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La pasión se vive hoy

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Tengo en mi mente el cuadro conmovedor de tantas muertes en el mundo causadas por el COVID-19. No encuentro razón alguna que me ayude a entender lo sucedido, que me conduzca a encontrar la verdad, a dar una respuesta a esa pregunta interior ¿por qué nos ha sucedido esto? ¿Por qué la vida humana se acaba de una manera impresionante? ¿Por qué seguimos reviviendo en nuestros hermanos y hermanas el drama doloroso de la pasión? Son preguntas para las cuales no encuentro respuesta. Son preguntas que me siguen dando vueltas.

Por otro lado, también me pregunto ¿por qué el drama de la pasión celebrado año tras año no nos conduce a un cambio real de actitudes en nuestra vida? ¿Por qué seguimos con los mismos comportamientos y no buscamos el camino que nos conduce a la paz? ¿Será que el mensaje de Jesús de Nazareth no nos sacude en lo más profundo como para hacernos cambiar? El drama de la Semana Santa se repite una vez más y ¿Cómo lo vamos a vivir?

Pienso que el camino que escogió Jesús para hacer la voluntad del Padre si nosotros hubiéramos tenido la oportunidad de escogerlo, muy seguramente no lo habríamos tomado. Tenemos algo en nuestro interior que nos hace rechazar el dolor, el sufrimiento, lo incómodo, en pocas palabras: no nos gusta la cruz. Sin embargo, la realidad de la pasión es algo vivo y actual. Miremos el drama de nuestros desempleados, de las familias desplazadas de su tierra que lo han perdido todo. Contemplemos el rostro de los niños y jóvenes que han quedado huérfanos porque la violencia les arrebató a sus seres queridos. Veamos el dolor marcado en el semblante de tantas mujeres viudas, quienes deben cargar el peso del drama vivido y hacerle frente a la situación como cabezas de familia. Esa es la pasión que se vive hoy. Es el rostro de Jesús en este siglo XXI que sigue sufriendo y muriendo. Es el Dios que ama y salva y se entrega al dolor para mostrarnos un camino mejor.

Ese Jesús que hoy entra triunfante a Jerusalén será el mismo que recorrerá las calles de esa ciudad el viernes santo cuando cargue la cruz camino hacia el Calvario. Ahí está el drama y la contradicción hecha vida. Somos parte de esa historia porque con nuestros comportamientos hacemos que esa tragedia vuelva a repetirse en nuestra historia.

Invito a las personas que leen esta columna a preguntarse muy seriamente ¿Qué significa para cada una la expresión que escuchamos “Semana Mayor” para referirse a los días santos?

Este año, por las circunstancias que vivimos en el mundo, debemos acudir a la tecnología para vivir la Semana Santa de otra manera. No podremos ir a la Iglesia como lo hacemos cada año. Ojalá podamos lograr un crecimiento grande en este acompañar a Jesús en el camino de la cruz para luego resucitar con El. Si el drama de la pasión lo estamos viviendo, también pongamos de nuestra parte para hacer vida concreta en lo cotidiano el hecho de la resurrección del Señor. No solo vivamos la pasión. Avancemos.

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