Pensando en voz alta | 1 de mayo de 2022
Por: Enrique A. Gutiérrez T., SJ
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El mensaje de la Pascua es siempre una invitación a vivir la vida con Jesús, a tener la experiencia del Señor resucitado, la cual nos invita a un cambio, a una transformación. No es lo mismo la vida con Jesús que la vida sin Él. Veamos por qué y empecemos por la segunda. Para esto nos apoyaremos en el pasaje del evangelio que escuchamos hoy.
La escena a orillas del lago de Tiberíades nos habla de pesca infructuosa, de pasar la noche en vano, de sentirse descorazonados y de encontrar que la vida sin Jesús no tiene sentido, pierde su encanto y nos hace vacilar y titubear. Eso nos lo dice el texto de hoy. Les sucedió a los siete discípulos.
En el mundo actual hay muchos que pretenden vivir su existencia de espaldas a Jesús, quieren ignorar lo que esa presencia aporta a la existencia humana, no quieren reconocer que la vida es un camino en el cual necesitamos luz para caminar y así no tropecemos o caigamos.
Hay otras personas que quieren vivir la vida teniendo como compañero de camino a Jesús, son los que reconocemos el sentido y el valor de la fe en nuestro caminar, los que sabemos que solos nada podemos y que deseamos caminar con paso firme, avanzar sobre seguro y poder darle un sentido a lo que hacemos y a todos nuestros esfuerzos. Somos de aquellos que como Juan podemos decir “es el Señor” y descubrimos que la vida se ilumina, la esperanza renace y se siente uno más alegre y contento en el diario vivir.
Pienso en tantas personas que viven en condiciones difíciles, en situaciones de riesgo y, sin embargo, mantienen una esperanza por encima de todo obstáculo. Son esos hombres y mujeres que nos hablan de fe en la vida, de coraje para luchar y que lo único que nos dicen es “yo tengo fe”.
Miro el panorama de nuestra patria y descubro que hay mucho por hacer, que necesitamos tener ese coraje y esa valentía de vivir la vida con Jesús, a pesar de todo lo que se nos pueda decir en contra. La firmeza y la convicción de lo que hacemos y por qué lo hacemos, debe ser suficiente testimonio y elocuente expresión de lo que significa vivir la vida con Jesús.
No quiero por un solo momento colocarme en la situación de quien dice que no cree, que quiere vivir su fe de otra manera. Hay algo que me dice interiormente que es muy difícil pretender vivir la vida sin esa luz que nos da la fe, que todo lo que podamos hacer en ese sentido es ganancia para el sentido de la vida, que nos la debemos jugar toda para vivir la vida con Jesús y dejar de lado lo que nos aparta de Él o nos invita a vivir sin Él.