Pensando en voz alta | 3 de julio de 2022
Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ
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A medida que pasa el tiempo nos vamos dando cuenta de las cosas y comprendemos que estamos llamados a realizar nuestra misión en el mundo como discípulos de Jesús y testigos de la Buena Noticia de la llegada del reino de Dios. Las características de este reino son en esencia la verdad, el amor, la justicia y la paz.
El evangelio de este domingo nos presenta la vocación, la misión y la vida de quienes el Señor escogió y envió para cumplir la tarea del anuncio del Evangelio. Es todo un camino, todo un programa de vida el que se les presenta a estos discípulos. Resaltan algunos aspectos que vale la pena considerar dentro de todo esto. Analicemos y reflexionemos.
La misión del discípulo, del enviado, se realiza viviendo en medio de los demás, no es alguien que tenga maneras especiales, costumbres diferentes, rasgos distintivos. Es alguien que está profundamente convencido de lo que debe hacer, del testimonio de vida que está llamado a dar. El compromiso es el resultado de una entrega generosa.
El anuncio del reino se concentra en la proclamación de la paz, como garantía de los demás elementos. Es el don que el Señor concede y desea, pero es también la tarea y la conquista de todos. Estamos llamados a ser misioneros y constructores de la paz como garantía de la construcción de un orden nuevo.
La idea central del tema de la vocación lo encontramos en el pasaje de este domingo. Es el Señor quien llama, es quien convoca. Somos pastores porque el Señor ha querido escogernos, no porque tengamos dones y cualidades excepcionales. La gracia de Dios es la que actúa en nosotros.
El segundo aspecto referente a la vida, también lo encontramos expresado en el texto evangélico. La manera diáfana y transparente como debe vivir el anunciador del reino es la misma para quien ha recibido la misión de ser pastor. El testimonio de vida es clave en hacer creíble el anuncio del evangelio.
El tercer elemento sobre el ministerio pastoral se encuentra expresado en el texto de hoy. El ministerio confiado es ante todo el de la reconciliación, el de la proclamación de la llegada del reino, el de la construcción de la paz en todos los ambientes y situaciones.
Ahora más que nunca comprendemos que la misión del anunciador, del discípulo no es algo fácil. Es dura y difícil, como lo es la del pastor. No es algo que se busque por los privilegios que concede, no es algo apetecido. A veces es impopular, rechazado y casi que considerado innecesario. Sin embargo, el hombre de hoy necesita de personas, que, a ejemplo de Jesús, anuncien el Evangelio y proclamen que el reino de Dios ya está en medio de nosotros.