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Por los frutos nos conocerán

Pensando en Voz Alta

Por: Enrique A. Gutiérrez T, SJ

Marzo 1, 2019

Con frecuencia tenemos la tendencia a ver los defectos en las demás personas y a no reconocer los propios. Somos fáciles en decirle a los demás “has hecho esto mal”, o “debes trabajar para corregir este defecto”. Son maneras con las cuales criticamos, censuramos y no caemos en la cuenta de que primero debemos mirar hacia nuestro interior, revisar nuestra manera de proceder y encontraremos que hay muchas cosas por mejorar en nosotros mismos.

El evangelio de este domingo nos ayuda a caer en la cuenta de la necesidad de mirar hacia nuestro interior y lo hace con el ejemplo de la astilla en el ojo del otro y no darnos cuenta del tronco que tenemos en el nuestro. Podemos decir que es más fácil ver lo de otros y no mirar hacia nuestro interior. En esto, debemos ser muy cuidadosos haciendo nuestro propio examen para reconocer aquello en lo que debemos trabajar.

Hay una segunda enseñanza en el evangelio que es muy provechosa. Hace referencia a los frutos que puede dar un árbol. El árbol malo no puede dar frutos buenos y el bueno no da frutos malos. Cada árbol según lo que es dará los frutos correspondientes. El mismo Jesús lo aplica a continuación a las personas y nos dice que el bien o el mal salen del corazón de las personas. Que una persona buena solo puede dar bondad pues es lo que hay en su corazón.

Del mismo modo, el mal sale del corazón de una persona mala. Esto nos puede ayudar a entender muchas de las situaciones y circunstancias de la vida. Estamos llamados a hacer un examen profundo de los sentimientos que hay en nuestro corazón, ver cómo podemos hacer el bien o causar el mal a aquellas personas que nos rodean, que se cruzan en nuestro camino y pueden recibir lo bueno o lo malo.

Ojalá seamos personas que sembramos el bien a nuestro alrededor y que puedan decir algo semejante a lo que afirmaron de Jesús “pasó haciendo el bien”. A la luz de lo que nos presenta el evangelio podemos analizar nuestra realidad, el contexto en el cual nos movemos y la responsabilidad que tenemos para sembrar en torno nuestro lo mejor que hay en nuestro corazón. Si así lo hacemos, podemos estar seguros de que estamos contribuyendo a tener un mundo mejor, más fraternal, más justo y más humano. Se acerca el tiempo de cuaresma. Tiempo privilegiado para hacer una revisión seria de nuestra vida y corregir lo que encontremos que no está bien.

El miércoles próximo nos dirán “conviértete y cree en el Evangelio”. No son solo palabras sino una invitación a tomar en serio lo que el mismo evangelio nos dice y a lo cual la Iglesia nos invita. Todo lo anterior va en la línea de una actitud de cambio, de conversión, de mejorar nuestras actitudes y de encontrar formas de hacer el bien como efecto de esa invitación que se nos hace. Vale la pena preguntarnos sobre cuáles son los frutos que mostramos y cómo nos pueden estar conociendo.

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