de Estudios y Publicaciones CEP. Lima, 2009. COMBLIN, José. Vocación a la libertad. San Pablo. Madrid, 2004; La libertad cristiana. Sal Terrae. Santander, 2000.

[7] Marcos 6: 12-13

[8] LARIZ DURÓN, Juan José. La naturaleza del mal. Un problema para el ser humano. En Revista de Filosofía UIS volumen 21, número 2; páginas 79-100. Universidad Industrial de Santander. Bucaramanga, 2022. HAAG, Herbert. El problema del mal. Herder, 1981. RICOEUR, Paul. El mal, un desafío a la filosofía y a la teología. Amorrortu. Buenos Aires, 2006. ZIMBARDO, P. El efecto Lucifer: el porqué de la maldad. Paidós. Barcelona, 2008. CHESTERTON, Gilbert Keith. Lo que está mal en el mundo. Acantilado. Barcelona, 2008.. BOROBIO, Dionisio. Ministerio y ministerios de reconciliación en la Iglesia actual. En Salmanticensis número 46, páginas 349-373. Universidad Pontificia de Salamanca, 1999. GUERRERO, Pablo. El ministerio de la reconciliación: curación del pasado, verdad de presente, esperanza de futuro. En Estudios Eclesiásticos volumen 90, número 353; páginas 347-368. Universidad Pontificia de Comillas. Madrid, 2015. URIARTE, Juan María. La reconciliación: tarea eclesial y social. Aula de Teología de la Universidad de Cantabria. Santander, 29 de octubre de 2019. Servicio Jesuita de Refugiados Colombia. Herramientas para una reconciliación con Dios. JRS Colombia. Bogotá, 2017.

[9] BRIGHENTI, Agenor. Nueva evangelización y conversión pastoral: un abordaje desde la Iglesia en América Latina y el Caribe. En Theologica Xaveriana 63 número 176, páginas 331-366. Pontificia Universidad Javeriana. Bogotá, julio-diciembre 2013. FAMILIA SANTANA, José Israel.. Deshabitar el mal para habitar en el ethos: un retorno al sí mismo. Trabajo de grado para optar al título de Licenciado en Filosofía y Letras. Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín, 2021. ROMO P. Waldo, La conciencia moral, mediación de la salvación. En Teología y Vida, volumen 42, números 1-2; páginas 172-201. Pontificia Universidad Católica de Chile, Santiago, 2001.

[10]. Papa JUAN PABLO II. Carta Encíclica Redemptoris Missio sobre la permanente validez del mandato misionero. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1990. . CONCILIO VATICANO II. Constitución Dogmática sobre la Iglesia Lumen Gentium Luz de las Gentes. Librería Editrice Vaticana. Ciudad del Vaticano, 1965. MAZA, Carlos. Cristo y las culturas. Desafíos de la teología pop. Cristianismo y Justicia. Barcelona, 2024. SPADARO, Antonio. Ciberteología: pensar el cristianismo en tiempos de la red. Herder. Barcelona, 2914. PEREZ TAPIAS, José Antonio. La universalidad del cristianismo en la multiplicidad de las culturas. En Proyección número 43; páginas 83-94. Facultad de Teología de Granada, 1996. TORRES QUEIRUGA, Andrés. Diálogo de las religiones y autocomprensión cristiana. Sal Terrae. Santander, 2005. GUTIERREZ MERINO, Gustavo. Hablar de Dios en América Latina desde los socialmente insignificantes. En Revista Latinoamericana de Teología número 65; páginas 103-116. Universidad Centroamericana José Simeón Cañas UCA. San Salvador, 2005.

[11] Efesios 1: 13

[12] Efesios 3: 10

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