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Perversas Fake News

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Marzo 23, 2018

Parece que siempre han existido, pero no se les denominaba con un nombre tan sofisticado. Sencillamente eran falsos rumores, comentarios de pasillo, chismes y calumnias. Siempre han hecho mal, siempre han sido perversas, porque nunca han dicho la verdad, se recrean en la mentira y la falsedad, han ocasionado mucho daño. Con la exacerbación de las redes sociales han irrumpido también con fuerza, porque una cosa es inventarse un chisme en un corredor y otra lanzarlo al ciberespacio.

Es cuestión de tiempo. El chisme toma su tiempo hasta lograr calar en un público amplio. La fake news está en la antípoda en cuestión de segundos. La fuerza de las redes sociales está comprobada. El fenómeno de la primavera árabe, hace unos años, evidenció también el poder de estos medios. Pueden generar revoluciones, cooptar masivamente publico para una causa, movilizar marchas (¿se acuerdan aquella contra las Farc?), generar adhesiones o animadversiones.

Quienes las controlan lo saben bien y lo explotan al máximo. En el plebiscito quedó demostrado que la campaña fue sesgada mediáticamente. Y lo estamos viendo otra vez ahora. Se miente a granel de lado y lado. A veces de una forma imperceptible, a veces de forma grotesca. El hecho es que las masas comen cuento barato, se tragan entero las noticias sin el más mínimo interés en digerirlas, por eso producen indigestión y malestar social.

Me permito respetuosamente citar textualmente este apartado del boletín Aleteia recientemente publicado ante el escándalo que tiene sumida a Facebook y que le ha generado una caída en el precio de sus acciones y por consiguiente una multimillonaria pérdida: “Independientemente de la cuestión legal, cobra vigencia ante este escándalo el mensaje del Papa para la*52 Jornada Mundial de las Comunicaciones Sociales: «La verdad os hará libres» *(Jn 8, 32). Fake news y periodismo de paz. En él, Francisco señala a las ‘Fake news’ como “informaciones infundadas, basadas en datos inexistentes o distorsionados, que tienen como finalidad engañar o incluso manipular al lector para alcanzar determinados objetivos, influenciar las decisiones políticas u obtener ganancias económicas”.

El análisis del Papa es clarividente, y se refleja claramente en el escándalo de Cambridge Analytica en Facebook: “La eficacia de las fake news se debe, en primer lugar, a su naturaleza mimética, es decir, a su capacidad de aparecer como plausibles. En segundo lugar, estas noticias, falsas pero verosímiles, son capciosas, en el sentido de que son hábiles para capturar la atención de los destinatarios poniendo el acento en estereotipos y prejuicios extendidos dentro de un tejido social, y se apoyan en emociones fáciles de suscitar, como el ansia, el desprecio, la rabia y la frustración. Su difusión puede contar con el uso manipulador de las redes sociales y de las lógicas que garantizan su funcionamiento. De este modo, los contenidos, a pesar de carecer de fundamento, obtienen una visibilidad tal que incluso los desmentidos oficiales difícilmente consiguen contener los daños que producen”.

El Papa escribe en su mensaje que nadie puede eximirse de la responsabilidad de hacer frente a las falsedades. Y señala como loables las iniciativas orientadas a la lectura y el uso crítico de la información en redes sociales, y las iniciativas institucionales y jurídicas que buscan frenar su difusión. Pero el mejor antídoto, sugiere, “no son las estrategias, sino las personas, personas que, libres de la codicia, están dispuestas a escuchar, y permiten que la verdad emerja a través de la fatiga de un diálogo sincero; personas que, atraídas por el bien, se responsabilizan en el uso del lenguaje”.

Hasta aquí la cita de Aleteia. Así las cosas, ahora que entramos en el tiempo fuerte, culmen de la cuaresma, la Semana Santa, valdría la pena conjugar muy bien esa fe que proclamamos con nuestro proceder cotidiano. Porque me da mucho miedo darle la razón a Carlos Marx, en eso de que “la religión es el opio del pueblo”. Y me refiero a que cuando vino Francisco un bálsamo de paz y armonía reinó en Macondo, pero una vez se marchó el efecto pasó y volvimos a nuestra cruda y polarizada realidad. Veremos ahora a los candidatos muy devotos captando votos detrás de su fervor religioso y el alienado pueblo comiéndoles cuento.

Y verán cómo estos días de paz y reconciliación pasan pronto para darle cabida a una inédita campaña donde frontalmente, sin caridad y mucho menos sin anestesia, se darán muy duro, pues la marrana está de por medio y hay que agarrarla para repartírsela. Frente a la perversidad de las “fake news”, una vez más, el llamado como creyentes es a ejercitar la conciencia crítica y al no tragar entero de cara a cuanta mentira nos pongan. La verdad nos hará libres y hay que buscarla en quien dijo “Soy la Verdad”. Te lo pedimos, Señor!

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