Pensando en voz alta | 30 de octubre de 2022
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Por: Enrique A. Gutiérrez T., S.J.
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Hemos escuchado con frecuencia el refrán que dice “la curiosidad mató al gato” y lo aplicamos en diversas circunstancias de la vida. Pensamos que ser curioso es siempre algo negativo, que no es bien recibido el mostrar curiosidad por algo, por enterarse de alguna noticia, por saber algo referente a otra persona. Nos dicen continuamente la frase “no sea curioso, piérdase una”.
Sin embargo, la realidad que nos presenta el texto evangélico de este domingo es diferente. Nos cuenta la historia de alguien que “por curiosidad quería ver a Jesús” y como era de baja estatura se subió a un árbol. Cuando Jesús lo ve, lo llama y le dice “Zaqueo baja, que me voy a hospedar en tu casa”. Su vida cambió radicalmente y le dio un giro de ciento ochenta grados. La pregunta clave es ¿por qué quería ver a Jesús?
Las respuestas que se pueden dar a esta pregunta son diversas. Podemos aceptar la simple curiosidad de conocer a alguien que era famoso, de quien muchos hablaban, que tenía un discurso atrayente, que seducía y enganchaba a las personas. Era una posición válida. Otra, que dado su oficio de cobrador de impuestos, podía tener algo en su conciencia que no lo dejaba en paz y buscaba la manera de arreglarlo todo. Una tercera, que era una persona que quería ser honesta en su camino de cumplimiento de la ley y buscaba la manera de lograr el cambio que necesitaba.
¿Por qué hablamos de cambio? Por la reacción espontánea que asume diciendo “doy la mitad de mis bienes a los pobres”. Esto podemos llamarlo generosidad y desprendimiento; quería ayudar a los necesitados, a los marginados y desposeídos. Eso estaba bien. Pero añade “y si en algo he defraudado a alguien, le restituiré cuatro veces más”. En su conciencia reconocía que no había obrado correctamente en la función que le había sido asignada.
Como en todo en la vida, no faltan los chismosos o comunicativos, quienes tienen a flor de labios el comentario nocivo, mordaz, lleno de sarcasmo “ha entrado a hospedarse en casa de un pecador”. No se acepta la posibilidad de un cambio, se consideran los perfectos e intachables que pueden andar censurando y condenando.
La manera como Jesús responde, los deja sin argumento alguno pues afirma: “hoy ha llegado la salvación a esta casa”. Es una manera de salirle al paso a esos comentarios malsanos, malintencionados y darle paso a lo que es todo encuentro con Jesús. Un reencuentro con la vida, un abrirse a la salvación, un dejar que Dios acontezca en la vida de la persona, un hacer posible la redención, no como el acontecimiento de la muerte en la cruz, sino el hecho salvador en lo cotidiano de la vida. Es ahí, en ese dejar a Dios ser Dios, donde adquiere sentido nuestra disponibilidad a la acción de la gracia en nosotros. Zaqueo, por curiosidad, reencontró el camino de la vida nueva, de la felicidad auténtica, de la salvación. Por eso, no siempre la curiosidad mata.